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Una muestra repasa la escultura vasca del siglo XX a través de sus principales protagonistas

Kutxa inicia su actividad expositiva de 2000 con Escultura vasca, una muestra que resume las diferentes tendencias que han marcado en el siglo XX el desarrollo de esta disciplina en Euskadi a través de sus principales protagonistas. La exposición, que reúne 38 obras de autores como Julio Beovide, Eduardo Chillida, Remigio Mendiburu, Jorge Oteiza o Koldobika Jauregi, se ha diseñado a partir de la selección de los fondos artísticos de la entidad. Kutxa inaugura con esta muestra sus salas de exposiciones del Boulevard, que relevan a Garibai y Arrasate.

La aproximación comienza en el sótano con un guiño a las aportaciones que realizaron los autores de preguerra. Sus visiones plásticas estuvieron marcadas por un fuerte sentimiento nacionalista. "Tenían como meta", dijo ayer la catedrática de Historia del Arte de la Universidad de Oviedo, María Soledad Álvarez, "la exaltación de los valores étnicos y religiosos vascos o de la armonía de las gentes de la época a través de retratos". Puede apreciarse en el arrantzale Lobo de Mar, de Beovide, el pelotari Atano III, de Carlos Elguezua o Las mujeres vascas, de Lorenzo Askasibar. En esta misma sección se incluye la obra de Joxe Alberdi que encaja por temática e intención pero anticipa las preocupaciones sobre el volúmen espacial de la escultura, que marcaron la época posterior. Precisamente, en la sala de la planta baja se revisa la escultura de vanguardia que han internacionalizado artistas como Oteiza, Chillida, Mendiburu, Néstor Basterrechea o Andrés Nagel. Cada uno tiene su propio lenguaje, sus propias preocupaciones sobre el espacio o los volúmenes, pero todos participan de una dialéctica común como puede apreciarse en la muestra. "Ninguno prescinde de la tradición cultural vasca a la hora de formular su proyecto", aseguró Álvarez. "Es una escultura que desde la diferencia conecta con soluciones universales". De esta filosofía beben la Desocupación de la esfera, de Oteiza; Akelarre, de Basterretxea, o una pieza de alabastro, de Chillida.

La exposición concluye con una selección de trabajos de generaciones más recientes de artistas vascos. Piezas como Figura apoyada en el suelo II, de José Zugasti; Kikildua, de Xabier Laka, o las piezas de Koldobika Jauregi denotan posturas más personales e individuales, alejadas de fenómenos como la Escuela Vasca.

La muestra, que permanecerá abierta al público hasta el 19 de marzo, permite una aproximación panorámica a una disciplina que ha contribuido a dar una proyección internacional al arte vasco. El espacio de la sala ha condicionado y limitado la selección de obras. De las 207 piezas que Kutxa ha adquirido a lo largo del tiempo, sólo se incluyen 38, que sintetizan, sin embargo, un siglo de escultura. En todo caso, se puede realizar una visita virtual por el patrimonio artístico de Kutxa, que permite ver a través de Internet 140 obras distribuidas en 14 cibersalas. Además, un vídeo completa esta información.

Con esta exposición la entidad cede el protagonismo al nuevo espacio del Boulevard, a la espera de que se ponga en marcha la sala de exposiciones del Kursaal. El director de Servicios Generales de Kutxa, Juan Luis Urkola, confirmó ayer que las obras "se están alargando más de lo razonable" y que todavía falta completar trámites del traspaso de propiedad. En todo caso, aseguró que se trabaja ahora en el diseño de contenidos.

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