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Preston cree "ridículo" imponer una visión única de la historia

El hispanista recuerda que Thatcher fracasó en un intento parecido

Ferran Bono

El historiador británico Paul Preston señaló ayer en Valencia que "el intento de decir que hay una visión única de la historia, como una versión que hay que enseñar, es una colosal ridiculez". De esta manera se refería el hispanista al reciente informe de la Real Academia de la Historia, del que dijo que "carece de base científica" como estudio de la enseñanza de la historia en las comunidades autónomas.

Preston subrayó que la historia es un proceso de renovación constante, y rechazó cualquier imposición de una visión fija. "Si yo creyese esto, no estaría revisando mis libros", indicó en el acto de presentación celebrado en la Fundación Cañada Blanch de Valencia de la nueva edición actualizada de su obra La guerra civil española (Plaza y Janés). "La historia es un método para que cada estudiante cree su propio sentido crítico", añadió Preston, que tildó la cuestión de "complicadísima".Sostuvo que, de lo que conoce del informe, se desprende la intención de proporcionar "una visión uniforme" al tiempo que se critica "el énfasis que se hace en muchas autonomías en la visión nacionalista y particularista de su propia historia". "Hay que tener mucho cuidado en imponer la visión de Castilla sobre la de Cataluña, País Valenciano, País Vasco o Galicia", y agregó: "Sería absurdo".

Preston rechazó la consideración de la historia basada en "grandes personajes, reyes y reinas y grandes acontecimientos", y aludió al precedente del Reino Unido. En referencia al informe de la Academia, recordó que "ya hubo un intento igual", durante el mandato de la primera ministra conservadora Margaret Thatcher, de "imponer una visión única, a base de reyes, que evidentemente es lo que pasó en el franquismo", pero fracasó. Fracasó "totalmemente porque los profesores, desde los más prestigiosos a los más humildes, y la Academia Británica se pusieron en contra".

Autor de numerosos y célebres libros como la voluminosa biografía Franco 'caudillo de España' o Las tres Españas del 36, Preston subrayó que el historiador no puede aspirar a la total objetividad, pero que sí es su obligación ser honesto en sus análisis y opiniones.

Por su parte, el antropólogo vizcaíno Juan Aranzadi, que acaba de reeditar su libro Milenarismo vasco, afirmó ayer que "el mejor servicio que podrían hacer las academias a la democracia española es disolverse", informa Efe. "Son instituciones de adoctrinamiento surgidas en un momento determinado y que, como su propio nombre indica, son monárquicas", indicó Aranzadi, para quien es esperable que un centro de propaganda critique a otros igualmente propagandistas.

El antropólogo ve tan sorprendente que se tengan en cuenta las opiniones de la academia como que la gente se escandalice cuando hablan los obispos: "Tienen perfecto derecho a decir lo que les parezca, y lo que me extraña es que la sociedad se preocupe por lo que digan los obispos o la Real Academia de la Historia".

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Sobre la firma

Ferran Bono
Redactor de EL PAÍS en la Comunidad Valenciana. Con anterioridad, ha ejercido como jefe de sección de Cultura. Licenciado en Lengua Española y Filología Catalana por la Universitat de València y máster UAM-EL PAÍS, ha desarrollado la mayor parte de su trayectoria periodística en el campo de la cultura.

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