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Reportaje:RETRATO ECONÓMICO

Pequeñas tiendas y 'supercentros'

Uno de cada ocho trabajadores vascos está empleado en el sector comercial, actividad laboral de unas 96.000 personas y que supone el 11,5% del Producto Interior Bruto (PIB) del País Vasco. El sector comercial, pilar de los servicios, es el termómetro del consumo, que a su vez marca el ritmo de la economía. El crecimiento económico experimentado en los últimos años ha animado los ingresos de los casi 40.000 establecimientos comerciales con que cuenta el País Vasco.Pero lo primero que hay que decir al hablar de este sector es que reúne en un mismo saco a comercios al por menor y a negocios al por mayor. También en el tamaño radica otra de las grandes diferencias de las empresas que conforman el comercio. Grandes cadenas de distribución como la cooperativa Eroski, la primera empresa comercial del País Vasco, con cerca de 400 establecimientos o el Grupo Uvesco comparten sector con pequeñas tiendas, aunque no las mismas preocupaciones.

Uno de los problemas que ha afectado al 81,4% de los comerciantes vascos, que son los negocios minoristas, es la aparición en los últimos años de las grandes superficies comerciales, que han ido comiendo terreno a los ingresos de las cajas registradoras de las pequeñas y medianas tiendas.

La implantación acelerada de grandes centros de consumo ha enfrentado a las agrupaciones de comerciantes con el Gobierno vasco. A un lado, se han situado las tesis de las agrupaciones de comerciantes, el Consejo Empresarial de Comercio de Vizcaya (Cecovi), la Federación Mercantil de Comercio de Guipúzcoa y la Asociación de Comercio y Servicios de Alava y, de otro lado, la postura de la Administración, que ha venido defendiendo "la lógica evolución del sector" frente a las quejas de los pequeños comerciantes, que además del peligro de ver reducidas sus ventas han alertado sobre la desertización de los centros de las ciudades que puede provocar la implantación de grandes centros comerciales sin trabas en el territorio de la comunidad autónoma.

Este conflicto, que ya ha cumplido varios años, tiene visos de solucionarse si finalmente sale adelante la modificación de la Ley del Comercio que aprobó a finales del pasado mes de mayo el Consejo de Gobierno y que tendrá que pasar el examen del Parlamento de Vitoria después del verano. "Esperamos que sea aprobada en el Parlamento cuanto antes", señala Pedro Campo, presidente de la asociación vizcaína Cecovi, quien añade: "Hemos constatado en nuestra ronda de contactos que todos los partidos están a favor".

La nueva regulación comercial, que zanjaría la polémica entre los pequeños y grandes del sector, endurece significativamente la apertura de grandes superficies. La consideración de gran centro se reduce de los 2.000 metros cuadrados a los 400 y se extiende a las firmas con una plantilla superior a los 250 trabajadores y a una facturación de más de 6.200 millones de pesetas. Además, exige a los centros comerciales una doble licencia de apertura, la de los ayuntamientos y la del Gobierno vasco, para dificultar la instalación tanto de grandes superficies como de tiendas de grandes cadenas.

Pero no es ésta la única lucha del sector comercial. El hecho de que en el País Vasco haya 16 comercios por cada 1.000 habitantes, una tasa bastante superior a la española y comunitaria y el perfil del comerciante vasco -un autónomo, de entre 35 y 54 años, con estudios primarios y regentando un negocio familiar- hablan por sí solos de la necesidad de ajuste que tiene esta actividad. "El comercio no puede ser el desecho de otro tipo de actividades", reclaman los responsables de las asociaciones de comerciantes, que llevan años impulsando programas de formación para modernizar y mejorar la competitividad del sector.

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Libertad de horarios

El País Vasco es la única comunidad autónoma que no tiene regulados los horarios de apertura de los comercios. Pero esta ausencia de regulación, lejos de dar libertad a los comerciantes para subir y bajar las persianas cuando quieran, ha supuesto que Euskadi sea la única comunidad autónoma donde los domingos y festivos se respetan celosamente y ningún comercio ni gran superficie abre sus puertas.Existe un pacto tácito para no abrir los comercios fuera de los días laborables cuya fuerza quedó más que demostrada en diciembre de 1997, cuando Eroski intentó hacerlo el Día de la Constitución y se vio obligada a cambiar de opinión ante la contundente respuesta de los sindicatos.

Esta situación puede variar ahora tras la decisión del Gobierno central de liberalizar los horarios comerciales, una postura que ha caído como un jarro de agua fría en las asociaciones de comerciantes del País Vasco. La decisión viene precedida además por un dictamen del Tribunal Constitucional que deja en manos de la Administración central la regulación de los horarios.

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