Dos hermanas de la embarazada en muerte cerebral expresan su deseo de adoptar al niño
Los directivos del hospital de Gijón explican el complejo proceso sufrido por Milagros M. L.
Dos hermanas de la embarazada que los médicos del hospital asturiano de Cabueñes (Gijón) mantienen artificialmente con vida para culminar la gestación, han expresado su disposición a adoptar al niño una vez que nazca. Milagros L. M., de 34 años, murió hace cuatro semanas tras haber sufrido una "hemorragia cerebral masiva". La dirección y el equipo médico del hospital confirmaron ayer el buen estado de salud del bebé y ratificaron que la decisión de proseguir el embarazo fue adoptada a requerimiento de la propia mujer y de su familia, por lo que no fue preciso solicitar autorización judicial.
Mario González, director gerente del hospital público de Cabueñes; José Guerra, jefe de la unidad de cuidados intensivos, y el director médico, Eugenio Avanzas, dijeron que la paciente había solicitado verbalmente, y escribiéndolo también en una pizarra cuando ya no podía hablar, que se hiciese todo lo posible para salvar al feto, una vez que tuvo conocimiento de que su estado clínico era irreversible y que su muerte era inevitable e inminente.Los directivos del hospital informaron a EL PAÍS de que han estado "en contacto permanente y constante" con la familia de la mujer embarazada, y de que tanto los parientes como la paciente descartaron desde el primer momento la posibilidad de que se le practicase una aborto terapéutico. El doctor Avanzas matizó que esta opción dejó de ser factible hace un mes, cuando el feto cumplió 22 semanas.
Los directivos del hospital de Gijón reiteraron que el feto, un varón, prosigue en buen estado su proceso de formación en el útero de la madre, cuyas constantes vitales se están manteniendo con respiración mecánica, alimentación parenteral (por vena) y tratamiento farmacológico y hormonal.
Efectos secundarios
El jefe de la unidad de cuidados intensivos descartó que este tratamiento cause efectos secundarios al bebé. Respecto al temor expresado el viernes por el bioquímico Santiago Grisolía, premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica en 1990, de que la ausencia de actividad cerebral de la madre pudiera afectar al desarrollo de las células cerebrales del neonato, el jefe de la UCI de Cabueñes sostuvo que ésa es una corriente de opinión dentro de la comunidad científica a la que se oponen otras teorías, y que no hay constancia empírica de ese riesgo.
También descartó que se esté llevando a cabo "ningún experimento" con el feto, porque "el único propósito" del equipo es salvar su vida, "cumpliendo la voluntad de la madre y de su familia".
El bebé, que ayer cumplió 26 semanas, "mantiene movimientos activos, con actividad cardiaca ligeramente taquicárdica, probablemente inducido por la taquicardia que presenta la madre", dijo José Solís, jefe del Servicio de Ginecología y Obstreticia.
El hospital reiteró su deseo de mantener con vida a la madre hasta la 34ª semana de gestación, momento que se considera "el más adecuado", por maduración y desarrollo del feto, para extraer al bebé del útero materno.
Una vida a la deriva
El dramatismo con el que Milagros L. M., de 34 años, se despidió de la vida en una cama hospitalaria, mientras en su vientre nacía una nueva vida, arrebatada a la muerte con el auxilio de la ciencia, fue el colofón de una experiencia marcada por el desarraigo fronterizo y, en ocasiones, marginal. Uno de sus siete hermanos, Jesús, asegura que Milagros "se hundió" emocional y mentalmentemente a raíz de un accidente de tráfico en La Calzada (Gijón), en 1986, en el que una hermana falleció y ella misma resultó herida grave.Antes habían fallecido sus progenitores: primero, la madre; y hace nueve años, el padre, un conocido y apreciado profesor de dibujo del Instituto de Luanco, una localidad costera a 40 kilómetros de Oviedo en la que nacieron Milagros y sus hermanos.
El deterioro vital al que sucumbió Milagros la llevó a vivir circunstancias difíciles sin límite. En alguna ocasión fue ingresada en la unidad de psiquiatría del hospital San Agustín, de Avilés. Su hermano Jesús comentó al diario La Nueva España, de Oviedo, que, tras abandonar el hospital, "volvió a la vida que llevaba antes", en referencia esquiva a los ambientes en los que se desenvolvió la joven en los últimos años. Vecinos de Piedras Blancas, el municipio cercano a Avilés donde reside otra hermana, aseguran que solía pasar temporadas en esa localidad en casa de sus familiares y que, a veces, solía pedir dinero a los transeúntes. También pasaba temporadas con su familia de Luanco.
Milagros no estaba casada ni tenía pareja estable. Según su hermano Jesús, el embarazo fue "buscado". "Aunque mi hermana no tuviera pareja, lo que más deseaba en el mundo era ser madre". El reciente nacimiento de un sobrino, al que había tomado gran cariño, fue determinante en su decisión de quedar embarazada. Su hermano asegura que conoce al padre del bebé al que ahora se trata de salvar en el hospital de Cabueñes, pero que el supuesto progenitor no ha mostrado el menor interés por su hijo.
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