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Las instituciones vascas restan importancia a la competencia

La consigna en el Museo Guggenheim Bilbao y en las instituciones vascas que lo sustentan era valorar ayer con optimismo las hipotéticas repercusiones del nuevo proyecto de Frank O. Gehry. Nada de transmitir preocupación por la competencia que abriría un museo de características arquitectónicas similares al construido en Bilbao en la ciudad madre del Guggenheim. Desde el portavoz del Gobierno vasco a los colaboradores del director general del Guggenheim, Juan Ignacio Vidarte, coincidieron en que, pase lo que pase en Nueva York, no ensombrecerá el éxito del museo de Bilbao, que prevé estabilizar este ejercicio el número de visitantes anuales en torno al millón. "Será positivo porque una institución potente en Nueva York nos beneficiaría y, además, supone un reconocimiento del buen funcionamiento de Bilbao", comentó un miembro del equipo del Guggenheim. En la misma línea, fuentes del Departamento de Cultura se limitaron a destacar que los planes del director del Guggenheim de Nueva York, Thomas Krens, sitúan a la institución en mejores condiciones en la ciudad estadounidense. "En el supuesto de que repercuta sobre Bilbao, supondrá ventajas", puntualizaron.

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Al término del consejo de Gobierno, el consejero portavoz, el peneuvista Josu Jon Imaz, hizo un llamamiento genérico a "potenciar las infraestructuras, confiar en la capacidad de la sociedad vasca y no fijarnos en lo que hacen los demás".

Autorización

El acuerdo para la constitución del Guggenheim en Bilbao prevé que la fundación que preside el lehendakari Juan José Ibarretxe, en la que las instituciones vascas tienen la mayoría, tiene que autorizar la apertura de nuevos museos Guggenheim en Europa, con excepción de Venecia, donde ya se exhibe la colección Peggy Guggenheim, y Salzburgo, ciudad en la que fue desechado el proyecto de construir un centro del arquitecto Hans Hollein. Sobre lo que decida Krens en Estados Unidos, en cambio, la fundación no tiene potestad alguna.

Gehry ha afirmado que el Guggenheim de Bilbao cambió su vida. Lo mismo puede decirse de la ciudad desde que abrió sus puertas en octubre de 1997, después de que las arcas públicas vascas invirtieran cerca de 15.000 millones de pesetas. Más del 80% de los visitantes del museo hasta el fin de 1999, viajaron a Bilbao exclusivamente para verlo o alargaron por ello su visita. El resultado es que la actividad del museo ha generado ya más de 10.500 millones de ingresos por impuestos en las Haciendas vascas. Los cálculos apuntan a que en tres años se habrá recuperado la inversión inicial.

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