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Reportaje:

Subir los impuestos del tabaco reduce el consumo Elevar un 10% el precio evitaría 10 millones de muertes, según un informe del Banco Mundial y la OMS

Cien millones de muertes se ha cobrado el tabaco en el siglo XX, según un reciente informe del Banco Mundial auspiciado por la Organización Mundial de la Salud (OMS). El hábito de fumar mata a cuatro millones de personas al año en el mundo, cifra que aumentará hasta 10 millones dentro de 30 años. Esta epidemia afectaba sobre todo a los países ricos, pero en la actualidad se está desplazando a los pobres, hasta el punto de que dentro de 20 años 7 de cada 10 muertes por el tabaco se darán en las naciones con ingresos bajos y medios. El Banco Mundial sostiene que aumentar los impuestos reduce el consumo y, en consecuencia, la mortalidad. Ésta es una de las medidas que propone este organismo para luchar contra el tabaquismo.

El Banco Mundial, organismo internacional con sede en Washington (Estados Unidos), recoge en su informe una serie de estrategias para luchar contra el tabaquismo sin dañar la economía, entre las que destaca el incremento de los impuestos de los cigarrillos. Aunque esta medida perjudique inicialmente a los fumadores con recursos que no pueden o no quieren dejar el tabaco, se ha demostrado que es globalmente eficaz. Pero debería acompañarse de programas para facilitar que los adictos al tabaco puedan dejarlo.El informe, promovido por la OMS, fue presentado el pasado fin de semana en Madrid en una reunión organizada por el Ministerio de Sanidad y Consumo y el Comité Nacional de Prevención del Tabaquismo, con la colaboración de la Unión Internacional contra el Cáncer y la Health Education Autorithy del Reino Unido.

Para el epidemiólogo español Joan Ramón Villalbí, presidente del Comité Nacional de Prevención del Tabaquismo, conseguir que una persona deje de fumar tiene un rendimiento en esperanza de vida tres veces superior al de controlar la hipertensión y casi diez veces más alto que el de controlar su colesterol. "Por ello", indicó, "el control del tabaquismo debe ser una de las mayores prioridades sanitarias de un país".

El Banco Mundial sostiene que los impuestos que gravan los cigarrillos no causan pérdidas de empleo a largo plazo en la gran mayoría de los países que han desarrollado esta estrategia. Destaca también que esta medida es sumamente eficaz para reducir el consumo de tabaco y no supone un descenso de los ingresos estatales. El informe demuestra que, según los análisis más conservadores, un aumento impositivo que incrementara el precio de los cigarrillos un 10% en todo el mundo obligaría a dejar el tabaco a 40 millones de fumadores y evitaría un mínimo de 10 millones de muertes por esta causa. Esta medida se acusaría especialmente en los países en desarrollo y en los sectores de la población con menos ingresos, como los niños y adolescentes, que abandonarían el hábito o no lo adquirirían.

En la actualidad, en los países con más ingresos las tasas equivalen como promedio a las dos terceras partes o más del precio del paquete de cigarrillos, mientras que en los países con ingresos más bajos los impuestos no suponen más de la mitad del precio.

Según Prabat Jha, experto del Banco Mundial, un aumento del 10% de los impuestos en el precio del tabaco incrementaría los ingresos del Estado por este motivo en un 7% global, con diferencias por países. "En China, por ejemplo, un cálculo conservador sugiere que aplicar ese aumento de la carga impositiva de los cigarrillos reduciría el consumo un 5% e incrementaría la recaudación un 5%. Este aumento bastaría para financiar un paquete de servicios sanitarios esenciales para la tercera parte de los 100 millones de habitantes más pobres del país".

Christine Godfrey, del Centre for Health Economics de la Universidad de York (Reino Unido), recordó que su país es uno de los que más gravan el tabaco y también uno de los que más han conseguido combatir este hábito, mientras que "en el extremo contrario se encuentra España, donde los impuestos no son muy altos y el precio es de los más bajos de Europa".

La carga fiscal del tabaco en España es del 72,7%, con un precio final de paquete más caro en estancos de 375 pesetas. En el Reino Unido la carga fiscal es del 86,5%, con un precio final de 1.100 pesetas el paquete más caro.

Prohibir la publicidad

La experta británica subrayó que cuando se suben los impuestos hay que luchar con fuerza contra otro frente, el del contrabando, "mediante enérgicas medidas frente a esta práctica delictiva". Un representante de la Agencia Tributaria española expuso en esta reunión que la tasa de contrabando de tabaco en España en 1995 era del 16,8% y "actualmente es del 5%, el nivel más bajo de Europa".

Otras acciones no tributarias que recomienda el Banco Mundial son las prohibiciones relacionadas con la publicidad y la promoción del tabaco, las advertencias sanitarias en lugares destacados del paquete de cigarrillos, la difusión de los hallazgos procedentes de investigaciones sobre los efectos del tabaco en la salud y las restricciones al consumo en espacios públicos y lugares de trabajo, que según los cálculos más conservadores lograrían reducir la demanda un 7%. En otras palabras, dejarían de fumar 23 millones de personas y se evitarían cinco millones de muertes.

