_
_
_
_
EL ADIÓS DE KOHL

Víctima de la pasión política

Los correligionarios del ex canciller alemán consideran que Kohl había perdido "el sentido de la realidad"

Pilar Bonet

Helmut Kohl, de 69 años, el artífice de la unidad alemana, no ha estado a la altura de la imagen que los europeos quisieran conservar de él. Ha sido víctima de su pasión: la política. En el ejercicio de esta pasión, Kohl ha llegado a confundir sus propios objetivos con los del Estado alemán y a creer que sus fines justificaban los medios para alcanzarlos. Vieja historia, gran espectáculo, que unos contemplan hoy de acuerdo con las leyes de la farsa y otros con las de una tragedia de Shakespeare."Más le hubiera valido dedicarse a tomar el sol y a escribir sus memorias", afirmaba ayer un estrecho colaborador de Kohl, que, como muchos otros, viven hoy en persona los coletazos del escándalo que conmociona a la CDU, y que está cerrando definitiva y simbólicamente una época en Alemania.

Nacido en Ludwigshafen en 1930, Kohl ha sido un político-puente que ha servido de hilo conductor a tres generaciones de alemanes, desde los que vivieron la II Guerra Mundial a los que inician su madurez a fines de este siglo y, entre ellos, los que crecieron y se hicieron adultos en una Europa dividida por la guerra fría.

Helmut perdió a su hermano mayor, Walter, en el frente, fue testigo de la contienda y la deportación y vivió las estrecheces de una familia mantenida con el sueldo de un funcionario de Hacienda. Estudió Historia y se dedicó a la política desde joven. Su primer cargo de envergadura fue el de jefe del Gobierno de Renania-Palatinado entre 1969 y 1976. En 1973, fue elegido presidente de la CDU (cargo que desempeñó durante 25 años hasta después de las elecciones legislativas de 1998). En 1976, ingresó como diputado del Bundestag. Desde Renania-Palatinado, llegó a Bonn con la fama de un político reformista. Cuando llegó al poder en 1982, después de un voto de censura constructivo contra el Gobierno de Helmut Schmidt, Kohl se presentó como el protagonista de un giro moral en Alemania.

Los escándalos financieros que afectaban a la CDU, los problemas con la CSU y con los dirigentes del partido habían agotado prácticamente su carrera en 1989. Sin embargo, Kohl consiguió ganarles entonces la partida a sus rivales, que reaparecen como posibles salvadores del partido (Kurt Biedenkopf, de 69 años) o como vengadores satisfechos (Heiner Geissler, de 69 años).

La historia y Mijaíl Gorbachov acudieron entonces en ayuda de Kohl. Tras la caída del Muro de Berlín en noviembre de 1989, Kohl se dio cuenta de que la reunificación alemana estaba al alcance de la mano y trabajó febrilmente para conseguirla y para quitar toda legitimidad al proyecto de una RDA democrática. El dinero invadió a espuertas la antigua RDA y hasta hoy los alemanes siguen pagando las deudas de la reunificación. Kohl pudo conseguir sus fines gracias a las características psicológicas que hoy se le reprochan. Con su aspecto de obeso inofensivo y paternal, Kohl supo tranquilizar a François Mitterrand, el presidente francés, que temía la fuerza de una Alemania unida. También supo ganarse al presidente norteamericano George Bush y despertar la confianza de Mijaíl Gorbachov. En noviembre pasado, estos tres protagonistas celebraron el décimo aniversario de la caída del Muro con todos los honores. A partir de ahí, la figura de Kohl comenzó a precipitarse en el vacío, y su otro rostro, el que había existido siempre entre bastidores, apareció en primer plano ante la opinión pública. De repente, Kohl se había convertido en un cínico, en un poseso del poder, que ocultaba estos vicios tras un aspecto romántico y bonachón. Negó estar involucrado en el asunto de la maleta (la entrega de un millón de marcos por parte del comerciante de armas Karlheinz Schreiber en 1991), pero el 16 de diciembre reconoció que había recibido entre 1,5 millones y 2 millones de marcos entre 1993 y 1998. El político justificó estos donativos con una ligera alusión al fantasma comunista. Necesitaba el dinero, dijo, para fortalecer la posición de la CDU en el Este de Alemania, donde el PDS, los herederos de los comunistas de la RDA, tenían mucho dinero. Hoy, algunos cuestionan la existencia de donantes secretos y se preguntan hasta dónde llegaron los manejos de Kohl.

