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Entrevista:Eduardo Serra y Rudolf Scharping

"Se está produciendo un distanciamiento entre Europa y EEUU que debemos corregir"

Miguel González

Eduardo Serra, madrileño, 53 años, abogado de formación y empresario de profesión, independiente en quien han confiado tres partidos distintos, primer ministro de Defensa en el Gobierno de Aznar, tiene aparentemente muy poco en común con Rudolf Scharping, 52 años, natural de Renania-Palatinado, licenciado en Políticas, militante del partido socialdemócrata desde hace más de tres décadas, presidente de los socialistas europeos, candidato derrotado a canciller y primer ministro de Defensa en el Gobierno de Schroeder.Sin embargo, el pasado lunes, en la localidad mallorquina de Deià, volvieron a comprobar que tienen muchas más coincidencias que discrepancias. Quizá porque, salvadando las distancias y por razones históricas diversas, Alemania y España todavía están buscando su sitio en el concierto internacional y su euro-atlantismo se sitúa a mitad de camino entre las posiciones tradicionales de franceses y británicos.

Durante la entrevista, ambos ministros hicieron gala de una perfecta sintonía, bastándoles con una mirada para ponerse de acuerdo sobre quién contestaba en cada caso.

Pregunta. Las conversaciones de paz entre Israel y Siria ¿suponen una oportunidad para relanzar el diálogo mediterráneo iniciado en Barcelona y dar contenido a su faceta de seguridad?

Serra. Yo diría que es un buen momento. Nuestro objetivo es incrementar la confianza. Para nosotros, el Mediterráneo es un espacio estratégico en sí mismo, cuya estabilidad tiene gran interés. Tradicionalmente, la Alianza ha mirado al Este y el ministro Scharping ha demostrado ser uno de nuestros mejores aliados para que también mire hacia el sur.

Scharping. En el pasado, la política de seguridad se caracterizó por el posible conflicto Este-Oeste, pero en los últimos años hemos comprendido que el riesgo para la estabilidad de Europa procede cada vez más del sur, de fenómenos como el terrorismo, la emigración o la proliferación [de armas de destrucción masiva]. Lo que pretendemos es reavivar el proceso de Barcelona, darle más sustancia, crear también una clara relación entre este proceso y el diálogo abierto por la OTAN con los países del Mediterráneo. Se trata de analizar esos riesgos y afrontar los retos que se puedan derivar. Lo que puedo decir es que España y Alemania van a hacer sus aportaciones, porque existe una buena base de confianza entre nosotros dos y nuestros países cuentan con estrategias y experiencias comunes.

P. ¿Qué aportaciones?

Conocer lo que pasa fuera, es entender lo que pasará dentro, no te pierdas nada.
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Serra. Nos estamos planteando viajar juntos...

Scharping. Por ejemplo, a Marruecos...

Serra. ...para explicar cuál es el espíritu y la intención que tienen Europa y la Alianza en relación con el Mediterráneo. En el pasado, algunas iniciativas, como la creación de la Eurofuerza o la Euroflota, no fueron bien entendidas por los países de la orilla sur.

P. ¿Debe incorporarse Libia a dicho diálogo? Algunos países europeos están deseosos de normalizar relaciones, pero en Londres se han incautado piezas de misiles con destino a Trípoli...

Scharping. A mi juicio, la política libia es muy poco transparente. La extradición de los acusados del atentado de Lockerbie supuso un paso muy importante, pero es evidente que Libia está intentando adquirir misiles y sistemas de armas incompatibles con la estabilidad del Mediterráneo. La política libia debe ser constructiva, sólo así podrá darse una plena normalización...

P. La construcción de la Identidad Europea de Seguridad y Defensa provoca recelos en Estados Unidos y no sólo en la Administración, sino en sectores influyentes de la opinión pública.

Serra. Ese problema requiere una clarificación a corto plazo, porque las percepciones son a veces contradictorias. En EEUU está arraigada la opinión de que cualquier intento de hacer una defensa al margen de la Alianza va en contra de la Alianza. Y en Europa hay quien cree que todo lo que se haga dentro de la Alianza no será europeo. Hay que explicar que reforzar la defensa europea es reforzar la Alianza, hacerla más equilibrada, desde el reparto de cargas a la asunción de responsabilidades. El ministro Scharping y yo hemos hablado de la extraordinaria conveniencia de explicar a Estados Unidos, no sólo a la Administración, sino al Congreso, a los creadores de opinión... cuáles son los verdaderos motivos de países como los nuestros para mejorar las capacidades europeas de defensa.

