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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Réplica

El artículo del señor Lodares publicado el pasado 19 de mayo en EL PAÍS demuestra admirablemente algo que algunos venimos diciendo desde hace bastante tiempo: la educación no conduce automáticamente a la tolerancia, y, en materia de lengua, ambas deben ir de la mano si queremos que nuestros prejuicios no nos impidan ver más allá de nuestras narices.La España monolingüe no es la única que existe. Mi madre, mi abuelo, mis tíos, hablan otra lengua. Mi padre vino a trabajar a esta tierra y no se le impuso ningún apartheid por causa de su lengua (la de todos los españoles). En cambio, mi madre, mi abuelo, mis tíos, cambian de lengua sistemáticamente cuando se dirigen a alguien que no conocen. Si deben escribir, lo hacen en castellano; si hablan con un juez, un policía, un administrativo de la Agencia Tributaria o un taxista, lo hacen en castellano; si quieren leer el periódico, deben hacerlo en castellano (incluso EL PAÍS en su edición de nuestra comunidad). Sin duda, el poder opresor de las lenguas vernáculas debe manifestarse en las sombras, y hacer imposible la vida de los ciudadanos en sus sueños, o en los del señor Lodares.

Éste cree que pedir a un funcionario que pueda atender a mi madre en su lengua no es "amparar los derechos de los bilingües". A ningún trabajador, ni siquiera a un trabajador público, se le obliga a usar ninguna lengua. A los funcionarios se les obliga a conocer las que necesitan para dar servicio a todos los ciudadanos, a los que tienen el castellano como primera lengua, y a los que no. ¿Es eso irracionalidad? En la escuela se procura que, al acabar la escolaridad obligatoria, las personas dominen las lenguas que pueden necesitar en su vida futura, y en esta comunidad son dos (además de las extranjeras). Le aseguro que ningún niño o niña está traumatizado por ello (por cierto, y vivo de enseñar inglés, ya ve que no me salen sarpullidos por cambiar de código de comunicación de vez en cuando). ¿No le parece que si "dejamos en paz a los que sólo hablan español" estamos lesionando los derechos de los que "no sólo hablan español"?

No dudo del poder económico de las lenguas, ni de la eficacia de una nación unida, con una sola lengua. Puestos a pedir y dar ideas de eficiencia económica, cualquier día el señor Lodares se destapará con la petición de una sola voz (no sabe usted qué caro nos sale esto de los partidos políticos, tanta elección y tanta gaita), un solo Gobierno y un solo señor que nos mande.

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A mí me duelen mis impuestos que no se dedican a cooperar con países africanos, la ayuda española a dictaduras asiáticas o del Golfo, nuestra descerebrada política de subvención televisiva (por cierto, la televisión de mi comunidad, absolutamente ruinosa, emite casi en su totalidad en castellano), mi dinero que sufraga el fútbol, etcétera. Le aseguro que mi otra lengua recibe bien poco de mis impuestos, y que no me importaría nada que recibiese algo más.- . .

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