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Sanleón destruye para "evitar conflictos" su escultura impuesta al IVAM

El consejo rector del museo se reúne hoy en un tenso ambiente para tratar la polémica

Ferran Bono

El artista valenciano José Sanleón decidió ayer, "a título personal", destruir su escultura pública El esclavo para "evitar conflictos de tipo político y cultural". La pieza ha sido objeto de una airada polémica en los últimos días, debido a que las consejerías de Obras Públicas y Cultura de la Generalitat valenciana la instalaron a las puertas del Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM), obviando la opinión contraria de la dirección del museo. Una cuadrilla de operarios procedió en la tarde de ayer a la destrucción de la escultura de hierro, de más de una tonelada de peso

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Política tras un museo

Horas antes de destruir en presencia del propio artista la escultura pública, propiedad de Obras Públicas, Sanleón rechazó la oferta del rector de la Universidad de Valencia, Pedro Ruiz, de ubicarla en el nuevo campus. El artista agradeció el interés del rector, pero señaló que se trataba de una "humillación no intencionada". De humillación tildó también la propuesta del museo de restaurar la pieza y guardarla en su almacén. De hecho, reiteró que sólo su instalación en el IVAM puede "dignificar" la pieza de los "ataques continuos de un sector reaccionario" cuando estaba emplazada -hasta el pasado viernes- en una céntrica calle de Valencia. "La escultura no sale de ahí si no es en estas condiciones", afirmó. El espectáculo de la destrucción de El esclavo concitó la atención de decenas de personas. Entre ellas se encontraba el director general de Arquitectura y Vivienda, José María García Zarco, quien encargó la escultura hace cinco años. "Vengo a estar con Pepe Sanleón", dijo el único representante político presente. García Zarco dio por hecho que aceptaba la "determinación del artista" de destruir la obra pública y aseguró que la Consejería de Obras Públicas no había contratado a los operarios provistos de discos radiales y sopletes de autógena.

Sanleón evitó pronunciarse sobre el responsable del pago. Por la mañana había confirmado en conferencia de prensa que su intención de destruir la obra contaba con "el apoyo de las consejerías de Cultura y Obras Públicas". Explicó, además, que nunca cobró la pieza, porque la empresa adjudicataria que debía pagarle se había declarado en suspensión de pagos.

Sacralizar

La destrucción de una obra pública abre otra polémica de distinto carácter que la que ha creado tensiones en la relación entre el director del IVAM, Juan Manuel Bonet, y las consejerías de Cultura y Obras Públicas. Para Sanleón, sin embargo, no ha habido una ruptura de la autonomía de gestión del museo, como se ha denunciado desde múltiples frentes, "porque el IVAM es una programación y una filosofía de entender el arte contemporáneo". El artista, conocido sobre todo por su faceta como pintor -el IVAM tiene dos piezas suyas-, añadió que se ha "sacralizado, hasta perder el sentido de la cordura", el espacio emblemático para todos los museos, como es su acceso principal, donde se instaló la escultura.

Sanleón agradeció el apoyo de las instituciones y dijo no sentirse utilizado. Tambien aseguró que no le ha influido el manifiesto firmado por algunos de los más prestigiosos representantes de la cultura española. Antes, sin embargo, había afirmado que la decisión de destruir la pieza respondía a la "reacción de un sector amplio del mundo de la cultura" y para que "el museo no se sienta desprestigiado".

Mientras tanto, se han ido añadiendo nombres a los más de 200 firmantes del manifiesto de apoyo a Bonet, como Eduardo Chillida, José Saramago, Carmen Calvo, Luis Gordillo, Román Gubern y Jorge Herralde, entre otros.

De esta manera, se afronta hoy un consejo rector que se presenta muy crispado, aunque el hecho de haber desaparecido la escultura puede contribuir a conciliar posiciones.

Con toda probabilidad, se pondrán de manifiesto las diferencias entre los consejeros nombrados a propuesta del director del museo y los designados por la Generalitat. El presidente del órgano es el consejero de Cultura, Manuel Tarancón; la vicepresidenta, la directora general de Promoción Cultural, Consuelo Ciscar, y el secretario, el mismo que el de la consejería, Fernando Cano. Los vocales son el propio Bonet; los críticos y estudiosos Román de la Calle y Serge Fauchereau; el miembro del Consell Valencià de Cultura Manuel Muñoz; el director del Centro Gallego de Arte Contemporáneo, Miguel Fernández-Cid; la conservadora Margit Rowell; el director de la Berlinische Galerie, Jörn Merkert; el director del parque temático Terra Mítica, Miquel Navarro, y el director de la Academia de Roma, Felipe Garín.

Las fuerzas se presentan equilibradas, si bien lo realmente complicado será que todas las diferencias evidenciadas durante estas dos semanas no pasen factura.

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Sobre la firma

Ferran Bono
Redactor de EL PAÍS en la Comunidad Valenciana. Con anterioridad, ha ejercido como jefe de sección de Cultura. Licenciado en Lengua Española y Filología Catalana por la Universitat de València y máster UAM-EL PAÍS, ha desarrollado la mayor parte de su trayectoria periodística en el campo de la cultura.

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