"Este año me he propuesto dejar huella", afirma el jinete navarro
Nadie conoce a nadie. Sobre todo si la tarde es de rejoneo. De los aficionados de toda la vida, esos que se dirían parte del mobiliario de Las Ventas, ni rastro. La plaza lucía de riguroso estreno. Todo era nuevo, empezando por el cartel: sorprendente mano a mano entre caballeros. El arte ecuestre tiene estas cosas. "Ya lo intenté el año pasado y al final no pudo ser. Quiero hacer cosas nuevas que no sean las colleras de siempre. Este año me he propuesto dejar huella". El comentario es del triunfador de la tarde, Pablo Hermoso de Mendoza.Y, en efecto, todo fue diferente. Por primera vez en su vida, el rejoneador de Estella (Navarra) cortó dos orejas en el mismo toro y, por primera vez en la historia reciente de la tauromaquia, consiguió abrir la puerta grande de las tres plazas mas importantes del mundo en una misma temporada. Antes fueron Sevilla y la monumental de México. "Esto último me lo dijo hace poco un aficionado. No estoy del todo seguro, pero si es así... bienvenido sea", dice con la alegría brincando en la garganta.
"Tarde histórica"
Cumplido con el listado de novedades, el torero se detiene en la herida sufrida por Fusilero. El cuarto de la tarde le corneó en el anca izquierda. "Es una herida de apenas cuatro centímetros". Dado el parte, llega el análisis de una tarde que no duda en calificar de "histórica": "Lo del primer toro no tiene nombre. Ya en el reconocimiento hemos escrito una carta de protesta. Ese animal no veía. Luego se ha demostrado cierto. Se asustaba en cuanto estabas cerca. Con este inicio, la verdad es que, por un momento, se me ha puesto todo cuesta arriba".
Poco duró el disgusto. Salió el cuarto y... "las condiciones del toro no eran para hacer las cosas bonitas. Así que he optado por la emoción. Con pureza y mucha emoción", dice. Fue Labrit el encargado de recibir al astado y de arrojarse a las fauces de un burel "bronco, con la embestida sin temple". Fusilero se llevó la peor parte y para Mazzantini fue el privilegio de una estocada efectiva. "Había perdido el pulso con el rejón de muerte, pero ya empiezo a notarme otra vez bien".
Con el sexto y último de la tarde, llegó el resto: las dos orejas, la puerta grande y, ahí que acudió fiel a la cita Cagancho. "Labrit se ha comportado de entrada como si fuera una muleta, pero luego Cagancho...". Aquí el entusiasmo se desboca: "Este caballo no para de sorprenderme. Sólo le he visto mal en plazas sin importancia. Cuando nota la presión, se crece". Se creció y hubo dos veces que en sendos quiebros se llevó a su enemigo toreado por los adentros. "Esto, la verdad, es que sólo se lo he visto hacer a él", concluye Mendoza dejando para su montura todos los méritos. En definitiva, una tarde llena de caras nuevas en los tendidos, récords, puertas grandes y años prodigiosos: "En este, además, mi galga Mórix ha ganado el campeonato de España".
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