El canciller, según cuentan sus íntimos, siempre fue desconfiado, y no ha podido renunciar a su gusto por la intriga y por el poder.

Conocer lo que pasa fuera, es entender lo que pasará dentro, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Visto desde fuera, el resultado de la reunión de los dirigentes de la CDU no parecía a la altura de la crisis por la que atraviesa el partido. Desde la perspectiva interna del partido, sin embargo, se trataba de una revolución sin precedentes contra el hombre que había dirigido la CDU durante 25 años, y que todavía se creía con derecho a seguir moviendo sus hilos entre bastidores. Medios de la CDU informaron a esta corresponsal de que, en vísperas de la reunión de urgencia de ayer, Kohl creía contar con el apoyo de los organismos dirigentes de la CDU, en contra de Wolfgang Schäuble, el hombre con el que mantenía una larga y complicada rivalidad. "Kohl ha perdido el sentido de la realidad y sigue concibiendo la política como una batalla de intrigas. No se da cuenta de la situación en que está ni de la situación en la que está el partido", afirmaban los medios consultados, aportando un dato psicológico importante para entender cuáles son los procesos internos a los que se ven confrontados los dirigentes de la CDU, ahora que Kohl no dedica sus energías a causas de interés internacional y las emplea de forma que algunos consideran "destructiva". "Kohl piensa como un general y sigue organizando batallas, pero no ve que se ha quedado sin soldados".

Kohl dimite por las donaciones ilegales de la CDU La democracia cristiana alemana cierra filas en torno a Wolfgang Schäuble

Helmut Kohl perdió la batalla que -acongojados y dolidos, pero decididos al fin a romper con el pasado- se atrevieron por fin a presentarle ayer los dirigentes de la Unión Cristiana Democrática de Alemania (CDU), sus antiguos compañeros y protegidos. El excanciller federal dimitió como presidente honorario de la CDU y respondió así a la exigencia que le había sido formulada en una resolución casi unánime que poco antes habían anunciado los órganos dirigentes del partido, casi medio centenar de altos cargos entre miembros del Comité Ejecutivo y la Dirección Federal.Los dirigentes de la CDU habían exigido a Kohl que suspendiera temporalmente sus funciones como presidente honorario del partido mientras no estuviera dispuesto a ayudar a aclarar la crisis. Al tiempo, dieron un voto de confianza a Wolfgang Schäuble, de 57 años, actual presidente del partido, para superar la "crisis más difícil de su historia".

Schäuble no dimitió, como muchos habían esperado. Todo indica que se propone permanecer al frente de la CDU durante los próximos meses y que podría volver a presentarse al puesto de presidente en abril en el congreso de Essen para gestionar la crisis y capear el temporal. La tormenta, probablemente, tardará en amainar, dados los muchos cabos sueltos de los escándalos en marcha, y los nuevos asuntos que el comerciante de armas Karlheinz Schreiber amenaza con destapar.

Preguntas sin respuesta

El comité ejecutivo de la CDU cerró filas en torno a su presidente y Schäuble, que ayer parecía menos crispado que en las últimas apariciones públicas, señaló que está dispuesto a seguir llevando "la dura carga" del partido. Por explicar queda todavía dónde fueron a parar los 100.000 marcos (8,5 millones de pesetas) que Schäuble recibió en 1994 de Schreiber. Y por explicar está también el trasiego de dinero desde cuentas en Suiza y Lichtenstein a la organización de la CDU en Hesse, y, por supuesto, la cantidad comprendida entre 1,5 millones y 2 millones de marcos que Kohl confesó haber recibido como donaciones políticas. Para el fin de semana se esperan los resultados de la auditoría interna que la CDU ha encargado a una empresa comercial.

Ni Roland Koch, de 41 años, el jefe del Gobierno de Hesse que tiene que lidiar con la crisis en su land, ni Helmut Kohl estuvieron presentes ayer en la reunión de urgencia que se celebró en los locales de la fundación Konrad Adenauer de Berlín. La sesión duró más de seis horas y Schäuble dijo haber informado a Kohl por la mañana del evento.

Poco después de que Schäuble, acompañado por la secretaria general, Angela Merkel, diera a conocer las conclusiones de la jornada (adoptadas por unanimidad con dos votos en contra y una abstención), Kohl hizo pública una nota en la que expresaba su resolución a abandonar la presidencia honoraria, pero insistía con voluntad numantina en que no revelará los nombres de las personas que "respandaron financieramente mi trabajo en la CDU".

