Humanidades
Me queda menos de un curso para licenciarme en Filología Hispánica en la UB y no habré tenido el placer de leer a Cervantes. El autor del Quijote no tiene un desarrollo propio porque, aunque sí está incluido en el temario de alguna asignatura obligatoria, comparte cuatro escasos meses con celestinas, lazarillos, poetas italianizantes, místicos, culteranistas... y su olvido es un hecho más que habitual. En estos días, donde ha sido ampliamente debatida la necesidad o no de la enseñanza de la literatura, quiero ahondar en un problema de raíz: si la formación de los futuros profesionales de la educación es ya de por sí deficiente, ¿qué futuro se puede esperar de las generaciones venideras? Siempre quedará la esperanza de pensar que el filólogo ama verdaderamente su profesión y que, por ello, tendrá iniciativa propia para redirigir las injusticias que la burocracia del crédito imparte en nuestro panorama literario.- José María Abarca Platas. Barcelona.
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