Un plan urbanístico amenaza los edificios modernistas de El Cabanyal El barrio marítimo de Valencia está declarado bien de interés cultural
Valencia vive un enconado debate urbanístico, político y cultural a causa de los planes del Ayuntamiento, regido por Rita Barberá, del PP, de prolongar la gran avenida de Blasco Ibáñez hasta el mar a través de la trama urbana del barrio de El Cabanyal, declarado bien de interés cultural (BIC) en 1993. Edificios como la antigua Lonja de Pescadores y numerosos ejemplos de un singular modernismo popular están amenazados por el proyecto.
Los políticos del gobierno municipal de Valencia hablan de interés general, de la necesaria regeneración urbana, de acabar con ese tópico que dice que la ciudad vive de espaldas al mar. La plataforma vecinal Salvem El Cabanyal, en cambio, considera que el proyecto de prolongación de la avenida de Blasco Ibáñez no es más que un terreno abonado para la especulación y se opone frontalmente a la desaparición de un patrimonio singular y de todo un modo de vida aparejado a él. A la espera del informe clave sobre el proyecto municipal que ha de elaborar la Dirección General de Patrimonio de la Consejería de Cultura de la Generalitat Valenciana, y también de la aprobación de la Consejería de Obras Públicas, ambas dirigidas por el PP, y apremiada por las críticas y acciones de Salvem El Cabanyal, la alcaldesa Rita Barberá ha propuesto recientemente reconstruir piedra a piedra algunos de los edificios más valiosos, entre ellos la Lonja de Pescadores, un ejemplo de arquitectura industrial de principios de siglo, de sobria construcción, que mira al mar en consonancia con el entramado de calles que discurre paralelo a la costa de lo que fue un poblado de pescadores que se unió a Valencia en 1897.
Esta peculiar disposición constituyó el principal motivo para la declaración del barrio como bien de interés cultural. De hecho, El Cabanyal, que alberga la popular playa de la Malva-rosa, donde el escritor Vicente Blasco Ibáñez tenía su chalé, es un caso insólito de confluencia de dos tipos de interpretaciones del modernismo: la burguesa, de modelo urbano, y la representada por obreros y pescadores, que recrearon de forma libre y original dicho estilo. Son populares las casas unifamiliares de dos plantas, de cara vista, pintadas y decoradas con azulejos y balcones de hierro forjado.
Mientras tanto, tres miembros de Salvem El Cabanyal, que cuenta con el respaldo de la Facultad de Bellas Artes y la Universidad de Valencia, acaban de terminar una huelga de hambre de 21 días que han mantenido en protesta por el proyecto, ha empezado a hacer circular un manifiesto de apoyo del mundo del arte y de la arquitectura y se dispone a presentar la singular inciativa artística Portes Obertes.
Los partidos de la oposición (PSPV-PSOE y EU) han votado en contra de la prolongación de la avenida de Blasco Ibáñez, que seccionará el barrio mediante una vía de 48 metros de calzada y dejará un espacio semejante a ambos lados para la construcción de edificios de cinco alturas. Las inmobiliarias ya están ofreciendo el triple del precio de hace unos años por la compra de las casas situadas en tierra de nadie, en el linde de El Cabanyal y la actual avenida de Blasco Ibáñez. El proyecto afectará a 1.651 viviendas, habitadas en cerca del 70% y que suponen un 16% del total del barrio. Se ha estimado en 9.000 millones de pesetas el presupuesto para expropiaciones. Un tercio de esa cantidad sería suficiente para rehabilitar el barrio, apunta Salvem El Cabanyal. El deterioro del mismo ha sido inducido y conducido, añade la plataforma.
Sin embargo, la intervención urbanística contribuirá a regenerar todo el barrio, según ha manifestado el Ayuntamiento gobernado por Barberá, que ha revalidado su triunfo en todo El Cabanyal en las últimas elecciones, aunque con mucha menos diferencia que en otros distritos de la ciudad. Muchos vecinos han mostrado su indiferencia o su adhesión a los planes municipales, creyendo, según señalan críticamente los representantes de la plataforma cívica, que se les dará un buen dinero por sus casas y se acabará con el mercado de la droga y con la presencia de grupos marginales en el barrio.
Como se trata de una zona BIC (bien de interés cultural), para actuar sobre ella es necesaria una descatalogación, con lo que son preceptivos informes favorables de varias instituciones culturales y políticas. La plataforma indica que el Ayuntamiento ha optado por obviar esta cuestión y hacer una lectura sesgada de la Ley de Patrimonio Valenciano, acogiéndose al artículo que dice que no se podrán alterar los centros históricos, salvo mejora, olvidándose de la prohibición de alterar la trama urbana.
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