El ex canciller afirmaba que no le había sido fácil tomar la resolución de abandonar el puesto, y recordaba que lleva 50 años de militancia en el partido que sigue siendo su "hogar político". Kohl reconocía haber cometido errores, pero aseguraba haber intentado siempre cumplir con su "deber". Los estatutos de la CDU no contemplan la posible expulsión de un presidente de honor y la única vía para echar a Kohl de ese puesto hubiera sido echarlo antes como militante. Por eso, la fórmula adoptada por los dirigentes de la CDU fue la de forzar a Kohl a elegir entre revelar los nombres de los mecenas anónimos que apoyaron su trabajo o abandonar su cargo. "Estamos convencidos de que Helmut Kohl no cumple con sus obligaciones como presidente honorario si se sigue negando a contribuir a superar la crisis y aclarar el delito. Mientras no coopere debería dejar su cargo como presidente honorario", señalaba la resolución.

Los dirigentes demócratacristianos se disculparon con la comunidad judía, en su propio nombre y en el nombre de la CDU de Hesse, por las relaciones que se habían establecido entre las cuentas clandestinas de esta organización y ciudadanos judíos supervivientes del Holocausto. Una de las primeras explicaciones de las que echó mano el tesorero y mecenas de la CDU de Hesse, Casimir Prinz Wittgenstein, fue que los donativos anónimos procedían de ciudadanos judíos, supervivientes del Holocausto, que habían dado así una muestra de confianza en la CDU. El poco tacto de Prinz Wittgenstein ha levantado una oleada de protestas en Alemania, donde la comunidad judía se ha indignado por la utilización de la tragedia del pasado para un asunto turbio de financiación de partidos.

Próximo congreso

La dirección de la CDU encargó al Comité Ejecutivo que preparara el próximo congreso del partido "teniendo en cuenta las consecuencias que se derivan de las experiencias vividas durante las pasadas semanas". "Esto incluye cambios estructurales que sean apropiados para evitar caminos errados, como los que se han seguido, en el futuro y para subrayar la responsabilidad personal", señalaba la resolución.

La permanencia de Schäuble en su puesto fue acogida positivamente por diferentes políticos de la CDU y de la CSU (la Unión Social Cristiana de Baviera). Favorables a la resolución se mostraron tanto Christian Wulff, el jefe del partido en Baja Sajonia, como Volker Rühe, el cabeza de fila de la CDU en las elecciones de Schleswig Holstein. "Creo que es un buen día para la CDU", dijo desde Múnich, Edmund Stoiber, el jefe del Gobierno de Baviera y uno de los políticos que pueden salir fortalecidos de la situación, siempre y cuando el comerciante de armas Schreiber no tenga nuevas y peligrosas cartas en la manga. El diario popular Bild informaba ayer del registro de la casa de uno de los hombres de confianza de Helmut Kohl, Hans Terlinden, en Mainz. El objeto de la acción policial era buscar pruebas relacionadas con el escándalo de las cuentas de la CDU. También la central de la CDU en Wiesbaden y el despacho del asesor fiscal Horst Weyrauch en Frankfurt fueron registrados por los agentes.

Los políticos del bloque gubernamental se mostraban decepcionados y lamentaban que la CDU no fuera capaz de comenzar verdaderamente de nuevo. El canciller, Gerhard Schröder, manifestó ayer que la decisión de la CDU "no ha contribuido ni al esclarecimiento ni a la autodepuración".

"Siempre intenté cumplir con mi deber"

Helmut Kohl hizo ayer público este comunicado tras presentar su dimisión como presidente de honor de la CDU:"Después del resultado de la reunión del comité ejecutivo nacional del partido, he decidido dimitir del cargo de presidente honorario de la CDU alemana, para el que me eligieron los delegados en la conferencia del partido en noviembre de 1998 en Bonn.

No me veo en posición de romper la promesa que hice a varias personas que respaldaron financieramente mi trabajo en la CDU.

La decisión de abandonar la presidencia honoraria no ha sido fácil para mí. He sido miembro de la Unión Cristiana Democrática durante 50 años. Éste es y seguirá siendo mi hogar político. He prestado servicio en importantes cargos durante cuatro décadas. Y mientras lo hacía, también he cometido errores que he reconocido públicamente. Siempre he intentado cumplir con mi deber."

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_