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Reportaje:

La semiótica y el rock a los 51

Marta Pérez-Yarza nació en Bilbao hace 51 años, es profesora de inglés en un instituto de Sestao y vive en Plentzia. Hechos normales, aunque dicho calificativo no se ajusta a todo lo que rodea su vida. A no ser que se considere corriente el hecho de decidir hacer una tesis doctoral más de 20 años después de dejar los estudios, elegir como material de trabajo vídeos musicales de rock y resultar premiada por el resultado obtenido.En su caso así ha sucedido. "Ya con años, con hijos y con todo" decidió hacer los cursos de doctorado en el Departamento de Comunicación Audiovisual de la UPV, en Leioa, y los culminó en 1997 con El placer de lo trágico. Semiosis del videorock en los noventa, tesis por la que acaba de recibir el Premio Extraordinario de Doctorado de la UPV, dentro de la sección de Humanidades. Un "gran honor" para alguien que se refiere con total naturalidad a su caso.

"Claro que choca el hecho de que a mi edad haya elegido un tema como el rock, pero no a los que me conocen. En mis clases se han visto videoclips y se ha oído rock, y siempre he tenido pasión por la música. El vídeo me atrae como forma de expresión completamente nueva, que no está regulada por una serie de reglas. Dentro de la cantidad de basura que hay ahí, porque el 90%, o más, de lo que dan son basurillas, aparecen joyas, pequeñas obras de arte". Con dichas palabras se refiere la premiada a una pasión no siempre compartida. Sirva de ejemplo un catedrático de la Universidad Carlos III de Madrid que, tras calificar de "osada" la elección del tema, "confesó que tuvo que oír la cinta que acompaña a la tesis sin sonido, de tanto que le repelía la música".

Los intérpretes eran Soundgarden, Pearl Jam, Nirvana, Rem, Metallica, Stone Temple Pilots, White Zombie, Nine Inch Nails y Marilyn Manson -"me metí un poco en los años noventa con lo que era la cultura grunge, fundamentalmente la costa oeste americana: rock alternativo, rock industrial y grunge"-, cuyos vídeos analizó Pérez-Yarza para, siguiendo la semiótica de la Escuela de París y apoyándose en la filosofía, la sociología, la literatura, la psicología, la religión, la antropología y la mitología, llegar a una serie de conclusiones.

"El vídeo es una nueva manifestación artística, por muy arriesgado que parezca eso. Es un excelente método para ver lo que puede pensar una generación del descrédito que cuestiona los valores y las normas de la sociedad. Hay una gran ruptura de todos los cánones, narrativos y estéticos, para aumentar la capacidad de expresión. También me ha chocado muchísimo la recurrencia de las referencias bíblicas, porque pensé que esta generación era completamente pasota a esos niveles, y el gusto por lo grotesco, el hecho de buscar lo feo como ruptura con lo considerado bueno por una sociedad que ellos desprecian. Sería una estrategia parcial de superación que se resolvería justo en una especie de catarsis autista del walkman, de la música, o de cada cual su droga y su música particular", describe la autora como deducción de un trabajo sin precedentes en España, y en el que ha establecido conexiones con Nietzsche, el situacionismo, la tragedia clásica y el pensamiento dionisíaco.

Por otra parte, a ella le gustaría no quedarse en el mero análisis y tener la oportunidad de estrenarse como realizadora de vídeos, pero no lo ve factible. "Estoy muy fuera de los circuitos de producción y, además, no me da tiempo a más, he tenido que dejar todo. Date cuenta de que yo soy un poco de todo: soy madre, soy trabajadora y estoy estudiando euskera porque soy una especie en extinción. En breve puedo quedarme sin trabajo, porque hoy en día es más importante saber euskera que cualquier otra cosa. Se antepone a cualquier conocimiento o experiencia profesional que puedas tener".

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