Más de cien países reconocen en Malmoe que la globalización es dañina para el medio ambiente El Foro Ministerial de la ONU acepta la idea que desató la rebelión ecologista de Seattle
ENVIADA ESPECIALLos ministros de medio ambiente y delegados de más de cien países que asisten al Foro Ministerial Mundial de Malmoe (Suecia), organizado por las Naciones Unidas, suscribieron ayer una declaración -todavía en borrador- en la que se reconoce el impacto negativo de la globalización en el medio ambiente. Es la primera vez que se da respaldo oficial a una idea que causó las protestas y las algaradas callejeras durante la cumbre de la Organización Mundial del Comercio de Seattle (EE UU) de diciembre de 1999.
Entre los retos que el Programa del Medio Ambiente de Naciones Unidas (PNUMA) identifica para el siglo XXI no figura la globalización económica, un objetivo prioritario en las agendas de los ministros de economía. La deuda externa, la pobreza, los hábitos consumistas, el descenso de las ayudas al desarrollo y la distribución desigual de las inversiones se identifican como contribuyentes al continuo y agresivo deterioro del medio ambiente. Desde que se dio la voz de alarma en 1992 en Río de Janeiro hasta hoy, el mundo apenas ha avanzado en frenar esa tendencia destructiva, y la extensión a los países en vía de desarrollo de los malos hábitos productivos de los ricos no ha hecho sino acentuar la gravedad de muchos problemas medioambientales.Las emisiones nocivas a la atmósfera de los vehículos motorizados se han extendido a todo el mundo; desde 1950 a 1996 se han emitido 23.900 millones de toneladas de gases tóxicos para la salud con un gran impacto sobre el clima. La utilización excesiva de fertilizantes, una mala práctica común a todas las regiones del planeta, y la exposición a productos químicos peligrosos introducen los riesgos de padecer enfermedades como el cáncer o envenenamientos en las comunidades indígenas. La pérdida de los ecosistemas por deforestación o desertización, que dificulta la vida de los animales y las personas, reduce las posibilidades de retención de agua y agrava su escasez cuando la tendencia a incrementar su consumo es cada vez mayor.
Para Jürgen Dormann, presidente de la multinacional Aventis, líder mundial de la producción de fármacos y fertilizantes, la globalización económica o nueva economía significa crear valor y crecimiento. Dormann asegura que la globalización ha creado una enorme cantidad de puestos de trabajo y es causa de que EE UU experimente el periodo más prolongado de crecimiento sostenido, lo que se contagia al resto del mundo. "Tenemos que apoyar el libre comercio, promover el intercambio de información, proteger la propiedad intelectual y desarrollar nuevas formas de participación entre lo público y lo privado", manifestó. Sus palabras, sin embargo, no siempre coinciden con la exigencia del organismo internacional, las ONG y los países en vías de desarrollo, partidarios de que las nuevas tecnologías, menos agresivas con el medio ambiente, no sean patrimonio de los países ricos.
Reclamo financiero
Nadie se podía imaginar hace diez años que la etiqueta "verde" podría ser un reclamo para los inversores financieros. Al mundo económico le resulta difícil disociar el crecimiento del consumo de recursos naturales o energía. Pero en Malmoe se han mostrado ejemplos de todo lo contrario.
El presidente de la inversora Nikko Securities, Masashi Kaneko, ha relatado el éxito de un Fondo Verde lanzado por su sociedad en agosto del año pasado. En sólo ocho meses el fondo ha superado los 241.000 millones de pesetas. Kaneko calcula que el fondo alcanzará un rendimiento de entre el 7% y el 10%, que ya es alto para un país como Japón. El dinero de los partícipes sólo se coloca en empresas que acreditan prácticas ecoeficientes.
Las empresas que reclaman inversión también sufrirán un examen de sus riesgos ambientales por los fondos de pensiones del Reino Unido a partir del próximo mes de julio.
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