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El consumo de medicamentos genéricos sólo supone el 1,7% del gasto público farmacéutico

España dispone de 55 medicinas con precios inferiores a los de marca comercial

Gabriela Cañas

Los medicamentos genéricos se abren camino en España poco a poco. Es un fenómeno tan nuevo que probablemente muchos ciudadanos desconocen que en las farmacias hay ya medio centenar de fármacos que pueden comprar a un precio muy inferior a los de marca y que entre ellos está desde el Prozac, conocido como la píldora de la felicidad, hasta los más habituales antibióticos. Para el Sistema Nacional de Salud, su uso masivo supondrá un notable ahorro, aunque de momento sólo representa el 1,7% del gasto en farmacia. Una orden ministerial de próxima aprobación fomentará su consumo.

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En Alemania, el 20% del gasto farmacéutico público es de genéricos; en Dinamarca, del 27%. Son elevados porcentajes frente a los cuales el 1,7% español puede parecer ridículo. Desde una óptica distinta, es un gran avance. Frente a la tradición de una década de los países citados, en España sólo hay genérico desde 1997, año en el que se registraron ocho principios activos (medicinas). En 1998 se incorporaron 17 más y, según un estudio realizado por tres especialistas del Insalud, este mercado supuso sólo el 0,18% del gasto público total en fármacos. El Ministerio de Sanidad calcula que este año ese mercado habrá supuesto el 1,7% del gasto del Sistema Nacional de Salud, lo que significa que se ha multiplicado por 10.A fecha 30 de noviembre de 1999, Sanidad tenía autorizados 55 principios activos de genéricos que se venden en unas 350 presentaciones diferentes. El fomento de este mercado es una medida que apoyan todos los grupos políticos, porque puede reducir sensiblemente la gruesa factura farmacéutica de la sanidad pública, que el año pasado fue de un billón de pesetas.

En los tres últimos años, el Ministerio de Sanidad ha ido introduciendo cambios legales para abrir las puertas a este mercado. Primero se permitió el registro de genéricos, que son medicamentos que ya han perdido su patente y que, por tanto, pueden venderse más baratos, pues en el precio de los nuevos medicamentos se repercute la inversión de los laboratorios en investigación. Retoques y leyes nuevas van a permitir que los farmacéuticos despachen medicinas bioequivalentes a las que prescriba el médico, pues ahora el facultativo no escribe en sus recetas el nombre de la medicina, sino el de la marca comercial, y nadie, salvo excepciones, puede cambiarlo.

Una medida limitada

De momento, ni los farmacéuticos ni los médicos tienen obligaciones o incentivos que les inclinen a despachar y recetar estas medicinas, que vienen a costar hasta un 30% menos que las ofrecidas por las marcas comerciales.

Para empezar, habría que lograr que se generalizase una "nueva cultura", indica José Félix Olaya, subdirector general de Medicamentos de Uso Humano del Ministerio de Sanidad. Para ello, el consumidor debe saber que un genérico no es peor que la medicina equivalente más cara, una idea que explica que el Prozac arrase hoy en España pese a que diez laboratorios lo ofrecen en genérico mucho más barato.

Pero el impulso definitivo deberá venir de la mano de una orden ministerial que, según el ministro de Sanidad, José Manuel Romay, será aprobada en el primer trimestre de este año. Desarrollará el decreto llamado de Precios de Referencia y, a grandes rasgos, va a consistir en que la sanidad pública sólo sufrague los fármacos más baratos, ya que el farmacéutico despachará el genérico cuando la marca prescrita por el médico supere el precio de referencia fijado para ese medicamento. Si el paciente prefiere una marca cara, tendrá que poner la diferencia.

Aunque la reforma supondrá un evidente ahorro al sistema público, el principal partido de la oposición, el PSOE, no entiende por qué es tan limitada. Por un lado, el sistema sólo va a funcionar para medicinas que tengan un genérico, lo que hoy estrecha enormemente las posibilidades de aplicación. Y, además, las limitaciones se agravan por el hecho de que se han impuesto normas muy estrictas para considerar que un medicamento es equivalente a otro y, por tanto, intercambiable en la farmacia. Un envase más barato deberá llevar idéntica composición, pero también presentación, dosis y vía de administración iguales.

El estudio antes mencionado del Insalud, firmado por los especialistas en gestión farmacéutica Belén Crespo, Alicia Benedí y Vicente Gómez, concluye que, en cualquier caso, el uso de genéricos es beneficioso por sus ventajas económicas y por la racionalización que introduce en la prescripción por denominaciones oficiales de principios activos, "con lo que ello supone de conexión del médico con su genuina formación farmacológica". Y, por si alguien cree que los nuevos (y carísimos) medicamentos tienen la ventaja de ser mejores, otro dato del mismo estudio: "Desde 1996 se han registrado 84 nuevos principios activos, 55 de los cuales no suponen mejora terapéutica".

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Sobre la firma

Gabriela Cañas
Llegó a EL PAIS en 1981 y ha sido jefa de Madrid y Sociedad y corresponsal en Bruselas y París. Ha presidido la Agencia EFE entre 2020 y 2023. El periodismo y la igualdad son sus prioridades.

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