A juicio del experto del Banco Mundial, también habría que facilitar el acceso a los fumadores a las terapias para abandonar el tabaco, pues en los países industrializados "en torno al 80% de los adictos lamentan haber empezado a fumar y confiesan que lo dejarían si pudieran".

Respecto al miedo de los gobiernos a la pérdida de puestos de trabajo por la guerra contra el tabaco, Jha señaló que, según indican todos los estudios, un descenso en la demanda de tabaco no supone una disminución de la tasa global de empleo del país, puesto que el dinero que los fumadores emplean en cigarrillos "lo destinarían a otros bienes y servicios, a otras actividades de ocio, y esto generaría riqueza y empleo en sustitución de lo perdido en la industria del tabaco".

25 años de vida perdidos

El tabaquismo, comparado con otras conductas arriesgadas, supone un riesgo de muerte muy alto, según el informe del Banco Mundial. En virtud de este mismo documento, la mitad de todos los fumadores crónicos perderán la vida por enfermedades causadas por el tabaco y de éstos otra mitad morirá entre los 35 y los 69 años, con una pérdida media de 20 a 25 años de vida. El cáncer (en especial, el de pulmón), las enfermedades cardiovasculares, las patologías respiratorias y otros muchos procesos producidos por el tabaco generan unos altos costes sociosanitarios, a juicio de Prabat Jha, del Banco Mundial.

Datos del Ministerio de Sanidad y Consumo indican que el 30% de todas las muertes en la población española de 30 a 69 años de edad se deben al hábito de fumar. En estos momentos son atribuibles al consumo del tabaco en España el 30% de todos los fallecimientos por diferentes tipos de cáncer, el 85% de los producidos por cáncer de pulmón, el 35% de los causados por cardiopatías isquémica (infarto, angina de pecho, muerte súbita) y el 90% de los generados por enfermedad pulmonar obstructiva crónica. Según la Encuesta Nacional de Salud de 1997, el 35,7% de la población española mayor de 16 años es fumadora (44,8% de hombres y 27,2% de mujeres). En general, el consumo está descendiendo en los varones e incrementándose en las mujeres.

Datos del Ministerio de Sanidad y Consumo evidencian que en 1994 sólo una de las cuatro dolencias más frecuentemente asociadas al tabaquismo, la enfermedad pulmonar obstructiva crónica, originó unos gastos sanitarios y sociales de 146.494 millones de pesetas.

"En los países de ingresos altos", apunta, "la atención de la salud relacionada con el tabaco representa entre el 6% y el 15% del total de los costes sanitarios anuales. En cualquier año estudiado, los costes sanitarios de los fumadores superan como promedio los de los no fumadores, aunque muchos de ellos mueran antes y, en consecuencia, dejen de generar gastos sanitarios".

El informe del Banco Mundial revela que un alto número de fumadores no conocen plenamente los altos riesgos de enfermedad y muerte asociados al hábito de fumar. En los países de ingresos medio y bajo, muchos de ellos incluso ignoran la existencia de cualquier tipo de riesgo. Así, en China el 61% de los fumadores interrogados en 1996 creían que "el tabaco producía poco o ningún daño". En los países de ingresos altos, los fumadores saben que asumen un riesgo de salud, pero consideran que su magnitud "no es tan grande ni está tan demostrada como creen los no fumadores".

Fumar matará más que el paludismo o la tuberculosis

Según las previsiones del Banco Mundial, dentro de 20 años, de los 10 millones de muertes que causa el tabaco en el mundo siete se producirán en los países en desarrollo. Para entonces el fumar matará en estas regiones más que el paludismo o la tuberculosis.

"Es evidente que si antes fumar era de ricos, ahora es de pobres. Se ve claramente en los países desarrollados que quienes más han abandonado el tabaco son las clases con más nivel económico y cultural. Además este hábito está arraigando ahora con fuerza en los países en vías de desarrollo, que han empezado más tarde a fumar, pero que no dejan el tabaco o tardan mucho más en abandonarlo", afirma Prabat Jha, experto del Banco Mundial.

Según Jha, el hábito de fumar se adquiere a edades cada vez más tempranas. En los países con mayores niveles de ingresos, alrededor de 8 de cada 10 fumadores empezaron a fumar en la adolescencia. La edad de inicio en los países de ingresos medios y bajos oscila en torno a los primeros años de la veintena y se empieza a observar una tendencia a descender.

Si actualmente fuman 1.100 millones de personas en todo el mundo, el Banco Mundial prevé que en 2025 la población fumadora alcanzará los 1.600 millones, la mayoría de ellos en los países en vías de desarrollo. Las tabaqueras están desplegando una potente campaña en estos países en los que la publicidad asocia el hábito de fumar a una actividad de prestigio y a tener éxito entre los blancos. Estas campañas están especialmente dirigidas a los sectores más jóvenes de la población, que son los más vulnerables y los que garantizan un contingente mayor de adictos.

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