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Entrevista:KOICHIRO MATSUURA | DIRECTOR GENERAL DE LA UNESCO

"El reto es la educación de niñas y mujeres"

El japonés Koichiro Matsuura, de 62 años, ha vivido su primera gran experiencia al frente de la Unescol: el Foro Mundial de la Educación, en Dakar (Senegal), el pasado abril. ONU y Banco Mundial acordaron un marco de acción para financiar a los países pobres que presenten un plan de educación básica antes de 2002.Pregunta. Ese acuerdo, ¿permite ser optimistas para una educación básica universal en 2015?

Respuesta. Sí, porque responde a un compromiso de más de 180 países, además de los donantes y de la ONU y, lo que es nuevo y significativo, de una coalición fuerte y activa de ONG que a partir de ahora serán socios imprescindibles en la lucha por una educación para todos.

P. ¿Considera 2002 un plazo realista?

R. Absolutamente. Se va a dar asistencia técnica a los planes, sobre todo en países afectados por conflictos y crisis o por catástrofes naturales. Pero dependerá de la voluntad política de esos países.

P. El marco de acción pone la condición de "esfuerzos serios" del país solicitante. ¿Cómo se va a medir eso?

R. Dakar plantea la consulta e implicación de la sociedad civil, la reestructuración de las prioridades presupuestarias de los Gobiernos, cuyo eje ha de ser la lucha contra la pobreza, y mejoras de gestión de los recursos humanos y financieros.

P. Pero Dakar no ha aceptó la propuesta de las ONG de destinar a educación el 6% del PIB de cada país y el 8% de la ayuda de los países desarrollados.

R. Las ONG y la sociedad civil serán los socios clave. El Foro no ha querido comprometerse a las cifras (por otra parte ampliamente simbólicas) que usted dice, pero sí ha evocado el crónico déficit financiero de la educación básica y ha mostrado su voluntad de remediarlo. Creo que, en el fondo, la postura de los países y de los donantes era diferente a las de las ONG.

R. El Big Bang que separa más y más a ricos y pobres, ¿también se da en educación?R. En muchos países la educación ha registrado un aumento paralelo al de crecientes desigualdades, sobre todo entre escuelas urbanas y rurales. El abismo numérico entre países desarrollados y pobres amenaza con acentuarlas. La Unesco considera que una educación que pretenda ser igualitaria, de calidad, y dotada de los medios pedagógicos modernos, puede y debe estar al alcance de todos.

P. Pero, incluso tras Dakar, hay obstáculos sobre el terreno: por ejemplo, los menores que dejan la escuela por presiones familiares.

R. La gestión de la educación debe acercarse a las comunidades, explicarse mejor y tener en cuenta las realidades económicas y culturales. El reto es la educación de niñas y mujeres. Pero estoy convencido de que para todos los padres lo más precioso es asegurar una buena educación a sus hijos.

P. Las nuevas tecnologías, ¿pueden realmente ser accesibles a todos?

R. Deben serlo. Debemos llevarlas a quienes están al margen y mejorar la calidad en cada aula, incluso la más apartada. Creemos que el sector privado, de la mano con la Unesco y sus socios, debe tener una visión amplia, más allá de la lógica mercantil a corto plazo.

P. Su nombramiento al frente de la Unesco ha provocado comentarios sobre un "nuevo concepto" de la educación, más ligado al desarrollo.

R. No creo estar en el origen de un nuevo concepto. Los análisis y experiencias en los años 90 demuestran el papel capital de la educación en todas las grandes batallas por el desarrollo. A lo que sí animo es a otra implicación de la educación, una educación no formal, holística.

P. Usted va en junio a EE UU, país que se salió de la Unesco. ¿Con qué argumentos intentará que reingrese?

R. EE UU se ha mostrado activo y constructivo en Dakar, y es consciente del lugar importante que le toca en el compromiso colectivo por la educación que ha nacido en ese Foro.

P. En su país, Japón, hay un fuerte debate sobre la urgencia de una reforma educativa.

R. Los resultados son satisfactorios allí, cuantitativamente: alfabetización es del 100%, y acceso total a la enseñanza primaria y secundaria. Pero la calidad no es satisfactoria. Hay mucha violencia y delincuencia juvenil. Hay que mejorar la calidad, concentrarse en los contenidos y en los valores que se transmiten.

P. En lo personal, ¿cómo se orientó usted a la educación y a Unesco?

R. Fue la lógica de un camino siempre trazado por la visión de la paz, tras una infancia marcada por la guerra a dos horas de coche de Hiroshima; y el nacimiento de la ONU, un impulso espiritual inaudito después de aquella prueba. Opté de forma natural por el servicio diplomático de un país, el mío, que daba la espalda a la guerra. Después aspiré, en el seno de esa cooperación internacional, a una dimensión aún más profunda, y ello me llevó derecho a la Unesco y a la educación.

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