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Reportaje:

Cuba descubre el negocio de su música

El éxito internacional de los cantantes caribeños atrae a la isla a productores y discográficas

La música cubana está de moda. El año pasado más de 6.000 artistas salieron de la isla para actuar en todo el mundo; fueron 900 giras por 52 países, el doble de las realizadas en 1998. En febrero, el grupo cubano Los Van Van obtuvo el grammy en la categoría de salsa por su álbum Van Van is here. En la misma edición, otros seis discos cubanos fueron candidatos a los prestigiosos premios norteamericanos de la música, un récord absoluto. A ello se suma el éxito de Buena Vista Social Club, con millones de copias vendidas, que ha supuesto un espectacular espaldarazo a la promoción de la música cubana en todo el mundo, incluido EEUU, un mercado hasta hace poco cerrado a los cubanos.El gran pelotazo de la música cubana ha despertado el interés de casas discográficas, productores independientes y también de las grandes multinacionales del disco. Algunas de éstas, como Emi, Virgin o BMG ya han desembarcado en la isla discretamente. Hasta el momento sólo son tanteos, pequeñas producciones. Pero anuncian lo que puede venir.

"Hay conciencia de que la música cubana, antes sólo reconocida por su calidad, puede convertirse a medio plazo en un gran negocio", opina el español Federico García, presidente de Caribe Productions, el primer sello extranjero que se estableció en la isla en 1992. Por aquellos tiempos en Cuba había sólo tres estudios de grabación y una discográfica, la famosa EGREM. La edición de discos era muy reducida -60 o 70 al año-, y casi no se dedicaban recursos a la promoción.

Estudios propios

Hoy el panorama ha cambiado. Los estudios de grabación han florecido como champiñones. A iniciativa de Silvio Rodriguez, en 1998 se inauguró Abdala, un estudio dotado de la más alta tecnología, sólo comparable a la que se encuentra en los mejores de EEUU, que costó al gobierno cubano seis millones de dólares. La empresa estatal Artex construyó otro en Cienfuegos y lo mismo hicieron el Instituto Cubano de Radio y Televisión y la EGREM, que ya tiene tres (dos en la Habana y uno en Santiago de Cuba). Silvio, Pablo Milanés, el pianista Frank Fernández y el líder de NG La Banda, José Luis Cortes, también crearon sus propios estudios.

Además, en los últimos años aparecieron nuevos sellos discográficos. Abdala hizo Unicornio, Artex el sello Bis Music, y así surgieron hasta cuatro nuevas discográficas cubanas. Se abrieron las puertas a compañías musicales extranjeras. La primera en llegar fue Caribe Productions. Después entraron Magic Músic, Eurotropical (ambas españolas) y otras; hoy son ya una decena. "Es indiscutible que la música cubana está en su mejor momento", opina Federico García. El bombazo de Buena Vista Social Club sirvió no sólo para consolidar la moda de la música cubana, sino para demostrar que es posible que ésta se convierta en un gran negocio, si es debidamente promocionada.

La Sociedad General de Autores y Editores (SGAE) lo tuvo claro desde el principio. La SGAE abrió una oficina en La Habana en 1997. En la actualidad, 800 artistas cubanos están inscritos en ella, de los cuales el 90% son músicos. Si en 1992 la SGAE invirtió 15.000 dólares en el patrocinio de actividades y promoción de la cultura cubana, en 1996 se gastó 234.000 dólares y esta cifra creció hasta 871.000 dólares en 1998, coincidiendo con las celebraciones del centenario de la independencia de Cuba. Otro dato interesante es que si en 1993 los 21 socios cubanos mayores recaudadores de la SGAE ( Silvio, Pablo, Compay Segundo, los herederos de Lecuona y Miguel Matamoros, entre otros) recibieron en concepto de derechos de autor 78 millones de pesetas, el año pasado obtuvieron el doble.

Pero si la música cubana está de moda en el mundo y el interés de productores y discográficas es cada vez mayor, ¿por qué todavía no ha cuajado el negocio y el éxito del Buena Vista, de Ray Cooder es sólo una prometedora excepción?.

Las causas son diversas y van desde las trabas burocráticas inherentes al socialismo hasta el inefable embargo norteamericano. "Este sigue siendo un gran obstáculo", asegura el presidente de Caribe Productions. "Un ejemplo: Hace poco un sello discográfico norteamericano pirateó el 60% del disco que editamos por el 30º aniversario de Los Van Van. No pagan royalties, y es inútil poner un pleito. Aunque lo ganemos, como parte del dinero es para músicos que residen en la isla, debido al bloqueo jamás se va a cobrar".

