Trimble trata de convencer hoy a los unionistas para que aprueben el Gobierno conjunto del Ulster
Los tiempos de la dominación unionista han concluido. Los demás partidos existen, y ha llegado la hora de aprender a hablar, pactar, ceder y convivir con ellos. Éste es el mensaje con el que David Trimble se presenta hoy ante la formación que lidera, el Partido Unionista del Ulster, que hoy debe votar el regreso al Gobierno con el Sinn Fein. Si triunfa el no se parará el reloj del proceso de paz. Si vence el sí, recordó ayer el Gobierno británico, la devolución de la autonomía suspendida en febrero será cuestión de días. Tal vez horas. "Es la hora de elegir. La hora de negociar se ha terminado", declaró tajante Peter Mandelson, ministro británico para el Ulster.Trimble parece volver a estar en forma. Una semana después de suspender el consejo unionista previsto para el pasado sábado, acorralado por la certeza de que iba a perder estrepitosamente, el líder unionista y primer ministro del suspendido Gobierno del Ulster ha ido ganando posiciones en estos días de campaña en las filas de su partido. Su máximo oponente, el joven unionista Jeffrey Donaldson, contempló ayer impotente cómo lo que pretendía vender a Trimble como un "plan alternativo" se deshacía como un azucarillo ante el discurso inexpugnable de su líder.
"Siento decir que aquí no hay nada nuevo", dijo simplemente Trimble tras concluir su reunión con Donaldson. Éste había solicitado a Trimble una entrevista, 24 horas antes de la crucial votación de hoy, para intentar conciliar las posturas y evitar lo que puede convertirse en una ruptura irreconciliable del principal partido del Ulster.
No lo logró. Su plan alternativo consistía en volver al Ejecutivo con el Sinn Fein sólo cuando comience de verdad el desarme de su brazo armado, el IRA, y mantener mientras la Asamblea de Stormont operativa preparando los programas de un futuro Gobierno. Pero nada de sentarse a la mesa ya, el lunes, con los denostados ministros del Sinn Fein.
Atrasar el reloj
"Todos podríamos hacer una gran lista de deseos unionistas. Pero tenemos que darnos cuenta de que estamos en un proceso que también implica a otros partidos y que ya ha durado varios años. No puedes simplemente atrasar el reloj uno o dos años. Ese plan no es realista", declaró Trimble tras su encuentro de 45 minutos con el líder de la campaña por el no.
Éste fracasó en su intento de ganarse a Trimble, pero volverá a intentarlo hoy ante los 860 delegados del Consejo unionista, que han visto cómo se convertían esta semana en el anhelado objeto de deseo de los dos frentes en disputa. Son 120 miembros de la ultraortodoxa Orden de Orange, 34 miembros de las juventudes -ambos grupos, recalcitrantes partidarios del no- y cientos de granjeros y empresarios que Trimble y sus aliados han intentado captar en multitud de tés con pastas organizados durante la semana. Ayer, las últimas estimaciones preveían una disputada votación que daría a Trimble el sí por un estrechísimo 2% de diferencia. "Yo preferiría que todo el mundo fuera unionista, pero tenemos que actuar en el mundo real. Respeto el mandato del Sinn Fein, y espero que ellos me respeten a mí", declaraba ayer Ronald Ferguson, uno de los delegados que hoy estarán sentados ante Trimble y Donaldson en el Waterfront Hall de Belfast.
El mismo argumento ha repicado Trimble durante la semana y utilizó ayer Peter Mandelson para dar su cerrojazo personal a la campaña a favor del sí. Aunque se ha mantenido distante de la batalla, que es en realidad un debate entre unionistas, el ministro británico para el Ulster aprovechó ayer un discurso en un hotel de Enniskillen para dejar clara su posición. "La alternativa es sentarse en el pasado lamiendo nuestras heridas o sentarse, como Micawber, y esperar que venga algo mejor. Dejadme deciros, con toda honestidad: nada mejor va a llegar que tenga el apoyo de las dos tradiciones", aseguró Mandelson. Era un mensaje para los delegados unionistas, pero era también un mensaje directo para el número dos del partido, John Taylor, que ayer esperaba aún alguna concesión nueva de Londres para cambiar su negativa a apoyar el sí. A Taylor se le atribuye el control de un 10% de los delegados en el consejo.
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