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El 'papable' más famoso y elegante de Italia

El cardenal Carlo Maria Martini, de 73 años, celebrado especialista en las Sagradas Escrituras, antiguo rector del Instituto Bíblico y durante unos pocos meses de la Universidad Gregoriana de Roma, ha sido una especie de papa doméstico en Italia desde que fue nombrado arzobispo de Milán por Juan Pablo II, en diciembre de 1979. Alto, elegante, de verbo brillante, extraordinariamente culto y hábil en el arte de la diplomacia, ha sido y todavía es el papable más votado por los sectores progresistas de la Iglesia romana.Nacido el 15 de febrero de 1927 en Orbassano, un suburbio de Turín, Martini creció en una familia burguesa -el padre era ingeniero-, que le educó de forma esmerada y lo envió al colegio de los jesuitas. La vocación vendría enseguida en "contacto con la oración y con los ejemplos de los padres jesuitas", como él mismo ha dicho.

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Un progresista

Su credo progresista se resume en un tono general dialogante y en unas cuantas cuestiones claves, como ser partidario de una dirección lo más colegiada posible de la Iglesia católica. Martini ha levantado polvareda en muchas ocasiones; por ejemplo, al recordar, el año pasado, la necesidad de que la Iglesia de Roma defina en términos menos estrictos la primacía del Papa.

En el último sínodo de Europa, en octubre pasado, dejó bien clara también su predilección por los foros colectivos abogando, siquiera veladamente, por la celebración de un nuevo concilio en el que abordar los graves problemas que tienen planteados hoy la Iglesia de Roma: una institución en franca decadencia en Occidente; en fase de expansión en África; perseguida en Asia; en total esplendor, aunque no exento de amenazas, en América Latina.

Una Iglesia extraordinariamente heterogénea en la que Martini representa el lado progresista (todo lo progresista que puede ser un cardenal), capaz de sentarse a dialogar con su verbo brillante sobre todos los temas posibles.

La Iglesia de hoy, ha dicho este cardenal, que no desdeña ningún tema de debate, debe dirigirse al mundo, siempre atenta a los valores de la modernidad y siempre dispuesta a aportar su punto de vista crítico para esclarecer las cosas. No se trata de cerrar los ojos a la complejidad de la sociedad moderna, sino de aceptar el reto de discutir los temas para analizar todas las razones y denunciar los errores.

La figura dialogante de Carlo Maria Martini se ha contrapuesto, a veces, a la del papa Juan Pablo II, más dogmática e intransigente a la hora de afrontar esta complejidad del mundo moderno. Aún así, Martini ha reservado siempre palabras elogiosas al Pontífice.

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