Es sólo un caso, si se quiere anecdótico, pero que pone en evidencia un problema de mayor envergadura. La música cubana tiene prácticamente cerrado el mercado norteamericano, que sin duda sería un gran mercado para los artistas de la isla. Cuando los músicos realizan una gira por EEUU, tienen que cobrar por debajo de la manga, pues no es legal. A ello se suma que la existencia del embargo desincentiva a las grandes compañías a entrar de lleno en Cuba. "En otros casos", considera García, "sellos norteamericanos como Caliente, que tienen en su catálogo el álbum de Los Van Van que ganó un grammy y a músicos como Adalberto y Pedro Luis Ferrer, no promocionan a los artistas y distribuyen mal los discos, lo que da mucho que pensar".

El pellizco del Estado

Pese a estas dificultades, el éxito de la música cubana es una realidad. Los músicos se han beneficiado de ello. Cada vez son más los que tienen buenos coches y han comprado nueva casa, todo un símbolo de lujo en la Cuba de hoy. La industria que se mueve alrededor de ellos también se ha modernizado. Conscientes de lo que se puede repartir en un futuro, el Estado cubano también quiere tomar posiciones para agarrar un pellizco de lo que se ve claramente que más pronto o más tarde será una jugosa tarta. Muestra de ello es la reciente creación de Recsa, empresa estatal que representa a las casas discográficas extranjeras establecidas en la isla. "También se ha creado un grupo ministerial discográfico, presidido por el Instituto Cubano de la Música", afirma Ciro Benemelis, presidente de la Feria internacional Cubadisco. Benemelis, uno de los miembros de este grupo, asegura que hasta ahora no existía en la isla una regulación para evitar pirateos y abusos de productores sin escrúpulos que venían a la isla de extranjis, grababan y engañaban a los músicos. "Les firmaban contratos leoninos, les daban una miseria y no les pagaban royaltis", indica.

La misma existencia de Cubadisco, que este año realiza su cuarta edición, es una señal del interés que tiene el Estado en promocionar la música cubana y convertirla en un buen negocio. Este año el encuentro estará dedicado a Santo Domingo y se rendirá homenaje a la rumba, y entre otras figuras actuarán en la isla el pianista dominicano Michel Camilo y el guitarrista español Tomatito, quienes presentarán su disco Spain. Más de quince sellos discográficos extranjeros acudirán a Cubadisco 2.000, y productores de las grandes multinacionales del disco, incluidas las norteamericanas, también acudirán a La Habana como mirones. Todos a la espera de que la moda Cuba se convierta finalmente en un maná.

Abdala y los 'grammys'

Los estudios Abdala son, quizás, la mejor muestra de la apuesta de Cuba por la música. Surgida por inspiración de Silvio Rodríguez en junio de 1998, Abdala está equipado con la más moderna tecnología inglesa, suiza y japonesa. El proyecto, totalmente cubano, ha sido considerado por las revistas Billboard y Pro Sound News Magazine como un estudio "de clase mundial".Su gerente comercial, Germán Piniella, afirma que su competencia no se encuentra en Cuba, sino en Los Ángeles, Nueva York y Londres. "Prueba de ello es que a partir de la consolidación de Abdala muchos sellos discográficos extranjeros han abandonado la práctica de llevar a músicos cubanos a grabar a Estados Unidos o Europa y ahora realizan sus producciones en estas instalaciones. Incluso ya traen a artistas de otros países."

Sellos como Blue Note, Víctor, Warner, Lusáfrica, Eurotropical, Latin World, Polygram, BMG, entre otros, de EEUU, Europa y Japón, han grabado en Abdala a intérpretes de la talla de Chucho Valdés, Cesaria Evora, Los Van Van, Silvio Rodríguez, Frank Fernández, Compay Segundo, Ibrahim Ferrer, Frank Emilio Flynn, y muchos más.

El reciente Grammy concedido a Los Van Van, así como el último CD de Chucho Valdés, Briyumba Palo Congo, también candidato este año en la categoría de jazz latino, fueron grabados en este estudio. Su sello, Unicornio, presenta este año siete álbumes a la feria Cubadisco, entre ellos, Diálogos de la Bella y la Bestia, del guitarrista cubano Rey Guerra, que es candidato a tres premios, entre ellos el de productor musical, categoría incluida por primera vez en el certamen.

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