Polémica sobre los derechos del Cristo del Corcovado
Los millones de turistas que cada año suben a lo alto del famoso Cristo del Corcovado para contemplar la imponente vista de Río de Janeiro ignoran seguramente que la escultura, de 38 metros de altura, esculpida en París por el escultor francés, de origen polaco, Paul Landoski, sobre un diseño del brasileño Carlos Oswald, es el centro de una polémica por los derechos de propiedad. En este momento, Landoski, fallecido en 1961, tiene en París una exposición en el Petit Palais, con escenografía de Bob Wilson y con un nuevo libro sobre su obra.Este artista del art déco dejó en su testamento que había cedido los derechos de su obra de arte a la archidiócesis de Río, pero prohibiendo, al mismo tiempo, todo tipo de comercialización del Cristo. Y, sin embargo, pocos objetos del mundo son hoy motivo de mayor explotación comercial que el Cristo del Corcovado, cuya imagen, convertida en objeto turístico, se reproduce en los objetos más increíbles, desde llaveros a lámparas para la mesita de noche.
De ahí que la familia del escultor fallecido en 1961, capitaneada por su hija François, haya acudido a los jueces pidiendo, por lo menos, los derechos sobre dicha comercialización ya imparable.
La curia arzobispal de Río alega que ella no gana nada con la comercialización del Cristo y que, además, ha prescrito, cosa que niegan los abogados de la familia del escultor. Al revés, el alcalde de Río, Luiz Paulo Conde, hijo de padre gallego, afirmó ayer que a él le parece justo que la familia del famoso escultor pida esos derechos.
La polémica está servida, precisamente en el momento en que, con motivo de los 500 años del descubrimiento de Brasil, que tendrá lugar el 22 de abril próximo, la estatua del Cristo está recibiendo una operación de estética facial para quitarle las arrugas del tiempo.
El Cristo del Corcovado, que se puede ver desde cualquier lugar de la ciudad, con sus brazos abiertos, se ha convertido ya en una especie de símbolo-fetiche protector de creyentes y no creyentes.
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