ARTHUR M. HOUSE Pionero de la telemedicina "Estamos donde el paciente nos necesita y sin movernos"
Nació hace poco más de 30 años en Canadá. Su desarrollo ha sido lento pero imparable y los actuales avances tecnológicos le auguran un crecimiento espectacular. Es la telemedicina, un brazo de la asistencia sanitaria capaz de llegar a lugares y situaciones a los que no puede llegar la atención médica especializada en el tiempo conveniente. Aunque paralelamente otros expertos empezaron a ensayar actuaciones telemédicas, se considera al neurólogo canadiense Arthur M. House como el padre de esta modalidad asistencial. "Con la telemedicina los especialistas podemos estar donde el paciente nos necesita y sin movernos de nuestro hospital. Unos y otros pueden estar incluso a miles de kilómetros, pero unidos en el acto médico gracias a las nuevas tecnologías de la información aplicadas a la asistencia sanitaria a distancia", afirma House, catedrático de la Universidad Memorial de Terranova (Canadá).House, que a sus 73 años ostenta un cargo político desde hace tres como gobernador de la provincia canadiense de Terranova y El Labrador, viajó la semana pasada a Madrid para participar en el Primer Ciclo de Primavera de la Salud, organizado por la Fundación General de la Universidad Complutense. Ni su edad ni sus responsabilidades políticas le impiden seguir dedicando parte de su tiempo a su pasión por la telemedicina.
"Con la telemedicina", explica, "se pretende dar una asistencia resolutiva y no cara. Una unidad multimedia puede ser suficiente y es fácilmente transportable. Consiste en un ordenador y un sistema de videoconferencia, que se guardan en un único maletín, más una antena para la conexión vía satélite que, plegada, tiene el tamaño de un ordenador portátil".
Con este sistema es posible, según House, transmitir todo tipo de pruebas diagnósticas en imagen: radiografía, electroencefalograma, electrocardiograma, TAC, ecografía, ecocardiografía, así como análisis de sangre y orina, muestras anatomopatológicas y otras exploraciones.
"A veces es suficiente con una línea telefónica y un fax. La cuestión es que el médico o el personal de enfermería que atiende al paciente disponga de unos medios y esté en conexión con un hospital de referencia en el que haya especialistas que puedan ayudarle en su caso concreto", dice.
Las situaciones que pueden beneficiarse de esta forma de asistencia sanitaria son infinitas, a juicio de este facultativo, que impartió en Madrid una videoconferencia con la Universidad Memorial de Terranova, apoyada tecnológicamente por la empresa española Comitas, dedicada íntegramente al desarrollo de las técnicas de telemedicina.
"Recuerdo una vez que un piloto se estrelló con su avioneta en una zona montañosa aislada. Se quejaba de que le dolía la espalda y el médico que le atendió no detectaba qué le pasaba. Le hizo una radiografía, que transmitió al hospital, y en 20 minutos el neurocirujano de este centro, tras conocer el diagnóstico, le dijo al médico del pueblo cómo debía proceder", cuenta.
Otro tanto, según relata, sucedió en una aldea, "en la que se practicó una ecografía a una mujer embarazada, que la enfermera no sabía interpretar, y a los pocos minutos de mandar la prueba al hospital, el ginecólogo pudo decirle que la gestación se desarrollaba normalmente".
El interés de House por la telemedicina nació porque debía organizar cursos de formación continuada en la provincia de Terranova y El Labrador, que tiene una extensión análoga a España y una población de 500.000 personas. Luego acometió diferentes proyectos con países de África y del Caribe, realizó estudios de transmisión a distancia de datos, hizo consultas médicas con áreas remotas; proporcionó ayuda a una plataforma petrolífera y continuó organizando cursos de formación a profesionales sanitarios. Así, hasta ir desarrollando una amplia red provincial de audio y teleconferencia, que se utiliza como sistema modelo de telemedicina en todo el mundo.
A juicio de House, esta forma de asistencia, que tiene una tasa de fallos similar a la de cualquier práctica médica, no trata de sustituir al modo convencional de proceder en medicina, sino de llegar "con el mayor grado de eficiencia a situaciones en las que de otro modo sería imposible hacer llegar los conocimientos del especialista en el tiempo necesario". Un ejemplo clásico es el del infarto de miocardio en un paciente que reside en una zona aislada, como puede ser la montaña, una plataforma petrolífera o cualquier lugar alejado de un centro asistencial.
"Sabemos que muchos infartados mueren", añade, "porque no reciben asistencia especializada en las seis horas siguientes al episodio coronario. Mediante la unidad multimedia, un médico le hace un electrocardiograma con los registros de 10 electrodos y que en apenas unos segundos puede enviar al especialista. Éste, una vez que haya valorado la extensión de tejido cardiaco afectado, hará un diagnóstico preciso y, en caso de decidir el traslado del paciente en una UVI móvil, seguirá dando instrucciones al médico o personal de enfermería hasta la llegada al hospital".
"Actuar en tiempo útil" es una máxima de la práctica telemédica, apostilla House, porque a veces está en juego la vida de las personas o el que aparezcan o no complicaciones: "En el caso del infarto, desde que el paciente llega a la consulta hasta que el médico dispone del diagnóstico realizado por el cardiólogo del hospital de referencia y recibe sus instrucciones para actuar pasan tan sólo diez minutos".
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