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Grass lamenta el escaso eco en la prensa alemana de su discurso del Nobel

El escritor recoge hoy su premio en Estocolmo junto a los otros galardonados

ENVIADO ESPECIAL "Ésa es mi querida patria", decía Günter Grass al enterarse el miércoles de que ningún periódico alemán de mediana relevancia había publicado ese día ni una sola línea sobre su discurso ante la Academia Sueca. Mientras la prensa internacional se hacía amplio eco del discurso de Grass y su evocación de la literatura y la narración oral, la prensa alemana guardó absoluto silencio. Hoy se celebra la ceremonia en la que los galardonados reciben sus premios.

Hace 26 años que no recibía un escritor alemán este galardón. No parecía mala ocasión para que los medios alemanes se volcaran sobre una de las obras literarias más relevantes de la segunda mitad de este siglo en toda Europa y sin duda la más relevante en Alemania. Pero no fue así. Si entonces muchos medios conservadores casi se rieron de Heinrich Böll y su obra, hoy el abierto desprecio con que gran parte de la opinión pública alemana comenta el Nobel de Grass es prueba de lo controvertido que sigue siendo el autor y de la aproximación trastornada de los alemanes al recuerdo de su pasado y a la crítica de su presente.No fue así. El discurso de Grass en Estocolmo tuvo menos cobertura en la prensa alemana de la que habría tenido un premio secundario de un escritor indochino en algún remoto foro literario del Pacífico. Su editor, Steidl, lucha desde hace años contra esta animadversión tan insistente. El miércoles, en el aula magna de la Universidad de Estocolmo, repleta de estudiantes suecos que recibieron con una inmensa ovación al premio Nobel, auguró que "la prensa alemana no dará información, pero después llegarán los comentarios hirientes sobre un acto del que no se informó".

Así fue. Ayer, los diarios Frankfurter Allgemeine y Die Welt publicaban en sus páginas de cultura sendos comentarios en los que se recogían todos los tópicos que aplican a Grass aquellos que quieren hacer tan irrisoria su literatura como sus opiniones políticas. Grass se lo tomó con humor porque está acostumbrado a ello, según dice. Hubo un tiempo en que algunos periódicos, como la Frankfurter Rundschau, publicaban sus discursos. El pronunciado en la Academia Sueca por la concesión del premio literario más importante del mundo sólo parece haber interesado, según la Fundación Nobel, que tiene los derechos de publicación, a un par de periódicos regionales. Cuando recibió el Nobel, recuerda Grass, "la alegría oficial duró dos días". Después comenzaron las voces que pretendieron convertir su Nobel en algo atípico que no afecta a los alemanes.

No parece importar que su último libro, Mi siglo, esté también en Alemania entre los más vendidos del momento. El embajador alemán en Suecia ha intentado compensar lo que muchos califican en Estocolmo de abierta afrenta alemana a Grass y ha asistido a todos los actos en los que se le esperaba.

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