Homenaje a Paco Rabal y retrospectiva del actor
El gran Rabal, don Francisco, llegó ayer por la tarde al Festival de Málaga flanqueado por su mujer, Asunción Balaguer, y directores amigos como José Luis García Sánchez, Juanma Bajo Ulloa o Miguel Hermoso. Iba a recibir por la noche un homenaje -además de una interesante retrospectiva de catorce títulos que le dedica el festival- en el teatro Cervantes como reconocimiento a una de las carreras más enormes del cine español, por cantidad, calidad, reconocimiento popular e influencia en el desarrollo de la cinematografía hispana. Rodeado de sus amigos, el actor cruzó la alfombra roja que le llevaba al Cervantes. Mabel Lozano fue dando paso a directores y amigos que insistieron en la generosidad como el rasgo más característico del actor "Paco es uno de los rostros más conmovedoramente humanos del cine español. Nos ha enseñado una manera de vivir", dijo José Luis García Sánchez. Cuando Rabal apareció en el escenario el teatro se puso inmediatamente en pie. Y él respondió con una de sus aficiones más conocidas: largó un romance lleno de ripios y alabanzas a la ciudad, y acabó metiéndose de nuevo al público en el bolsillo. Un documental de su hijo Benito Rabal sobre la faceta más humana del actor cerró el homenaje. Horas antes, en una atestada mesa redonda, Rabal se mostró como un trozo de corazón de varias generaciones de españoles. "La fama es un pedestal para ganar dinero en esta cochina sociedad". Genio y figura, aseguró luego ser "cada día más ateo; yo ya lo era un poquito, llegó luego Buñuel y me hizo un poco más, y luego, Arturo Ripstein, con El evangelio de las maravillas, me remató del todo". Tras elegir tres películas de su filmografía (Nazarín, Los santos inocentes y Truhanes), dijo que el cine español va tan bien "como Aznar dice que va España; el cine español hoy son cinco o seis chicos que han hecho películas muy buenas, pero no por eso puede dejar de defenderse económicamente".
Babelia
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