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La izquierda chilena cree que el "caso Pinochet" ha favorecido a la derecha

Antonio Caño

"Garzón fue el jefe de la campaña de Lavín", asegura en el diario El Mercurio Eugenio Tironi, principal estratega de la campaña del candidato de la coalición gubernametal a las presidenciales chilenas, Ricardo Lagos. Tironi expresa así un sentimiento extendido entre las fuerzas de centroizquierda de que la detención de Augusto Pinochet en Londres ayudó a la candidatura de la derecha y explican en parte el éxito imprevisto de Joaquín Lavín en la primera vuelta, el pasado 12 de diciembre. La incertidumbre se mantiene de cara a la segunda vuelta del próximo domingo.

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Públicamente ninguno de los dos candidatos quiere referirse a Pinochet en esta recta final de la campaña. Ambos creen tener más que perder que ganar aludiendo al ex dictador. En privado, sin embargo, los dirigentes de la izquierda consideran que la actuación del juez Garzón fue, en términos electorales, el mejor regalo con el que podía soñar la derecha. Los políticos conservadores comparten en términos generales ese punto de vista."[El juez de la Audiencia Nacional española Baltasar] Garzón sepultó el esfuerzo de renovación de la izquierda", opina Juan Antonio Coloma, portavoz de la candidatura de Lavín. "Muchos chilenos se encontraron tras la detención de Pinochet con una izquierda vinculada a los movimientos extranjeros y dispuesta a entregar porciones de la soberanía nacional por satisfacer sus deseos de venganza", añade el parlamentario de la Unión Democrática Independiente (UDI), el partido de Lavín.

Sin toro en la plaza

Los dirigentes de la izquierda reconocen que el caso Pinochet supuso un revulsivo para los antes mortecinos esfuerzos por esclarecer los abusos de derechos humanos durante la dictadura, pero consideran que esa posibilidad no pudo llegar en peor momento político. "Ricardo Lagos se lanzó al ruedo con el capote desplegado y de repente se dio cuenta de que no había toro en la plaza", afirma un líder de la Concertación Nacional, la coalición que gobierna en Chile, para explicar el drástico cambio de escenario que se produjo en el país con la detención de Augusto Pinochet en octubre de 1998.

La ausencia de Pinochet, por un lado, le hizo más fácil a la derecha desvincularse de su pasado pinochetista. De esta manera, una fuerza política, con Lavín a la cabeza, que votó en contra de la democratización en el referéndum de 1988 y que defendió siempre los logros del régimen militar, puede presentarse ahora como la fuerza del cambio y del futuro.

Lavín ha rechazado toda entrevista con la prensa extranjera, obviamente por temor a tener que pronunciarse sobre Pinochet, y escapa de cualquier pregunta sobre el tema que se le pueda hacer en Chile con la retórica de que él quiere dejar atrás el pasado.

"Lavín representa el futuro, Pinochet es el pasado", declara Coloma. Esta estrategia, según la mayoría de los analistas, hubiera sido imposible si el ex dictador estuviera hoy ejerciendo como senador vitalicio. Un destacado miembro de la UDI admite que, "aunque el mejor jefe de campaña de Lavín ha sido el propio Lavín, los excelentes resultados de la primera vuelta no tienen explicación sin la actuación de Garzón".

Los partidos de izquierda y Lagos, de 61 años, se encontraron, por tanto, frente a un enemigo invisible. Atacar a Augusto Pinochet hubiera sido como golpear a una sombra. Visto desde una perspectiva más favorable al ex dictador -una perspectiva, por lo demás, compartida al menos por la mitad de los chilenos-, Lagos no podía permitirse el lujo de atacar a un anciano que arrastra su decadencia física por los hospitales de Londres.

El candidato de la Concertación, además, estaba en mala situación para criticar a un personaje por el que su propio Gobierno se había visto obligado a batallar en el terreno diplomático y judicial.

Sacado Pinochet de la campaña, sólo quedaban un hombre de 46 años que enarbola la causa del cambio frente a otro de 61 que carga con el desgaste de diez años de Gobierno y con la peor situación económica conocida en la democracia. "Los candidatos han tenido que sacar lo mejor de sí, sin apoyarse en ningún bastón, sin tener que apelar a los viejos fantasmas", afirma Tironi.

En este punto, la victoria de Lagos por 30.000 votos el 12 diciembre va a ser difícil de reproducir el domingo. La izquierda confía en que los votos de los comunistas sean suficientes para dar la presidencia a Lagos. Pero los partidarios de Lavín creen que el vendaval derechista crecerá en la segunda vuelta y se extenderá hacia los 800.000 chilenos que se abstuvieron en diciembre.

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