'Astérix' contra Goliat
La Confederación Agraria (CP, sus siglas en francés) es el segundo sindicato campesino francés por número de afiliados -unos 40.000-, lejos del sindicato mayoritario, el que aglutina a los "productivistas" de la Fédération (FNSEA). Pero la CP, que obtuvo el 19% de los delegados la última vez que se renovaron las cámaras agrarias, tiene un extraordinario poder de convocatoria, ligado a acciones más simbólicas que propiamente sindicales. Es la marca de fábrica de José Bové, pero también de las distintas corrientes que intentan fusionarse en el seno de la CP.Creada en 1987, la CP es heredera de la lucha de los independentistas occitanos, los que montaron a mediados de los años setenta una campaña pacifista y antimilitarista en nombre de la protección del altiplano del Larzac. "Gardarem lou Larzac", decían entonces las pancartas. La CP ha retomado también las tradiciones anarquista y autogestionaria, la primera arraigada en el sur de Francia, la segunda inspirada en gestas como la de la fábrica LIP en Besançon en 1973. Mayo del 68 es un referente común a todas las familias del CP, pero hoy el factor que más parece aglutinarlas es el ecologismo bajo todas sus formas, ya sea el elogio de los productos bio, de las pequeñas explotaciones agrarias de calidad protegidas por las denominaciones de origen, el combate por la energía no contaminante o contra -¡oh paradoja!- la instalación de centrales eólicas en el ventoso paisaje del Larzac.
Productos planetarios
En el discurso de la CP se mezcla la defensa de lo muy pequeño con la apertura al mundo. Bové es el primer líder campesino francés que habla un estupendo inglés. Él y sus compañeros ven el mundo como un mosaico del cual todas las piezas merecen ser conservadas. El queso roquefort ha de convivir con el sushi, el vino de Bourgogne con un buen whisky de malta escocés. Sólo las marcas y los productos planetarios, los McDonald, Nike o Levi's son enemigos detestables.
La extrema derecha patriotera o la extrema izquierda defensora de las minorías intentan aprovechar, en una síntesis inviable, la simpatía mayoritaria que acompaña a Bové. Él encarna a la perfección el símbolo del pequeño que le planta cara al gigante, David contra Goliat, en este caso, Astérix contra Goliat.
Al lado de Bové y la CP encontramos Attac, organización que propone la implantación de la tasa Tobin para gravar los movimientos especulativos; Vía Campesina, reunión de más de 70 organizaciones que luchan en todo el mundo contra el llamado agrobusiness; Greenpeace, que denuncia el peligro de los organismos genéticamente modificados. Y enfrente, en el bando enemigo, están los grandes organismos internacionales, el Banco Mundial, el FMI y sobre todo la OMC (Organización Mundial de Comercio).
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