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Un problema léxico de consecuencias trascendentales

Javier Sampedro

El ministro portugués de Medio Ambiente, José Sócrates, uno de los más entusiastas impulsores del Protocolo de Bioseguridad en la reunión de Montreal, se acercaba ayer por la mañana a unos y otros delegados para asegurarles que el acuerdo estaba prácticamente ultimado y que todo lo que quedaba por decidir era una palabra en el borrador del texto. No le faltaba razón, pero la palabra era la misma que se le había atascado por dos veces durante su comparecencia pública de la jornada anterior: subordinación: "El Protocolo de Bioseguridad no será sub... sub... ¿cómo es esa palabra?", había dicho Sócrates el jueves ante los medios. Los otros nueve ministros de Medio Ambiente europeos que le acompañaban en la mesa tuvieron que salir en su ayuda: "Subordinado, subordinado". Y entonces Sócrates ya pudo mostrarse tajante, como requería la ocasión: "Exacto. El Protocolo de Bioseguridad no será subordinado a la Organización Mundial de Comercio".

Pero por más que Socrates intentara ayer reducir el problema de la firma a una mera cuestión léxica, lo cierto es que la utilización de la palabra en el texto, o de sus alternativas, tenía unas consecuencias muy relevantes, cuya trascendencia podía muy bien superar el marco de las semillas transgénicas para afectar en el futuro a todos los acuerdos sobre libre comercio.

Tres opciones

Las tres opciones sobre las que los delegados no lograban ponerse de acuerdo eran:

Primera. "Este Protocolo (de Bioseguridad) y otros acuerdos internacionales son de estatus equivalente". Esto implicaba, de hecho, que en caso de conflicto (un país rechaza importar cierto producto por razones de bioseguridad, pese a estar obligado a ello por sus acuerdos previos en la OMC), el país exportador hubiera podido exigir sanciones al importador, ya que el protocolo no podría dejar sin efecto el pacto anterior.

Segunda. "Este protocolo y otros acuerdos internacionales se apoyan mutuamente". Esta formulación dejaría en un limbo legal las situaciones de conflicto.

Y la tercera, preferida por Socrates (excepto cuando tenía que pronunciarla en inglés) y por todos los países que apoyaban el protocolo, decía así: "Las provisiones de este protocolo no se subordinan a las de ningún otro acuerdo internacional". Todos los observadores coincidían en que esta 'ultima formulación sentaría un precedente crucial en el comercio internacional, al introducir un mecanismo que, independientemente de sus detalles, permitiría a un país importador acogerse a excepciones en los acuerdos de la OMC sin verse por ello sometido a sanciones.

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