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Los cineastas iberoamericanos piden una industria común para competir con EEUU

Miguel Littin reivindica la utopía como modo de luchar contra las 'major' estadounidenses

Eliminar nacionalidades, buscar las emociones comunes, promover una sola industria multinacional y sistemas legales similares que permitan enseñar la realidad múltiple de Iberoamérica para competir con el gran rival: Hollywood. Estas y otras propuestas más o menos utópicas asomaron ayer en el segundo día del Foro Iberoamericano de Coproducción Audiovisual. Fue un debate provocador y estimulante. El chileno Miguel Littin ejerció de animador ideológico, y Andrés Vicente Gómez sugirió invertir más, tomar más riesgos y crear un star system regional.

Iberoamérica, su cine, tiene talento, creatividad, estilos muy diversos de narrar, realidades heterogéneas donde inspirarse, actores grandes, directores de mucho prestigio y una audiencia potencial de más de 350 millones de personas. ¿Qué le falta entonces para poder competir en igualdad de condiciones con el de Hollywood? Primero, una industria eficaz; segundo, una sólida estructura de mercado; tercero, suficientes distribuidores y salas donde poder conectar con el espectador. Ése es, a grandes rasgos, el diagnóstico de la situación que salió ayer de la mesa redonda Producción: la creatividad como elemento diferenciador. Quedó claro, sobre todo, que ha acabado el tiempo de los lamentos y las quejas, que es hora de luchar y de avanzar para tratar de equipararse al gigante de América del Norte.

Sí, pero ¿cómo? Ésa es la pregunta del millón, la vieja cuestión, y ayer se escucharon algunas respuestas, unas clásicas y otras menos. El gran agitador fue el director y productor chileno Miguel Littin, que sacó sus notas de madrugada ("la hora en la que se puede soñar") y desgranó una serie de propuestas para sobrevivir a la "globalización uniformadora". Pidió sistemas legales comunes y la creación de una gran, única industria multinacional iberoamericana que permita asegurar la independencia de la creación y la expresión de las singularidades; reivindicó la figura del productor creativo/organizativo, porque evita la hegemonía de la industria sobre el autor y "porque ha favorecido los mejores logros cinematográficos de estos últimos 30 años".

Las emociones

Además, Littin animó a que la dependencia tecnológica que sufre el área latina respecto a la anglosajona no suponga la subordinación paralela de los contenidos, o la pérdida de "las emociones que nos identifican", y soñó con un futuro en el que las nacionalidades se eliminen y se integren en una "comunidad económica iberoamericana del cine".

Federico González Compean, director de Estudios México Films, propuso hacer un cine local, indígena, que saltaría de los circuitos marginales gracias a la curiosidad de los demás por conocernos, más incluso "si lo presentamos con alfombras rojas y estrenos grandotes". Manuel López Estremera, ejecutivo de Canal +, reconoció las dificultades de emitir cine latinoamericano en televisión, certificó una mejoría relativa de la situación (citó el aumento de programas sobre cine), y propuso como alternativa posible, pero difícil, la creación de un canal temático latinoamericano.

Jaleado por el moderador, Gerardo Herrero, Andrés Vicente Gómez cerró el turno de intervenciones, y estuvo como se esperaba: bastante provocador. Reclamó primero más solidaridad de las televisiones con el cine en español ("porque compran, sí, y presumen de emitir mucho, pero pagan unos precios ridículos: por lo que pagan por una película de Estados Unidos compran 18 latinoamericanas"). Después, el productor de Lolafilms abogó por hacer un cine "solvente y arriesgado", incluso con presupuestos "por encima de nuestras posibilidades", al servicio de historias con vocación universal, y dirigido a nuestro mercado natural, pero también a otros, como el japonés o el europeo.

Un cine basado en el intercambio de actores y directores, en la mezcla de talentos y temas y, sobre todo, en la promoción de un star system propio. "Hay que gastarse más dinero en eso y poner a las estrellas, que salvo algunas excepciones son siempre los actores, a vender el producto".

Gómez despreció el sistema de coproducción actual porque, dijo, está basado en que uno de los socios engaña al otro, y, durante el animado debate posterior (intervinieron, entre otros, el distribuidor Antonio Llorens y el director brasileño Bruno Barreto), concluyó, sin asomo de ironía o sarcasmo: "Lo que hay que hacer es echar a los norteamericanos de América Latina, pero eso llevamos 20 años diciéndolo".

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