Falta de vitaminas
A lo mejor lo que le está haciendo falta a la fiesta es un veterinario que, vestido de bata blanca y con el maletín lleno de fármacos, vaya de ganadería en ganadería repartiendo vitaminas. Es posible que así la alarmante falta de fuerzas que se aprecia en los toros que están saliendo en todas las plazas tuviera algún remedio. No sé si la puesta en práctica de esta propuesta es competencia del Ministerio de Sanidad o tal vez de alguna multinacional de potingues curativos. Sea quien sea, que alguien la ponga en marcha, por favor.Porque ha sido una pena que una corrida tan bien presentada y de juego tan noble y codicioso no haya permitido, por la debilidad de los toros, que los toreros hayan podido hacer un toreo de mayor vibración.
Guardiola / Tato, Puerto, Elvira Toros de Guardiola Fantoni, bien presentados, nobles y flojos
El Tato: cuatro pinchazos, se echa el toro, falla el puntillero -aviso- y dos descabellos (pitos); estocada trasera perdiendo la muleta y descabello (algunos pitos). Víctor Puerto: media delantera y descabello (aplausos y saludos); pinchazo hondo, rueda de peones, pinchazo -primer aviso-, pinchazo hondo, pinchazo, estocada, falla el puntillero -segundo aviso- y cae el toro (ovación y salida al tercio). Alberto Elvira: pinchazo y bajonazo infame (silencio); estocada corta (silencio). Plaza de Las Ventas, 6 de junio. 27ª corrida de abono. Cerca del lleno.
Quien mejor ha sabido intentar el toreo de verdad, y más de una vez lo ha conseguido, ha sido Víctor Puerto, que ha tenido enfrente dos toros muy nobles, de embestida incansable y repetida, y que sólo le han permitido hacerlo a ráfagas. Pero ese toreo ha sido muy ortodoxo. Sus tandas con la derecha en ambos toros han tenido profundidad y ligazón, especialmente la segunda serie de redondos al quinto de la tarde. Fue una tanda con el compás abierto, muy templada y muy sentida. No lució tanto el torero madrileño al torear al natural, porque su primer toro se acostaba y se quedaba corto por el pitón izquierdo y había que tirar mucho de él. Los pases que intentó con la zurda le salieron con menos recorrido y sin remate, pero no por culpa del torero, sino porque al toro se le había acabado ya el gas. Este mismo problema lo tuvo también con su segundo oponente.
La faena a ese segundo suyo y quinto de la tarde le pudo haber deparado un trofeo orejil, de no haber sido porque, en vez de descabellar tras el primer pinchazo hondo, optó por entrar de nuevo a matar, esta vez con muy mala fortuna.
Víctor Puerto hizo, además, el mejor toreo de capote que se vio en la corrida. Fueron buenas sus verónicas al quinto, con el que se salió jugando bien los brazos y ganando terreno. Entró a los quites con variedad y trazó una excelente media verónica como remate a unas tafalleras en su segundo. Una buena tarde de Víctor Puerto, merecedora de esa oreja que perdió por la maldita espada.
En cambio, el dichoso Tato no parece tener remedio. El torero aragonés lleva camino de convertirse en un diestro malogrado y es una lástima que esto le pueda ocurrir, porque tanto de novillero como en sus primeros años de matador de toros era un torero de mejor fuste, sobre todo cuando toreaba al natural.
Hoy El Tato anda metido en el empeño de ejecutar un toreo de muy mal gusto. Con el primero, que sólo tenía el problema de su flojera, empezó con precauciones, despegado y con el pico de la muleta por delante. Iba el toro de maravilla y El Tato se colocaba lejísimos, medio tumbado y con la pierna de salida colocada para el destoreo. La misma tónica tuvo su faena con el cuarto. Otra vez semiacostado, otra vez la pierna para el destoreo y otra vez la muleta en uve.
Hay algunos aduladores de los toreros que justifican esta postura de torear medio tumbado con el argumento de que, como se trata de toreros altos, tienen que doblarse para bajar la mano y poder llevar así a los toros. Pues miren ustedes, no. Manolete era un señor alto y toreaba derecho como un huso. A Luis Miguel Dominguín le llamaban El Patas Largas por su estatura y dominó a los toros como nadie sin necesidad de tumbarse. A lo más que se puede llegar es a romperse por la cintura, como hacía Paco Camino. Pero eso de tumbarse es horroroso. Medítenlo El Tato y sus muchos seguidores.
Mejor gusto para el toreo tiene Alberto Elvira, que toreó muy bien, erguido y vertical. Aprovechó la nobleza de sus dos toros para darles muletazos templados y bien ejecutados. La casta del tercero le desbordó un poquito, haciéndole pasar malos ratos. Con el sexto, tal vez el más flojo de la corrida, Elvira volvió a exhibir su buen gusto y su idea del toreo estético. Se colocó muy cerca y aprovechó la nobleza del animal con pases de no muy largo trazo, pero muy acoplados a la débil embestida.
Babelia
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