BIOLOGÍA Cuatro países coordinarán sus trabajos sobre la foca monje
Proteger el hábitat donde viven actualmente los escasos ejemplares que restan de la foca monje atlántica, en situación crítica, será una de las prioridades del plan de recuperación de esta especie en el Atlántico, según el documento que terminó ayer de elaborarse en el Instituto de Ciencias Marinas de Las Palmas en el curso de una reunión internacional, coordinada por el Ministerio de Medio Ambiente español, concretamente por el biólogo Luis Mariano González, en la que participaron técnicos de Marruecos, Mauritania y Portugal. "Desde ahora se realizarán actuaciones coordinadas entre los cuatro países para recuperar una de las cinco especies más amenazadas del mundo", subrayó González. Según los últimos datos, de la foca monje (Monachus monachus)quedan en todo el mundo entre 300 y 500 ejemplares, en cuatro áreas incomunicadas -Mar Egeo, Mar de Alborán, Madeira y Sáhara Occidental-. En las áreas atlánticas quedan unos 170 ejemplares.La experiencia de conservación de Portugal ha sido clave en esta reunión. La protección de las islas Desertas, en Madeira, como reserva natural, ha permitido que en unos años la segunda colonia más importante del mundo pase de 8 a 23 ejemplares, según explicó el director de esta área, Henrique Costa-Neves. La tranquilidad ha hecho que incluso las focas cambien su comportamiento de cría; poco a poco, las madres jóvenes abandonan las cuevas para reproducirse en las playas, como hacían históricamente. Esto supone, según González, que el animal vuelva a ocupar su hábitat original y que la población tenga más posibilidades de recuperarse.
En España
En el plan se desglosa una serie de actuaciones que cada país deberá cumplir. "En el caso de España, donde por desgracia la foca fue extinguida por el hombre, deberemos mejorar el hábitat potencial", añade el biólogo. Se recomendará, por tanto, que sea prioritaria la conservación de lugares donde vivió antiguamente, como son la costa oeste de Fuerteventura y el norte de Lanzarote.
Este documento también destaca la necesidad de que haya un dispositivo de alerta por si volviera a repetirse la mortandad de 1997, en la que desaparecieron dos terceras partes de la colonia de Cabo Blanco (Sáhara Occidental), por causa de una marea roja y un virus. En la actualidad hay unos 150 ejemplares. Este plan pide que se doten de financiación las actuaciones a través de organismos internacionales como es el Convenio de Biodiversidad, que cuenta con un fondo propio; el convenio para la conservación de especies migratorias, conocido como Convenio de Bonn o el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente, la Comisión Europea, el Ministerio de Medio Ambiente español y la Agencia Española de Cooperación Internacional.
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