"Condonar la deuda resolvería el problema de los 'sin tierra"
A sus 34 años, Jorge Neri, nacido en la localidad norteña de Parà y padre de cinco hijos, ha sido testigo de una de las matanzas más crueles contra el Movimiento de los Sin Tierra brasileño, del que ahora es uno de sus coordinadores nacionales. Fue en abril de 1996 en la zona de Dorado, y allí murieron una veintena de campesinos y más de setenta resultaron heridos. Los autores, 150 policías militares, fueron absueltos de los hechos hace un año por falta de pruebas. El Movimiento logró revocar el fallo judicial y espera ahora una nueva vista oral. Neri acudió ayer a la comisión de Derechos Humanos del Parlamento vasco, dentro de su gira europea en demanda de un nuevo juicio por aquella masacre y de observadores internacionales.Pregunta. ¿Qué dimensión ha cobrado el Movimiento de los Sin Tierra?
Respuesta. Es un movimiento social que organiza a los trabajadores rurales sin tierra, tiene 15 años de existencia y nació de la demanda imperiosa de una reforma agraria en el país. Nuestra lucha por la democratización de la tierra ha conseguido asentar a 200.000 familias, y cuenta con otras 150.000 acampadas, lo que supone más de dos millones de personas movilizadas.
P. ¿Cuál es la forma de organizar tan amplio contingente humano?
R. Nos distribuimos en campamentos y en asentamientos, y cada uno de ellos se divide por grupos familiares. Cada asentamiento está organizado por sectores como salud, educación, seguridad o comunicación.
P. La historia de estos 15 años del Movimiento habrá sido muy intensa y dura.
R. Por parte de los latifundistas la respuesta con nosotros ha sido siempre muy violenta, y en estos años se han registrado más de 1.500 campesinos muertos en la lucha por la tierra. Los terratenientes reclutan ejércitos de pistoleros y paramilitares para defender sus propiedades e intentan dividir el movimiento.
P. ¿Qué han conseguido en este tiempo?
R. Hemos logrado crear más de mil asentamientos, más de 500 escuelas propias con 100.000 niños estudiando en ellas, casi 2.000 profesores organizados por el Movimiento, 500 técnicos agrícolas y se han creado cientos de agencias de salud.
P. ¿Qué papel ha adoptado el Gobierno brasileño en esta disputa?
R. Es un problema político serio, porque hay una demanda de cinco millones de familias que no cuentan con tierras, lo que equivale a cerca de 25 millones de personas. La demanda de la reforma agraria ha conformado un movimiento muy grande. Esta democratización de la tierra conllevaría por parte del Gobierno una inversión importante para la producción y para las infraestructuras derivadas del nuevo reparto. Lo que pedimos está muy lejos de la actuación real del Gobierno de Fernando Enrique Cardoso, centrado en el recorte de gasto público e inversiones sociales, para financiar más industrias. En los últimos cinco años Brasil ha pagado más de 223 millones de dólares en deuda externa. Si estos recursos hubieran sido aplicados a la reforma agraria, se habría podido asentar a 5,6 familias, que son más de las que hay actualmente sin tierra.
P. ¿La condonación de la deuda externa, solucionaría el problema?
R. Por supuesto. Es imposible afrontar la reforma agraria y la democratización de la tierra si no se condona la deuda externa. Supondría una ruptura del modelo político y económico del país.
P. Usted ha venido para dar una voz de alarma sobre las matanzas y la impunidad de los implicados.
R. Las masacres han sido generalizadas con los sectores marginados: primero, con los indígenas, más tarde con los campesinos, niños de la calle, negros... Hasta que ocurrió la matanza de Dorado la represión nunca había sido realizada desde el propio Estado, sino por paramilitares. El nuevo juicio debería servir para hacer una reflexión sobre este tipo de actos.
P. ¿Han contado con algún respaldo dentro o fuera del país en sus demandas?
R. El Gobierno hasta el año 95 ni reconocía la existencia de un problema agrario. Cuando el Movimiento trasladó su lucha a las ciudades con manifestaciones y marchas quiso hace creer que el problema era el propio Movimiento. Mi viaje a Europa quiere sensibilizar a la opinión pública sobre nuestra situación.
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