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Exteriores teme que la visita del jefe del Ejecutivo despierte las reclamaciones del nacionalismo marroquí

La ausencia de visitas, oficiales o privadas, durante casi 20 años de un presidente del Gobierno a Ceuta o Melilla refleja el especial cuidado que la diplomacia española ha concedido a este asunto en las relaciones con Marruecos. Aunque el criterio de Madrid es que Ceuta o Melilla son dos ciudades tan españolas como Málaga o Almería, se procura no alentar la reclamación marroquí sobre la soberanía de ambas plazas. Por eso la visita de José María Aznar puede despertar sentimientos nacionalistas marroquíes adormecidos en los últimos tiempos. La prueba la tendrá el ministro español de Exteriores, Abel Matutes, que el próximo día 18 visitará Rabat en un momento delicado de las negociaciones entre Marruecos y España, ya que, aunque la renovación del acuerdo de pesca o la contingentación de las exportaciones de tomates marroquíes a Europa son un asunto de la UE, son los intereses españoles en ambos campos -tomates y peces- los que están en juego.

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La prueba de la discreción con que el Estado administra su presencia protocolaria en el norte de África fue la celebración del VCentenario de Melilla, en 1997. En aquella ocasión, el asunto se resolvió con la presencia del entonces ministro de Administraciones Públicas, Mariano Rajoy. Fuentes tanto de la Zarzuela como de La Moncloa negaron en aquella ocasión que el Rey o el vicepresidente del Gobierno, Francisco Álvarez Cascos, hubieran suspendido su visita a la ciudad para evitar roces con Marruecos y afirmaron que esas visitas nunca estuvieron programadas.

La celebración del V Centenario de la conquista de la plaza por Pedro Estropiñán, enviado del duque de Medina Sidonia, ocasionó algunas manifestaciones de protesta en Marruecos que, según el Ministerio español de Asuntos Exteriores, "nunca tuvieron carácter oficial ni excesivo apoyo popular". El entonces ministro marroquí de Interior, el poderoso Dris Basri, hombre de confianza del rey Hassan II, afirmó entonces que toda reivindicación necesitaría su visto bueno.

Con el nuevo rey Mohamed VI, la reclamación de Ceuta y Melilla se ha mantenido en sordina, aunque el primer ministro Abderramán Yussufi ha suscitado el tema públicamente en varias ocasiones. En 1998, y en declaraciones a televisión de Qatar, anunció estar dispuesto a considerar la posibilidad de que los habitantes de Ceuta y Melilla pudieran tener doble nacionalidad marroquí y española, aunque aún no lo ha planteado oficialmente a España.

Célula de reflexión

Más recientemente, en junio pasado, tras las elecciones municipales y autonómicas, Yusufi volvió a proponer la constitución de una "célula de reflexión" hispano-marroquí, una vieja idea de Hassan II. El ministro marroquí de Asuntos Exteriores, Mohamed Benaissa, incluyó, como es habitual, una referencia a las dos ciudades en su discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas en la que reiteró la propuesta de constitución de la "célula de reflexión" y la búsqueda de una fórmula que contemple la soberanía marroquí y preserve los intereses económicos de España.

La atención que presta la diplomacia española a la iniciativa marroquí de impulsar la "célula de reflexión" sobre Ceuta y Melilla quedó de manifiesto en una reciente recomendación formulada por Exteriores a una delegación de parlamentarios españoles que visitó Marruecos. Exteriores advirtió de que los encuentros del Grupo Mixto parlamentario de Amistad Hispano-Marroquí no "se pueden confundir o intentar presentar" como la "célula de reflexión" sobre Ceuta y Melilla. "Aunque ya se ha clarificado a las contrapartes marroquíes la distinta naturaleza de la iniciativa, conviene mantener una especial prudencia de modo que el desarrollo de la actividad del grupo no pueda dar lugar a confusión alguna", afirmaba un documento de Exteriores.

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