Los 'esclavos' del Reich ganan apoyos 64 empresas alemanas ya aceptan resarcirles
A regañadientes y bajo presión internacional, las empresas alemanas que emplearon a trabajadores forzados en la época del III Reich van aceptando incorporarse a la fundación que se encargará de repartir 10.000 millones de marcos (850.000 millones de pesetas) entre los supervivientes. El acuerdo suscrito este mes entre la industria germana, los Gobiernos de Alemania y EEUU, así como los abogados de las víctimas, ha transformado la resistencia de muchos empresarios a afrontar el pasado en una obligación moral y social ineludible según las normas alemanas de la corrección política.
A mediados de esta semana, un total de 50 empresas se habían unido a las 14 que, en febrero, constituyeron el núcleo inicial de la fundación destinada a atender las reclamaciones de los antiguos esclavos del nazismo y otras categorías de trabajadores forzados del régimen nacional socialista.Al núcleo inicial pertenecían algunos de los gigantes de la economía alemana como los fabricantes de automóviles Volkswagen y Daimler; la metalúrgica Thyssen-Krupp; tres grandes bancos (Commerzbank, Deutsche Bank y Dresdner Bank), además de los gigantes de la química y la industria farmacéutica Basf y Bayer, respectivamente. El temor a echar a perder el mercado de Estados Unidos ha desempeñado un papel importante para las multinacionales germanas.
Los primeros éxitos judiciales de antiguos esclavos del nazismo en EEUU, a partir de 1998, ha sido otro de los factores de persuasión para la industria alemana, según un portavoz de la Asociación Federal de Información y Asesoramiento para los perseguidos del nazismo. En septiembre, un tribunal alemán dictó la primera sentencia a favor de un polaco forzado a trabajar en la industria metalúrgica entre 1942 y 1945. Antes de llegar a esta sentencia, ante los tribunales alemanes se habían acumulado 5.000 demandas infructuosas.
Durante meses, las empresas más modestas han hecho oídos sordos a los llamamientos para que se sumaran a la iniciativa de las grandes. Sin embargo, el Comité Judío Norteamericano (AJC) cambió las cosas al publicar una vieja lista de varios centenares de compañías que recurrieron a esclavos bajo el mandato de Adolfo Hitler. La lista -un catálogo de campos y prisiones en Alemania de la posguerra confeccionado por la Cruz Roja- se acompañaba con los nombres de las empresas herederas y, en muchos casos, con el número de víctimas.
El efecto fue inmediato. Unos empresarios optaron por incorporarse a la fundación y ayudar a recaudar la suma de 5.000 millones de marcos que aportará la industria al fondo, que se constituirá a medias con el Gobierno alemán. Otros empresarios se lavaron las manos y amenazaron con demandar al Comité Judío Americano si esta institución no corregía el error de haberles "echado a perder la reputación".
El Ministerio de Finanzas de Alemania es el encargado de redactar la ley, que permitirá repartir los fondos entre las víctimas, que se han dividido en varias categorías (esclavos en campos de concentración, trabajadores forzados en régimen menos penoso, trabajadores de la agricultura y de la empresa privada y víctimas de experimentos médicos).
Republicanos españoles
Tanto los supervivientes judíos, a través de sus organizaciones y del Estado de Israel, como las víctimas de los países del este de Europa están bien representados a la hora de reclamar compensaciones. No así las víctimas del resto del mundo, para las que el Estado alemán no ha decidido quien debe ser el representante válido.
En esta categoría se encuadran los republicanos españoles que fueron forzados a trabajar para el III Reich tras ser deportados a Alemania o a los territorios que ocupaba siempre que no se hubieran beneficiado antes de las compensaciones interestatales suscritas por el Gobierno alemán anteriormente.
La posibilidad de otros grupos de acceder al fondo alemán depende en gran medida de su capacidad de hacer escuchar su voz.
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