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El Parlamento portugués "descriminaliza" la muerte del toro, prohibida desde 1928

Las asociaciones protectoras de animales califican la ley de "autorización encubierta"

Los diestros y aficionados portugueses han acogido con satisfacción la reciente "descriminalización" de la muerte del toro en la lidia, prohibida en Portugal desde 1928. Esa apertura, sin embargo, encubre, a su juicio, un alto grado de "hipocresía", y la sustitución del delito penal para los toreros por altas multas a los organizadores no legaliza la lidia "integral", aunque, sin duda, abre el camino para el futuro. Las asociaciones para la defensa de los animales no han tardado en reaccionar y en calificar de "autorización encubierta y vergonzosa" la nueva ley.

El presidente de la Sociedad Protectora de Animales (SPA), Tomé Barros Queiroz, no tiene dudas. En su opinión, la ley aprobada por el Parlamento permite que la cuantía de las multas (desde una cifra simbólica hasta un máximo de 65 millones de pesetas) no disuada a los organizadores de estos festejos y de esa manera se autoriza indirectamente a que se mate al toro en la plaza.Una de las grandes figuras del toreo portugués, el diestro Víctor Mendes, considera que la despenalización criminal constituye "un avance para la futura legalización de la lidia a la española, pero es una fórmula cínica para quitarse el problema de encima y autorizar la muerte del toro en Barrancos".

Barrancos es un pequeño pueblo de 2.000 habitantes situado junto a la frontera de Huelva y cuya tradición se ha mantenido en Portugal durante más de 300 años, incluso con la prohibición de 1928 y frente a la larga dictadura salazarista.

Mendes reconoce que las multas no impedirán la celebración de este tipo de festejos, "pero las autoridades han actuado de forma hipócrita, porque saben que en Portugal no hay infraestructuras, afición ni medios para eso. Por ejemplo, las enfermerías de la mayoría de las plazas son ridículas o prácticamente inexistentes. Además saben que la gente de la fiesta portuguesa no asumirá ese tipo de espectáculos. Tendrá que venir gente de fuera. Esa ley es una forma de quitarse la patata caliente de Barrancos, que, sin duda, se merece por tradición un estatuto aparte".

Los diestros portugueses no quieren acabar con su fiesta, ni mucho menos, sino "preservar la tradición ibérica". Quieren mantener sus costumbres, pero también lidiar algunos toros al año con la estocada en la plaza.

A excepción de Barrancos y algunos otros pueblos del Alentejo, junto a la frontera española con Extremadura, la fiesta portuguesa sólo autoriza la lidia con banderillas, pero sin picadores. Después, una cuadrilla de forcados espera la embestida del toro, con los pitones siempre embolados, para agarrarlo por los cuernos y derribarlo. La estocada final es simulada con una banderilla y el toro es sacrificado posteriormente en el matadero.

La estocada final

El médico veterinario y crítico taurino Domingos Xavier sostiene que la estocada final forma parte de la tradición ibérica y en Barrancos ha sido así durante más de 300 años. "La ley aprobada en el Parlamento", dice, "es un paso más en la futura legalización de la fiesta, pero no constituye la legalización real. Los toros se matan en muchos pueblos de la frontera y la carne es vendida y comida después. Ésa es una tradición que todos los portugueses conocen".

Más drástico se muestra el torero Rui Bento, quien critica duramente a las organizaciones para la defensa de los animales: "La gente no acaba de entender o no quiere entender que los toros sufren más en las corridas a la portuguesa. Los animales no son picados, pero reciben banderillas, con lo cual sufren hasta que llegan al matadero. Y si las corridas caen en sábado, los toros permanecen agonizantes hasta el lunes. ¡Eso es así y nadie puede negarlo!".

Víctor Mendes añade que las protestas de los defensores de los animales "proceden de asociaciones que no suelen ser de Portugal, sino del exterior, y han difundido una publicidad aberrante en la que aparecemos como bandidos o asesinos. Algo increíble". El ministro del Interior, Fernando Gomes, promotor de la nueva ley portuguesa, recordaba, durante su debate en el Parlamento, que la legislación lusa no prevé ni castiga crímenes contra los animales en general, por lo que, a su juicio, no tiene sentido sancionar con penas de cárcel la muerte del toro en la plaza.

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