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Gervasio Sánchez retrata la tragedia de los niños de las guerras en 15 países

Un libro y una exposición muestran el drama

Miguel Ángel Villena

Todos los niños de las guerras son víctimas, pero algunos pueden convertirse en verdugos. Esta cruel esquizofrenia explica, a juicio del fotógrafo Gervasio Sánchez, la existencia de 300.000 niños soldados a lo largo de las zonas de conflicto del mundo. Tras recorrer 15 países durante una década, este periodista independiente ha publicado el libro Niños de la guerra, al tiempo que muestra su trabajo en una exposición en el Círculo de Bellas Artes de Madrid.

La mirada de los niños figura como uno de los rasgos que más impresionan de un conflicto. Unos ojos que apuntan al infinito mientras se interrogan sobre las razones de tanta barbarie. Gervasio Sánchez (Córdoba, 1959) ha vivido y trabajado en lugares tan alejados en la geografía y tan cercanos en el horror como Afganistán, Centroamérica, los Balcanes o Sierra Leona."He intentado", comenta el fotógrafo, "evitar el morbo innecesario, aunque he querido, evidentemente, mostrar la tragedia. Todo ello sin demonizar a los niños que empuñan un fusil. No cabe olvidar que los pequeños o adolescentes también se comportan como niños en una guerra. De ahí que haya incluido en el libro y en la exposición imágenes de niños jugando al fútbol o deseando volar con un paraguas abierto. Ahora bien, los chiquillos están siempre fascinados por la violencia. Pero esta actitud viene reforzada por las drogas, la manipulación ideológica o el tráfico de armas".

Tanto el libro, editado por Leopold Blume, como la exposición, que permanecerá abierta en Madrid hasta el próximo 19 de marzo, han contado con el apoyo del Centro Reina Sofía para el Estudio de la Violencia, un organismo con sede en Valencia. "A mediados de 1998", cuenta Gervasio Sánchez, "me comentaron este proyecto, y a partir de ese momento me sumergí en los miles de negativos que tenía para seleccionar unas 60 fotos. He procurado plantear la exposición como un paseo por imágenes duras, que abarcan tanto los efectos de la guerra como la incidencia del hambre o de enfermedades, como el cólera, que deberían estar erradicadas". Escéptico sobre la capacidad de los corresponsales de guerra para influir en las conciencias occidentales, el pesimismo no le lleva a tirar la toalla de la lucha a este fotógrafo, que ha recibido numerosos premios por sus trabajos publicados tanto en diarios españoles, entre ellos EL PAÍS, como en periódicos europeos. "Si la gente que vea estas imágenes no se emociona, entonces debería acudir al psiquiatra", manifiesta con rabia Gervasio Sánchez, que cita la movilización social como única alternativa frente al conformismo. "Los ciudadanos conscientes", agrega, "deben presionar a los políticos, emplazar a los gobiernos occidentales para que condonen la deuda externa o para que eliminen la fabricación de minas antipersonas". Define su tarea como "perseguir sombras" y reconoce su impotencia ante toda la infinita devastación que ha pasado por delante del visor de su cámara. "Despertar las conciencias resulta muy difícil", comenta, "y después de 17 años de cubrir guerras veo las mismas soluciones y las mismas no soluciones. Se invierte en la guerra, pero no se invierte en la paz, y las potencias occidentales se hallan detrás de muchos conflictos".

Desde un punto de vista cronológico, las primeras fotografías corresponden a El Salvador de finales de los años ochenta y las últimas proceden de la reciente guerra en Kosovo. Hospitales infantiles, barrios destruidos, puentes rotos, carreteras alfombradas de cadáveres y juegos inocentes en medio de la desolación dibujan el panorama de los niños de la guerra. "Unos niños", puntualiza el fotógrafo, "que han muerto o desaparecido o sencillamente se han hecho adultos al compás de conflictos bélicos que parecen eternos y que comenzaron hace 20 o 30 años, como ocurre en Angola o en Afganistán". Y siempre esas miradas de indescriptible tristeza, como las de cuatro niñas que observaban Sarajevo en 1994 a través de los cristales destrozados de un coche.

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