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La fascinación del arte por las ventanas se asoma a través de 56 obras de autores contemporáneos

Modernas, antiguas, de metal o madera, con visillos o contraventanas, cerradas y abiertas, reales o abstractas, las ventanas se abren a mundos exteriores y descubren la intimidad del interior. Este objeto arquitectónico ha fascinado durante siglos a los más diversos artistas. La BBK ha reunido en su sala en Bilbao (Gran Vía, 32) bajo el nombre La ventana en el arte 56 obras en distintos formatos de artistas contemporáneos con la ventana como nexo de unión. Entre ellas, hay trabajos de pintores como Matisse, Chagall o Tàpies y de fotógrafos como Robert Doisneau.

La exposición se abre con una escultura en bronce realizada por Raymond Mason en 1953, El tranvía de Barcelona. Es la primera invitación a asomarse a la seducción de un elemento tan cotidiano como es la ventana en sus múltiples versiones, desde la de atril del voyeur, tanto hacia el interior como hacia el exterior, hasta la de simple objeto arquitectónico o decorativo. "Resultaría muy difícil citar a un artista que no haya sucumbido a la fascinación del juego de los llenos y los vacíos de una fachada", indicó ayer un portavoz de la Fundación de la BBK durante la presentación de la muestra.Para comprobar esa fascinación entre los artistas contemporáneos, la BBK ha reunido 56 obras de otros tantos pintores, escultores, ilustradores y fotógrafos de 21 países. Estas piezas han sido cedidas por museos, galerías de arte y coleccionistas particulares, y se pudieron ver en la ciudad francesa de Aix-en-Provence antes de ser expuestas en Bilbao. La ventana en el arte sólo podrá contemplarse en España en la capital vizcaína, hasta el 19 de marzo próximo.

Lo que relaciona los trabajos seleccionados es la común utilización que hacen sus autores del elemento ventana y su aplicación a la realidad plástica, comenta en el catálogo de la exposición su comisaria, Martine Soria. "Para algunos artistas, la ventana será la razón de ser de su obra, pero para otros es un elemento más de la composición", afirma Soria. Así, Antoni Tàpies aporta la visión desde fuera de una ventana cerrada con contraventanas de madera, en un trabajo de 1972 realizado en técnica mixta sobre tabla.

Ojo al exterior

Henri Matisse, quien definía a las ventanas como "un paso entre el exterior y el interior", está presente en la exposición con una litografía de 1949 en la que la ventana es el ojo a las afueras de una habitación, una sugerencia que invita a espacios abiertos. En otros artistas como Clovis Trouille o Jean Helion lo que prima es la anécdota y la ventana les sirve para contar otra historia. Cada creador interpreta la ventana con su propia personalidad.

"El entusiasmo que demuestran los fotógrafos por este elemento arquitectónico es tan grande como el de sus colegas pintores. Nada más natural, ya que un objetivo es en sí mismo una especie de ventana que ilumina una cámara oscura", apunta la comisaria de la exposición. Rafael Navarro utiliza la ventana como un elemento estático, Robert Doisneau presenta una escena de interior que se sirve de la ventana, para Jane Evelyn Atwood la ventana es el puente que une a dos personas que se besan en la sala de entrevistas de un calabozo, y Valerie Orgeret combina tres elementos (fotografía, madera y cristal) para su obra Durante la noche. La fotografía le sirve también a Pol Bury para su montaje Nueva York, en el que dos rascacielos llenos de huecos acristalados se abrazan en lo alto en un remolino.

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La exposición se completa con obras en tres dimensiones. Papel maché, madera, tela, pintura, espejos, esmalte y hasta un visillo se combinan para crear las piezas más curiosas de las exhibidas.

La cortina es el título de un explícito trabajo de Jean Jules Chasse-Pot en el que la ventana es el instrumento del que se sirve un voyeur para, después de levantar cuidadosamente la susodicha cortina, observar a una hermosa mujer desnuda. Todo ello en papel maché.

"Los escultores tampoco hacen ascos al placer de utilizar la ventana; Mason, con bronce, juega con las aberturas del tranvía de Barcelona; Verbena incrusta en la madera cuerpos extraños y Coville aporta una nota insólita a una masa de cerámica monolítica", desgrana Martine Soria. Una muestra que, según reconoce su comisaria, podría prolongarse si se quisiera casi hasta el infinito. De momento, la luz llega a través de estas 56 obras.

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