Una estrella por bulerías
Tom Cruise abandonó Madrid pasada la medianoche. Tenía reservada una habitación de hotel, pero durmió en su avión privado, camino de París. El actor se fue al ritmo de las palmas y el cante de Chano Lobato, quien le dedicó tanguillos de Cádiz en la fiesta que, organizada por Canal+, cerró su visita a España. Tom Cruise incluso bailó por bulerías. Rodeado de cinco flamencas, que le levantaron de su sitio agarrándole del cuello con un pañuelo morado, el actor demostró que cuando quiere algo lo consigue. Sus pasos no fueron los de un torpe guiri en un tablao para extranjeros y resolvió con algo más que gracia la papeleta.
"Volveré este verano con mi familia", anunció en el cine de la Gran Vía donde horas antes se había proyectado Misión: Imposible 2, su tercera película como productor y nuevo ejemplo de que todo lo que toca esta milagrosa estrella se convierte automáticamente en taquilla de oro.
Antes de despegar de Barajas, a Cruise le dio tiempo de colapsar la Gran Vía. Eran las ocho y media de la tarde cuando la estrella, rodeada de su propio equipo de seguridad y vigilado de cerca por su hermana -una estricta manager personal que no se despegó de él en toda la jornada-, llegaba al cine Capitol.
También organizado por Canal+, el preestreno de Misión: Imposible 2, cuya exhibición en las salas comerciales comenzará el 7 de julio, reunió a muchas de las caras conocidas del cine español. Pedro Almodóvar y su hermano Agustín, Alejandro Amenábar, Eduardo Noriega, José Luis Cuerda, Juan Carlos Fresnadillo, Paz Vega, Antonia San Juan, Mateo Gil, Gerardo Herrero y Eloy Azorín acudieron, entre otros, para ver al astro californiano. Hubo otras caras conocidas, aunque no cinematográficas, como la del juez Baltasar Garzón.
El actor, antes de entrar en la sala, se acercó a la multitud que rodeó el cine madrileño. Allí, mientras los policías sujetaban a las más enloquecidas, Cruise firmó autógrafos, se dejó fotografiar junto a los admiradores de la primera fila y estrechó decenas de manos. Por unos minutos, los gritos de histeria silenciaron el tráfico de la Gran Vía.
En la terraza del Casino de Madrid, donde se celebró la fiesta flamenca que cerró su estancia madrileña, el actor siguió sonriendo y saludando. Allí, con las vistas de la ciudad a su espalda, cada vez que alguien se le acercaba, Cruise le dedicaba la mejor de sus sonrisas. Se reconocía la madera de una verdadera estrella.
Babelia
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