De Superlópez a Iñaki

Entre la primera denuncia contra José Ignacio López de Arriortúa por robo de documentos y la acusación de la Justicia estadounidense caben siete años de febril actividad pero, sobre todo, de caída al vacío del que fuera el fichaje más disputado entre los gigantes automovilísticos, el gurú

de la llamada tercera revolución industrial. Era el admirado

Superlópez,

un ingeniero nacido en un caserío de Amorebieta que hizo temblar a la Bolsa de Nueva York con su huida de General Motors.

Entre una fecha y otra hay un punto geográfico, la N-I a la altura del municipio burgalés de Cogollos, donde López de Arriortúa sufrió un gravísimo accidente de coche que le dejó 40 días en coma y con un traumatismo craneoencefálico cuyas consecuencias todavía sufre. El siniestro, que ocurrió el 8 de enero de 1998, dos días antes de celebrar su 57 cumpleaños, ha dejado en el locuaz y activo ingeniero lapsus de memoria. En su carácter también se adivina un cierto alejamiento de la realidad.

Ya lo demostró en septiembre del año pasado, cuando presentó, con su inglés campechano y con todo lujo de detalles, su proyecto para cumplir el sueño de abrir una planta de automóviles en Amorebieta. Finalmente, todo quedó en eso, en un sueño.

Ahora, retirado de los negocios y con el móvil apagado, la decisión del Departamento de Justicia de Estados Unidos le ha dado de bruces contra la realidad. A Iñaki, el entrañable Iñaki, que estaba tan bien, paseando y soñando en el municipio costero de Busturia.