La máquina también pueder ser bella
En los 100 años de vida del sector de máquina-herramienta, más de 600 empresas vascas se han dedicado a esta actividad, que no ha dejado de crecer cualitativa y cuantitativamente, sobre todo desde la década de los años 80. Entonces es cuando los fabricantes vascos, que aportan el 80% de la producción española de máquina-herramienta, superaron su retraso histórico respecto a otros países, dejaron de copiar ideas y se subieron al carro de la tecnología, aprovechando la revolución de la microelectrónica y el control numérico. La Bienal Internacional de Máquina-Herramienta, cuya 21ª edición se clausuró ayer en Bilbao, ha crecido al abrigo de este sector, que saca al mercado cada año 2.000 nuevos modelos con los últimos avances tecnológicos. La Feria de Muestras de Bilbao se convierte así cada dos años en el escaparate de los últimos modelos en máquinas-herramienta, instrumentos imprescindibles para fabricar cualquier elemento metálico, desde un tornillo hasta un tenedor.
Este año, además, quizá por el llamado efecto milenio, el sector se ha superado y en la feria se han expuesto más robots que nunca. De entre las más de 10.000 máquinas que han abarrotado el recinto ferial bilbaíno, destacan, por curiosas, un robot que hablaba con la gente y ha hecho las delicias de los numerosos estudiantes de Formación Profesional y de ingenierías técnicas que se han acercado hasta la bienal. Y también la idea de Industrias Lan Bi, dedicada a la fabricación de máquinas de medida, que, a falta de un operario que quisiera demostrar in situ a los visitantes el funcionamiento de su producto, ha construido un robot con forma humana, peluca, buzo y casco que, durante los ocho días de la feria sin interrupción, ha estado manejando una máquina para el ensamblaje de paliers de transmisión.
Pero, curiosidades aparte, las máquinas expuestas en la feria hablan por sí solas del avance del sector. Buen ejemplo de ello es la máquina de electroerosión por hilo de Ona Electroerosión, que ha ganado el premio nacional de diseño en máquina-herramienta que organiza, en el marco de la bienal, el centro de diseño DZ de la Diputación vizcaína. El galardón, único de sus características en Europa, no es fácil de conseguir. Ona Electroerosión lo sabe bien, porque en la anterior edición de la bienal, en 1998, se quedó sin el premio "porque el jurado detectó un pequeño fallo de seguridad en un aspecto técnico", explica Xabier Maidagan, director comercial de la empresa.
En esta ocasión, la firma no ha descuidado ningún detalle tecnológico, ergonómico, estético, ni de seguridad, y ha logrado el galardón por su máquina de electroerosión por hilo [corte de piezas de acero y otros materiales mediante chispas eléctricas] Arion K-500. Este ingenio destaca a simple vista por su atrevido color lila feminista, casi una provocación en el hasta ahora mundo gris de los talleres industriales. Pero es que las cosas están cambiando a un ritmo vertiginoso.
Los colores lila y amarillo chillón que distinguen las máquinas de Ona Electroerosión tienen su justificación. "Son colores suaves, de difícil limpieza, que te obligan a ser más limpio y meticuloso en el trabajo", explica Maidagan.
"La máquina no sólo tiene que ser buena, sino tiene que parecerlo". La sentencia es de Iñigo Etxebarria, el diseñador de la prensa de husillo de la empresa de Mondragón Gamei que ha ganado el premio de diseño, en la categoría de deformación. La máquina premiada, que se ha expuesto en la feria, es un producto que lleva vendiendo Gamei desde la década de los 40, sin apenas variaciones estéticas. Cuando se han animado a cambiarla, incorporando criterios tecnológicos, de fácil manejo, de insonorización y de mayor limpieza, los resultados han sido espectaculares. "La anterior máquina parecía soviética y es la que se expuso hace dos años en la bienal", apunta el diseñador.
Cada vez son más las empresas que abandonan los diseños tradicionales de las máquinas y apuestan por una nueva estética que, en palabras, de Luis Goenaga, gerente del centro tecnológico Fatronik, "cambia el buzo del operario por una chaqueta". "El diseño convierte el taller en una oficina", recalca. Fatronik se ha llevado una distinción especial por una fresadora que incorpora la alta velocidad, criterios de flexibilidad y una reducción consideble de tamaño, un criterio muy a tener en cuenta en Euskadi, donde la falta de espacio coloca el metro cuadrado de suelo industrial a precios desorbitados.
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