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Weimar corona a una erudita de 20 años

La rusa Iveta Gerasimchuk desbanca a casi 2.500 ensayistas y filósofos de los cinco continentes

ENVIADO ESPECIALIveta Gerasimchuk, rusa nacida en Samara hace tan sólo veinte años, recibió ayer en la ciudad alemana de Weimar el Premio Internacional de Ensayo, convocado hace dos años para tratar sobre la cuestión intelectual que ha marcado como ninguna otra la década de los noventa, el tratamiento del pasado, la presencia de la historia en la vida de las sociedades y en sus proyectos de futuro. El primer premio tiene una dotación de 50.000 marcos -4.300.000 pesetas-, pero su auténtico valor es el de ser resultado de un esfuerzo sin precedentes en la aplicación de criterios de selección entre miles de trabajos llegados de los cinco continentes en siete idiomas, en un concurso de verdadera universalidad por su planteamiento y participación.

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La joven Gerasimchuk, que se ha especializado en cuestiones de la historia contemporánea de Suráfrica y estudia aún en el Instituto de Relaciones Internacionales de Moscú, venció con Diccionario de los vientos, una brillante propuesta poética de explicar los enfrentamientos entre las fuerzas del pasado y del futuro en las sociedades humanas. Gerasimchuk estaba ayer presente, al igual que parte de los diez integrantes de la última preselección. Su trabajo, escrito en forma de diccionario explicando diversos términos, en gran parte inventados, en los que describe el choque entre los anemófilos (adoradores del viento) y los cronistas (adoradores del pasado), fue ayer unánimemente elogiado y revela una exquisita sensibilidad y una erudición insólita en alguien tan joven.

El segundo premio fue para el catedrático de historia del derecho de la Universidad de Seattle (EEUU) Louis Wolcher. El tercero fue compartido por el autor franco-americano Cristophe Wall-Romana con su ensayo Metaculpa y el escritor serbio Velimir Curgus Kazimir por su trabajo Casas. Entre los diez finalistas se encuentran el filósofo francés Jean Pierre Faye, especialista de la obra de Schopenhauer y Heidegger, así como el autor ruso Mijaíl N. Epstein.

El poeta y estudioso de la historia de las culturas Edouard Glissant fue ayer el encargado de glosar la obra de los vencedores. Glissant habló de la certeza de "la inviabilidad de las certezas" a la hora de interpretar pasado y futuro y de la inmensa riqueza de las visiones que existen en las culturas del mundo "del secreto que es esa tremenda comunión entre espacio y tiempo" que define a la historia en ambas direcciones.

Glissant lamentó que, pese a todos los esfuerzos de la organización por divulgar este proyecto, la relación de participantes refleje aún, inevitablemente, la dificultad de los autores de países del Tercer Mundo a acceder a información.

Entre los trabajos en concurso hubo 205 ensayos escritos en español, de los cuales ninguno quedó entre los diez primeros. Mientras que se presentaron más de 600 trabajos en inglés y otros tantos en alemán, en chino fueron 37. Pese a tan exigua cifra, el poeta en el exilio Yang Lian consideró que la participación china había sido un éxito importante para su país. Nunca intelectuales chinos han tenido la posibilidad de escribir sobre pensamiento para ser leídos o publicados de inmediato en el extranjero.

Desde la Comisión para la Verdad y la Justicia de Suráfrica hasta el juicio para la extradición de Pinochet, desde la publicación de los papeles de los servicios secretos de Alemania oriental a la revisión del papel de la sociedad francesa durante la ocupación nazi, ningún debate intelectual ha hecho correr tanta tinta en la década que ahora termina como el debate sobre el pasado y sus implicaciones para el futuro. La vuelta de página o la amnistía para el bien de la reconciliación, la persecución de los crímenes de regímenes totalitarios aun a costa de provocar tensiones, crispación o incluso enfrentamientos en las sociedades ya liberadas de aquellos sistemas han sido en todo el mundo motivo de polémicas y fuertes controversias intelectuales. Desde Camboya o Japón a Argentina, Croacia, Serbia o Alemania, el pasado y su peso sobre los proyectos de futuro de convivencia ha estado presente como nunca.

Con motivo de recabar ideas al respecto procedentes de todo el mundo y sus diversos espacios culturales, se lanzó la idea de este proyecto que no tiene precedentes por su ambición tanto en lo que a amplitud respecta como a los criterios de selección. Era un llamamiento a la presentación de ensayos como renuncia consciente a cualquier exigencia de un camino seguro e inequívoco, de cualquier deducción ex cátedra o verdades autosuficientes. A la vista de los diez primeros en el concurso, no sólo se han logrado estos objetivos, sino que además van acompañados de una calidad literaria a veces sorprendente.

Todos los trabajos habían sido codificados y eran, por tanto, anónimos para los jurados iniciales en la lengua del autor como en las instancias del jurado final, en la que los trabajos eran juzgados en su lengua original y en dos traducciones y todos y cada uno eran valorados por al menos dos miembros, para después pasar a valorarse los diez últimos preseleccionados. Durante más de un año, los jurados han estado reuniéndose en Nueva York, París, Moscú, Beirut, Amann, Berlín, México y Hainan.

El gran reto era buscar formas válidas de valoración de la calidad de obras procedentes de los ámbitos culturales más dispares, de los contextos más diversos y estilos difícilmente comparables. Los más de 2.400 textos llegados a concurso serán archivados en Weimar y quedarán a disposición para futuras investigaciones y publicaciones. Frank Berberich, director de Lettre Internacional en Alemania y uno de los padres de la idea, reconoció ayer que será difícil que un proyecto como éste vuelva a repetirse en un futuro próximo. Tan solo la inversión en dedicación, viajes y reuniones de los jurados en todo el mundo supera ya las posibilidades de la inmensa mayoría de instituciones que pudieran planteárselo. Lettre International y la ciudad de Weimar, como capital cultural europea, han tenido que recurrir a toda una amplia paleta de patrocinadores para realizar esta aventura, cuyos resultados, sin embargo, estarán en esta ciudad de Turingia a disposición de quienes quieran recorrer las reflexiones sobre las implicaciones del pasado sobre el futuro y viceversa en cerca de 2.500 cabezas de 123 países.

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