Plan de intenciones
El mal de las listas de espera en dolencias de alto riesgo como las cardiopatías y en pruebas diagnósticas sobre el cáncer es más profundo de lo que aparentaba. Su erradicación requiere medidas más radicales y de mayor alcance que las urgentes y aleatorias de un mero plan de choque, según se deduce del acuerdo al que han llegado la ministra de Sanidad, Celia Villalobos, y los responsables sanitarios de las autonomías para coordinar esfuerzos en la lucha contra esta grave deficiencia del sistema público de salud.Parecía que las listas de espera habían desaparecido como por ensalmo. Ése ha sido al menos el mensaje que han pretendido transmitir los responsables de la política sanitaria del PP en la anterior legislatura. Pero ahora hace falta nada menos que una especie de pacto de Toledo sanitario para acabar con ellas. De momento, ese pacto interterritorial no va más allá de la optimización de los recursos existentes: mejor coordinación de los servicios, unificación de criterios para el cómputo de las listas, transparencia informativa, etcétera... Desde luego, constituye un avance poner en común los medios disponibles. Sobre todo que las administraciones establezcan una especie de distrito único en cirugía cardiaca que permita al paciente ser desviado a otro centro hospitalario para ser intervenido dentro del plazo admisible. Pero sin una mayor asignación presupuestaria es dudoso que algunas de esas medidas sean otra cosa que buenas intenciones.
Desde la oposición se ha señalado la contradicción que supone diagnosticar la gravedad del problema y, sin embargo, no aumentar ni en una peseta los recursos presupuestarios. Habrá que esperar al menos hasta el año 2002, en que se revisará el actual acuerdo de financiación. Pero, ¿cómo podrá mejorarse el servicio de quirófanos, infrautilizados en muchos hospitales por falta de personal, sin incrementar el presupuesto? ¿Se tiene la intención de detraer recursos de otros ámbitos? Las posibilidades de optimización del sistema público de salud están lejos de agotarse. Pero si el ritmo de inversión sigue cayendo, como sucede desde hace años, su deterioro será inevitable por mucho que se mejore la gestión. Cuando se trata de pacientes fallecidos en listas de espera es obligado recordar que la proporción del gasto sanitario español respecto del PIB sigue estando muy por debajo de la media europea.
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