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Roberto Verino se inspira en el jazz y propone el lujo nocturno La piel será la reina de la temporada

En el antiguo Museo de Arte Contemporáneo, en Madrid, Roberto Verino presentó ayer una colección llena de sensualidad nocturna con su propuesta para el otoño-invierno de 2000 a 2001. En ocho series distintas, el modista de Verín ha presentado una colección que se apoya fundamentalmente en el lujo y en un uso discrecional del oro, donde el color empieza en gamas brillantes para terminar en la solemnidad del negro.

Al principio, la cantante Paula Bas desgranó su espléndida voz con temas tradicionales de Cotton Club, ese aire de cabaré neoyorquino de los años cuarenta donde conviven un cierto aroma oscuro y un lujo tan sensual como perverso. La cantante luego se sentó en el diván de Freud y las modelos comenzaron un desfile al compás del clásico tema de Henry Mancini para La Pantera Rosa. La piel teñida de violeta, el visón, las costuras a vista y cantos cortados con crudeza fueron la tónica general. El pantalón para la mujer se impuso casi hasta el final, primero en pitillo y luego ligeramente acampanado, interpretándose a veces en terciopelo morado, en lanas frías. Así se dio paso a una espléndida serie azul profundo, donde el vaquero adquiere carta de identidad dentro del lujo sofisticado y se combina sin complejos ni formalidades con la nobleza de la piel.

Señalemos la espléndida gabardina de piel satinada en brillo, la espiga en sutil color avellana y las cortas cazadoras en rojo de Flandes.

Para el hombre hay que señalar, entre otras cosas, el toque de humor en los mocasines de serpiente y una primera serie en beis donde también se hace amplio uso de diversos tipos de pieles; la propuesta de Verino pasa por una gabardina plastificada y llega a un abrigo corto en cámel con la botonadura cubierta. También los abrigos de piel vuelta se mostraron potentes y viriles, con un aire que puede resumirse en lo "salvaje urbano".

Recital en negro

La última serie, titulada Alrededor de la medianoche, sorprendió a todo el mundo, pues, tras la aparición de unos trajes de seda en degradé inspirados en los años treinta con profundos escotes en uve, hubo todo un recital de uso del negro, donde la lana, la piel y otros tejidos muy refinados aparecían bordados en oro, recordando las cenefas persas, y así esa leyenda dorada de destellos viajaba desde los escotes a las mangas y hasta los bajos del pantalón de hombre. Especialmente poética la blusa con las mangas bordadas en plumas de pavo real. Entre los modelos se vio lo mejor de la cosecha española: Nieves Álvarez, Madelaine, Raquel, Iván Sánchez y, cómo no, la presencia de Cameron, que también constituye la imagen del nuevo perfume para hombre de Verino.

Puede resumirse la colección como un esfuerzo importante por llevar el lujo en un sentido integral hasta sus últimas consecuencias, y es así que, por ejemplo, el bordado de azabaches sobre gasa azul celeste puede asociarse a un vaquero y, por la misma regla de tres, en el hombre el rigor de las líneas hace un volumen sólido sin ser engolado. El largo de las faldas se estabiliza alrededor de la rodilla y Verino sólo rompe las convenciones cuando aporta lo exótico, aunque sin renunciar a la comodidad y distinción. El desfile estuvo animado, además, por la música de Miguel Nsang y la dirección de arte de Macarena Blanchón.

Anteriormente, en otra nave en el centro de Madrid, desfiló la firma Devota & Lomba.

Hoy terminan los desfiles de los miembros de la Asociación Española de Moda con Ángel Schlesser y Jesús del Pozo. Las tendencias siguen apuntando a la sofisticación y al regusto por dibujar la femineidad tras la asociación de los materiales nobles de tradición con los hallazgos científicos del futuro.

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