Las más deseadas
Si a un experto se le concedieran tres deseos, ¿qué vacunas pediría? "Sida, malaria y tuberculosis", responde Ángel Gil, profesor titular de medicina preventiva de la Universidad Juan Carlos I, de Madrid. "Contra la tuberculosis ya hay una, pero tiene una eficacia dudosa", matiza. Cada una de estas tres enfermedades causa millones de muertos al año. En buena lógica, las vacunas más necesarias deberían ser las más buscadas, pero esto no está tan claro. La falta de una vacuna eficaz contra el sida ha significado una cura de humildad para la medicina moderna, aunque también se han invocado otro tipo de problemas y el desinterés de la industria farmacéutica. "Algunos creen que si no existe una vacuna contra el VIH es por falta de incentivos económicos. Desde nuestro punto de vista, es por falta de conocimientos científicos. De hecho, algunos de los principales virólogos cuestionan incluso la posibilidad de desarrollar tal vacuna", afirma Raymond V. Gil Martín, consejero delegado de Merck, una de las multinacionales que desarrollan vacunas.
Pero tal posibilidad existe, pues hay al menos 19 vacunas experimentales contra el sida en distintas fases de los ensayos clínicos. Casi todas utilizan la misma sustancia (la glicoproteína de membrana GP 120), pero con pequeñas variantes. La situación se asemeja a "una carrera por ver quién llega primero", dice Gil. La semana pasada, la revista New Scientist informaba del grave tropezón que ha sufrido una de ellas (desarrollada en la Universidad de Oxford), al conocerse que seis mujeres de Kenia supuestamente protegidas por la vacuna se han infectado con el VIH. Y hay, además, al menos tres vacunas genéticas para prevenir y tratar el sida.
Aunque algunas están ya en la recta final, probablemente no se obtenga una vacuna antes de diez años. Y en ese caso, según Gil, muy probablemente no será lo suficientemente segura como para administrarla a personas sanas y se reservará para prevención secundaria, es decir, para evitar que los portadores del VIH enfermen de sida.
Las vacunas contra la malaria están aún más retrasadas. Tras el reciente descalabro de la vacuna sintética del científico colombiano Manuel Patarroyo (la eficacia no llegó al mínimo del 40% que exige la OMS para continuar), el proyecto prácticamente debe empezar de nuevo.
