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El modernismo catalán aparece como "una eclosión de entusiasmo" en el siglo XX Javier Tusell expone una visión global del fenómeno artístico a través de un centenar de obras

"El modernismo es un comienzo del sigloXX y una introducción al XXI". El historiador Javier Tusell ha preparado la exposición El modernismo catalán, un entusiasmo como una visión global y actualizada sobre el movimiento cultural y artístico en Cataluña en el cambio de siglo. La "eclosión de entusiasmo" que se produce entre 1890 y 1910 se puede seguir a través de un centenar de obras -entre pinturas, esculturas, dibujos, muebles, joyas y carteles- de artistas como Casas, Rusiñol, Anglada Camarasa, Mir y Nonell, expuestas desde ayer en la Fundación Santander Central Hispano.

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Un movimiento que impulsó las vanguardias

"Hay que insistir en tender la mano entre Madrid y Barcelona desde el punto de vista cultural e intelectual", declaró Javier Tusell en la presentación de la muestra El modernismo catalán, un entusiasmo, abierta hasta el 23 de abril en las salas de la Fundación BSCH. Como comisario de la exposición, Tusell plantea una visión cronológica del modernismo catalán y un entendimiento del arte como obra total, al reunir, además de pinturas y esculturas, otras manifestaciones de las artes decorativas y de las artes gráficas.Con la misma expresión que utilizó la revista Serra d'Or en 1962, la exposición quiere ilustrar el entusiasmo que se produce en el arte catalán en el cambio de siglo. "Es una eclosión de entusiasmo, la voluntad de mirar el mundo con los ojos nuevos de la modernidad. El arte influye en la sociedad y en la vida cotidiana". La voluntad de la transformación del arte, la mirada de la modernidad, atraviesa el cambio de siglo y avanza hacia las vanguardias, como es el caso de Picasso, del que la exposición tiene una corrida de toros de 1901.

Aunque la exposición se centra en el modernismo catalán, el comisario plantea el diálogo entre Madrid y Barcelona al entender la cultura española como "una cultura plural", y pone como ejemplo la amistad entre Unamuno y Maragall. Otro ejemplo figura en la exposición con el mueble de Alexandre de Riquer, con una veintena de pequeñas pinturas, que el Círculo Artístico de Barcelona regaló a Antonio Maura en 1908, siendo presidente del Consejo de Ministros. "Tender la mano nos enriquece a todos, y se debe hacer desde las dos administraciones y desde la sociedad civil".

Casas y Rusiñol

En otras ocasiones se han visto en Madrid muestras de artistas del modernismo catalán, como las dedicadas a Rusiñol y la próxima de Nonell (ahora en el Museo de Arte Moderno de Barcelona) y otra colectiva sobre los artistas del Círculo del Liceo, pero desde 1969 no se planteaba una muestra de conjunto, como la realizada en Barcelona con motivo de la Olimpiada Cultural.

En la muestra han colaborado varios museos catalanes, sobre todo el Museo Nacional de Arte de Cataluña, y colecciones privadas, como las de Masaveu, Carmen Thyssen-Bornemisza, Abelló, Banco Sabadell y Fundación La Caixa.

Las dos piezas que abren el montaje son un interior al aire libre de 1982 de Ramón Casas y la escultura La primera comunión, de 1897, de Josep Llimona. El recorrido tiene una propuesta cronológica entre los años 1890 y 1910. El primer espacio de 1890 recoge la amistad entre Ramón Casas y Santiago Rusiñol, que presentan los mayores conjuntos, con 17 y 13 pinturas, respectivamente, con varios cuadros donde intervinieron los dos artistas, como el titulado Retratándose mutuamente, y en otras experiencias de interiores, paisajes urbanos, jardines y figuras femeninas, en París y en Barcelona, además de reflejar el ciclismo como un acontecimiento de finales del siglo XIX. Rusiñol y Casas comparten el descubrimiento de un tipo de paisaje urbano parisiense y del cuerpo femenino, con el tema de la toilette, habitual en los impresionistas. "La transformación del modernismo se aprecia en que la pintura naturalista es de una intimidad hogareña", según Tusell.

La vanguardia de Joaquim Mir, que no viajó a París como el resto de los artistas, se une a la segunda generación de modernistas, con el lenguaje personal de Isidre Nonell y la obra de Anglada Camarasa, junto con Mariá Pidelaserra, Ricard Canals y Francesc Gimeno. De Pablo Gargallo, asiduo de las tertulias de Els Quatre Gats, como Picasso, se expone la decoración de la embocadura del escenario del Palau de la Música, edificio proyectado por el arquitecto Doménech i Montaner.

El modernismo se puede seguir además en la escultura, con piezas de Blay, Llimona, Clarasó, Hugué y Clará, y en las artes decorativas, con carteles (hay dibujos de Casas y Barrau), proyectos de marquetería de Gaspar Homar, dos sillas de Antoni Gaudí, colgantes y broches de Lluís Masriera. Se incluyen también una selección de libros, con un especial diseño gráfico, ilustraciones y dibujos (de Miquel Utrillo), y las revistas Quatre Gats y Pèl & Ploma.

Donde no llega la exposición se completará con un ciclo de conferencias, en marzo y abril, con intervenciones en la misma sala de Pilar Vélez, Ignacio Solà Morales y Javier Tusell, además de un acto sobre la música en el modernismo catalán, con una introducción de Enrique Franco y un concierto de guitarra de José María Gallardo, con obras de Albéniz, Granados y Mompou.

El catálogo incluye estudios de Francesc Fontbona, Eliseo Trenc, Cristina Mendoza, Mercè Doñate, Pilar Vélez, Javier Tusell y Genoveva Tusell, que interviene también como comisaria adjunta.

Más información: www.fundacion.bsch.es

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