Scharping. Como dice mi colega, la IESD forma parte de la estrategia de la OTAN, no pretende debilitar el vínculo trasatlántico, sino robustecerlo. En la OTAN no hay demasiada América, sino muy poca Europa.

P. ¿Qué van a hacer ustedes dos para disipar esos recelos?

Scharping. Nos hemos preguntado si, también este caso, no sería razonable coordinar nuestras visitas a EEUU, actuar conjuntamente ante la Administración y el Congreso. A veces, hay que recordar a los americanos su propia historia, porque fue el presidente Kennedy el primero que habló de la importancia de los dos pilares del puente trasatlántico y ahora vemos que surge la preocupación precisamente cuando el deseo se va cumpliendo.

P. La iniciativa norteamericana de poner en marcha un sistema de defensa antimisiles, incumpliendo el tratado AMB, es un nuevo elemento de desacuerdo con los aliados europeos.

Scharping. Las democracias occidentales deben tener la posibilidad de protegerse frente a las amenazas que pueden surgir de los desarrollos [de armas] que se están produciendo en Corea del Norte, Irán o Irak. En principio, esta defensa es un elemento muy importante para la seguridad, pero lo que no debe es poner en riesgo el tratado AMB.

Serra. Es difícil que el contribuyente americano acepte gastar su dinero en defender a los bosniacos o a los albanokosovares y, en cambio, no se proteja al ciudadano de Oregón o Nevada de unas armas que pueden alcanzar su territorio. También es cierto que ese sistema conlleva el riesgo de que algunos países de la Alianza tengan mayores garantías de seguridad que otros. Pero creo que es una magnífica ocasión para constatar que, tanto desde el punto de vista de la percepción social como del desarrollo tecnológico e industrial, se está produciendo un gap, un distanciamiento entre EEUU y Europa que debemos corregir, desde las dos orillas. Los americanos deben hacer un esfuerzo por entender la posición europea y los europeos debemos comprender sus legítimas preocupaciones. La misión de ambas administraciones consiste en acercar mentalidades y sensibilidades que se pueden estar alejando.

P. Todos coinciden en que no habrá Defensa europea sin industria europea de Defensa. Sin embargo, Alemania aún no ha dicho si adquirirá el Antonov o el futuro avión de transporte militar europeo, el Airbus A400M, que debe ensamblarse en Sevilla. España, por su parte, duda si vender la empresa Santa Barbara a las alemanas Krauss Maffei y Rehinmetall o a la americana General Dynamics.

Scharping. Estamos plenamente de acuerdo en que la política de seguridad y defensa común necesita una sólida base industrial. En este camino hemos avanzado mucho más deprisa de lo que pensaban algunos desde fuera. La creación de la Compañía Europea Aeroespacial y de Defensa, con participación de la española CASA, ha sido un gran avance. Respecto a su pregunta concreta, yo propuse crear un Mando Europeo de Transporte Aéreo, intentado dar con ello la señal de que apoyamos una solución europea. Conviene que la decisión sobre el futuro avión la tomemos en común y pienso que lo haremos la próxima primavera.

Serra. La posición española siempre ha sido coherente. Somos partidarios de una industria de defensa europea; es decir, de una industria de todos los países europeos. A los que tienen más tecnología o experiencia les puede ir mejor, pero hay que dar una oportunidad a todos. En el caso que plantea, una cosa es la filosofía y otra las obligaciones inexcusables de todo buen administrador. Hemos pedido ofertas para la privatización de Santa Bárbara y creemos que debemos exigir a todos los competidores que ofrezcan lo mejor de sí antes de tomar la decisión final. Pedir sólo una oferta equivaldría a ponerse en manos de una compañía privada. Nuestro máximo europeísmo sólo tiene un límite: no se deben hacer nunca tonterías en su nombre.

Sobre la firma

Miguel González
Responsable de la información sobre diplomacia y política de defensa, Casa del Rey y Vox en EL PAÍS. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en 1982. Trabajó también en El Noticiero Universal, La Vanguardia y El Periódico de Cataluña. Experto en aprender.

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