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Los excesos de los años ochenta marcan los desfiles de París Adolfo Domínguez y Kina Fernández presentan esta semana sus colecciones

Los excesos de los años ochenta marcan la pauta en la mayoría de los desfiles de los diseñadores más relevantes que tienen lugar esta semana en París. Desde el pasado domingo 27 de febrero hasta el próximo sábado 4 de marzo se presentan en París más de 90 colecciones para el otoño-invierno 2000-2001, incluyendo las de un grupo de modistas gallegos; entre ellos, Adolfo Domínguez y Kina Fernández

Ayer, Alexander McQueen, en su colección para Givenchy, no dejó escapar este momento de evocación de la década de los ochenta empleando un toque agresivo de punki-chic militar, ligeramente pasado por el prisma del sadomasoquismo, en un desfile estilo underground que tuvo lugar sobre una pasarela de cemento en el sótano del Museo del Cine de la zona del Trocadero. Abrió el desfile una modelo vestida con una chaqueta masculina tipo esmoquin de gran solapa, chal color verde pardo y corbata de lamé dorada sobre camisa blanca de hombre en popelín de algodón. Siguieron sastres de hombros cuadrados con chaquetas siempre adornadas con cinturones anchos de cuero o charol; abrigos tipo trenka o trinchera con trabillas en hombros; faldas tubo a la rodilla, faldas tableadas y bajas de cadera; pantalones hasta media pierna o masculinos, anchos pero rectos siempre, con zapatos de salón o botas altas de tacón. Además del uso de cuadros escoceses en granates y celestes, también cedió al color en forma de rayas diagonales. En cambio, Nathalie Gervais, la diseñadora de Nina Ricci (propiedad del grupo Antonio Puig), buscó el lado más femenino de los ochenta para románticas blusas, abrigos por debajo de la rodilla en lana acolchada con cinturas elásticas, jerséis de casimir de cuello alto, pantalones anchos en crêpé o pantalón tipo gaucho hasta media pierna en napa. Formas alargadas y estilizadas fueron la pauta para una colección sobria, pero sofisticada.

Ungaro hizo su homenaje especial en un mix entre los setenta y ochenta para largos maxiabrigos o chaquetones tres cuartos en piel vuelta de colores alegres, trajes pantalón o falda de chaquetas cruzadas en negro con rayas blancas con ligero aire masculino, pero dotado de blusas de volantes con incrustaciones de encaje en rojo; vestidos sexy en punto de seda y lycra con bajos asimétricos con puntas en diagonal y lazos en cintura en tonos vivos, todo complementado con zapatos abotinados de plástico transparente y cuero dorado con pedrería en punta.

Jean Paul-Gaultier demostró por qué sigue siendo el número uno. Sin oler a retro, pasó una colección llena de piezas clásicas, eternas y sofisticadas, que jamás pasarán de moda, con aire actual y moderno, donde cabían todas las claves esenciales de la temporada próxima: trincheras, abrigos siete octavos rectolineales, blusones de seda con mangas acampanadas, los plisados estilo Fortuny, las faldas tableadas, los cuadros escoceses y los sastres de proporciones perfectas. Jugó con el concepto de mezclar materiales y prendas contradictorias: anorak de tafetán tornasolado y acolchado con falda tubo en franela, una túnica de visón sobre una falda plisada en lana marrón, vaqueros de lentejuelas negras y cazadora tipo aviador en napa negra forrada de visón blanco, el vaquero desteñido con cinturón ancho de cocodrilo y camisa en punto de lana color camello, y para la noche, boleros de plumas de marabú gris, batín corto y pantalón palazzo de lentejuelas plateadas o el twin set de pedrería, todo adornado con extravagantes pendientes y collares lujosos.

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