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59ª FERIA DEL LIBRO DE MADRID

La feria cierra sus puertas con optimismo y anuncia cambios para la edición de 2001

Los nuevos directores luchan por la limpieza y transparencia de la lista de los más vendidos

Más de 300 escritores firmaron ejemplares en el último domingo de una feria que se cerró ayer con aire de fiesta y también con cierto cansancio (físico) de quienes han estado a pie de caseta casi tres semanas. En el paseo de Coches del Retiro se habló ayer más del futuro que del presente, de los cambios que proyecta el nuevo equipo directivo de la feria, cambios que la mayoría de libreros, editores y distribuidores ven con buenos ojos: reducción del número de casetas, su reorganización para que resulte más cómoda para los visitantes y, sobre todo, la potenciación de los actos culturales.

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Hay consenso en que la Feria del Libro de Madrid ha crecido desordenadamente en los últimos años, y que al mismo tiempo se ha estancado: aunque ha crecido, el número de casetas no ha aumentado en proporción de los ingresos. "Gente muy interesante ha dejado de venir por el aburrimiento que producen las payasadas comerciales, que han sido llevadas a un extremo burdo", resumió el distribuidor Miguel García, de Visor. "Es indignante que se haya puesto a competir a unos escritores con otros, hasta el punto de que autores tan importantes como Antonio Muñoz Molina o Arturo Pérez-Reverte hayan dejado de asistir".Y este problema, el de las listas de los que más han firmado o de los que más han vendido, es uno de los primeros que piensa abordar el nuevo equipo directivo: Fernando Valverde, presidente del Gremio de Libreros de Madrid y de la feria, y Antonio Albarrán, este año director adjunto y director en la próxima edición.

"El murmullo de los autores es imprescindible en la feria, es el punto donde se encuentran con sus lectores, y hemos de buscar fórmulas verosímiles sobre las cifras que se dan. Hemos de hacerlo por respeto a escritores como Ana María Matute, Alfonso Ussía o Antonio Gala, que se sentirían muy ofendidos si sus nombres fueran manipulados. Insisto, por respeto a su prestigio y buen nombre debemos evitar cualquier manipulación", afirmó Albarrán. Y citó un ejemplo: de los 10 autores que más vendieron hasta el domingo 4 de junio, entre los tres primeros se hallaba un autor que no firmaba en la feria, Pérez-Reverte. "La venta de sus libros venía avalada por los datos facilitados por más de 100 librerías que están en la feria". En cambio, las cifras de otro de los "más vendidos" procedían casi exclusivamente de la caseta de la editorial que lo publica. "Con permiso del presidente", dijo Albarrán, "estableceremos negociaciones con los editores de los 10 o 12 más vendidos para ver cómo reconducimos el tema a partir de ahora".

Evitar corruptelas

El Gremio de Libreros de Madrid es quien organiza la feria, y por eso Albarrán quiso destacar la relevancia del papel que ha de tener su presidente, Fernando Valverde. "Yo seré únicamente el primer ejecutivo de un proyecto en el que también participo. Hasta ahora la feria funcionaba como una empresa gestionada por un administrador único". El nuevo director quiso, no obstante, destacar la labor realizada durante 20 años por su predecesor, Jesús García Bayón. El gremio descargaba en él toda la responsabilidad y apenas intervenía en la marcha de la feria.

Uno de los primeros objetivos de Valverde será tratar de evitar "las corruptelas" que se han producido. "Los nuevos organizadores vamos a ser honestos", dijo Valverde.

El proyecto de reducir el número de casetas a unas 350 causó ayer cierta alarma en el Retiro. En alguna caseta se dijo incluso que a partir de la próxima edición no se permitiría la presencia de editores, sino sólo de libreros. "Tenemos la idea de reducir casetas con la perspectiva de aumentar las ventas", dijo Valverde. "Pensamos en reorganizar la distribución de las casetas por zonas o plazas: las librerías, las librerías especializadas, las editoriales... para que su recorrido resulte más cómodo para el visitante".

"No va a haber ningún golpe de fuerza. Iniciamos un periodo de reflexión", añadió Albarrán. "Tendremos los resultados de una encuesta que se ha realizado entre los expositores [editores, libreros y distribuidores], y eso nos dará muchas pistas. También queremos abrir un foro en Internet con la prensa que sigue la feria. Al fin y al cabo, los periodistas son quienes más se patean el Retiro, y nos parece bueno contar con su opinión profesional. Y a partir de todas esas consultas elaboraremos una lista de las mejoras que se pueden introducir en la feria".

Los nuevos organizadores de la feria están pensando en un nuevo eslogan para la 60ª edición: "Feria y Fiesta del Libro de Madrid". "Nos gustaría hacer compatible el carácter comercial de la feria con el lúdico y cultural", afirmó Valverde. "Queremos aprovechar un foro tan importante como la feria para trasladar al público los problemas de la cultura del libro. Por ejemplo, en estos días deberíamos haber hecho llegar, de manera no reivindicativa, lo que significa la liberalización del precio de los libros".

No lo han hecho, pero sí han encargado imprimir 100.000 separadores de libros con la columna que escribió sobre el tema Juan José Millás el pasado viernes en este diario.

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