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Tribuna
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Autovía por el pulmón de Alicante

Sobre la polémica autovía que se está construyendo de Alicante a Alcoy, en el tramo que pasa por las inmediaciones del llamado Balcón de Alicante, ubicado en la sierra del Maigmó, existen diversas posturas encontradas: los más conservacionistas o ecologistas creen que este paraje está recibiendo una irracional embestida de cara a la debida conservación de esa sierra tan entrañable para los alicantinos por tratarse del bosque más próximo a Alicante, situado a tan sólo 25 kilómetros de la capital de la Costa Blanca. Sin embargo, los amigos del progreso y, sobre todo, de la comodidad, afirman que el itinerario es el mejor posible a fin de que no haya curvas, se ataje y se llegue lo antes posible a Castalla.Tratando de ser objetivos, lo cual no resulta muy fácil, pues para innumerables alicantinos, así como para los residentes de Tibi, Ibi, Castalla y Onil, el Maigmó representa el único gran bosque cercano (por esa razón muchas personas de la capital lo denominan "el pulmón de Alicante"), no parece que la autovía esté creando un desastre ecologico; sin embargo, sí pienso que se tendría que haber trazado por la carretera que va a Ibi, la cual ya hace años que la arreglaron y tiene pocas curvas. De Ibi se empalmaría con Castalla y de esta villa con la autovía de Madrid y, en sentido contrario, se uniría con Alcoy. Esa es, de todas las opciones, la que resulta mejor ecológicamente hablando. Centrándonos en el itinerario real, por donde operan las máquinas, si bien es sensato que estén aprovechando las rectas existentes justo debajo del pico del Maigmó, cuando comienzas las curvas de la carretera antigua (cerca de Castalla), se podría haber diseñado por la misma vía antigua o muy cerca de ésta y no por su margen izquierdo que, al estar más cerca del bosque, tiene mayor impacto ecológico.

Aunque parezca mentira, la autovía será beneficiosa ecológicamente en un aspecto nada despreciable: la sierra del Maigmó estaba muy expuesta al peligro de incendio porque la carretera antigua, al ser muy estrecha, las colillas que tiraban los conductores irresponsables, no han quemado el bosque de puro milagro. Cuando esté acabada la autovía, ese peliro será menor; ya que en una carretera ancha resulta más difícil que una colilla llegue a los matojos y desencadene una catástrofe en el bosque.

Uno de los problemas más graves de nuestro tiempo es cómo compaginar el progreso y el desarrollo económico con la defensa del entorno natural y su debida conservación. En este punto, aún muchos ingenieros y ciudadanos en general no estamos lo suficientemente sensibilizados ecológicamente y, por esa causa, no se ha reparado en que han trazado una vía justo donde se encuentra una charca natural e imprescindible para la supervivencia de infinidad de aves y mamíferos. Según me contó un vecino de Castalla, la autovía destruía una de las pocas charcas o manantiales de la zona. No sé si realmente es así; pero por desgracia sí que es práctica corriente. Lamentablemente, he observado que los ayuntamientos han dado licencias de obras precisamente encima de las escasas y pequeñísimas lagunas que hay por la zona de secano que va desde Alicante a la cara sudeste del Maigmó. Hasta en el barrio de Carolinas de Alicante, cerca de la calle de Pérez Vengut, detrás de un colegio público, había un manantial, donde bebíamos los críos a diario, pero la vorágine depredadora de nuestra época lo ha destruido, cuando se debía haber construido una plaza o un parque, regado con agua natural y sin ningún gasto del preciado líquido elemento para el contribuyente. Con lo extraordinario que era en un Alicante tan seco disfrutar de un manantial, se lo han cargado, han desperdiciado el agua tirándola por una alcantarilla y han edificado encima del antiguo manantial. Lo mismo está sucediendo con quienes vivimos en partidas rurales, en ocasiones los ayuntamientos han dejado construir encima de charcas naturales, cuando ese espacio se debería proteger, sobre todo por la escasez de agua y porque el cambio climático ya también las va desecando, sin necesidad de que nosotros las vayamos destruyendo. Este problema es tan grave para la supervivencia animal que al lado de mi casa campestre he construido dos abrevaderos de cemento de un metro cuadrado (que lleno semanalmente con agua de grifo) y no paran de beber en él aves, insectos y todo tipo de animales.

Si los partidos políticos y las asociaciones ciudadanas velasen más por la conservación del entorno, podrían ilusionarnos a muchos españoles que, si bien reconocemos el actual grado de desarrollo económico en España, nos molesta que éste se lleve a efecto con demasiado deterioro ambiental.

Raimundo Montero es profesor de Filosofía.

Raimundo Montero es profesor de Filosofía.

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