Muchos jefes del Ejército simpatizan con la izquierda
La agrupación cívico-castrense detrás del golpe de Estado ecuatoriano fue entronizada por un acelerado proceso de protestas sociales que meses atrás ya había penetrado en las Fuerzas Armadas y sembrado la irritación entre sus filas.El Ejército de este país de 12 millones de habitantes, antiguo reino indígena, y colonia española desde el siglo XVI hasta el año 1822, cuenta con numerosos mandos de filiación izquierdista, contrarios al liberalismo económico y solidarios con los movimientos indígenas y sindicales.
Poco antes del cuartelazo, Paco Moncayo, jefe del Comando Conjunto de las tres armas hasta 1998, advirtió que la institución castrense no iba a permanecer impávida "ante tanta destrucción". El ánimo de los hombres de armas, agregó, está influido por el decaimiento económico de sus padres, jubilados con una pensión mísera, de sus hermanos sin trabajo, etcétera.
Moncayo, que siempre apoyó la movilización popular, es diputado de Izquierda Democrática (socialdemócrata) y sostuvo, con razón a juzgar por la asonada, que el grueso de sus compañeros comparten sus ideas.
Galopando el sucre hacia la estratosfera en su cotización con el dólar, por los suelos la capacidad adquisitiva de los escuálidos salarios nacionales, y estigmatizada la dolarización de la economía decretada por el presidente Jamil Mahuad para salir del atolladero, la oficialidad más afín al levantamiento indígena, sindical y estudiantil despotricaba o conspiraba en los cuarteles.
Los antecedentes públicos del malestar castrense datan de octubre pasado, momento en que el entonces ministro de Defensa, general retirado José Gallardo, confesó que muchos ecuatorianos se aproximaban a las Fuerzas Armadas para pedirles una salida expeditiva a la crisis. En la crisis de gobierno de hace dos semanas, todos los ministros presentaron su renuncia y la de Gallardo fue aceptada.
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