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Colegas de cine

Los realizadores intercambian ideas y buscan público para sus filmes en el Festival de Bilbao

La organización del Festival Internacional de Cine Documental y Cortometraje de Bilbao invitó ayer a los realizadores que asisten a sus sesiones al aperitivo. A la cita en el café Boulevard, a cuatro pasos de la sede del certamen en el Teatro Arriaga, acudieron una veintena de cineastas, autores de los cortos de ficción, documentales y películas de animación que aspiran a ganar los Mikeldi. "Es un acto simpático y de relación, de confraternización entre los directores antes de conocer mañana [por hoy] el palmarés", decía en su papel de anfitrión el responsable del certamen, Ignacio Marín.Satisfecho por la respuesta del público, "de mayor edad que en otros años", Marín reconocía que las proyecciones del festival se dirigen al consumo interno del mundillo cinematográfico y se convierten en una plataforma de los jóvenes cineastas. "Aquí están los largometrajistas de mañana".

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En la reunión, unos realizadores se inclinaban por aprovechar el festival para intercambiar impresiones con los compañeros que sufren las mismas estrecheces para sacar adelante sus películas; otros colegas decían que buscan la difusión de sus obras.

Igor Lejarreta, codirector de El trabajo, una de las cinco películas vascas del certamen, se incluye en el primer grupo. "Lo mejor del festival es que es realmente internacional, que es lo que buscamos cuando salimos al extranjero", comentaba. Mientras transcurre la semana intenta relacionarse con el resto de participantes sin exagerar el valor de rodar un corto. "Vengo a hablar no sólo de la película", decía. "Y si se puede, también ligar".

Vivien Lesnik Weisman, en cambio, llegó de Los Ángeles en busca de público para su corto María Cristina, una película de 17 minutos rodada en blanco y negro. "Lo mejor del festival es que no tiene carácter comercial. La sala está llena de gente del pueblo, que quiere ver un cine que no encuentra en otro sitio".

La vitalidad del cortometraje encuentra su contrapunto en la languidez de la sección de documentales a concurso, que este año sólo ha supuesto el 7% de las 82 películas en liza. El inglés Rolf Gibbs, autor del filme The last guy to let you down, realizada en Estados Unidos, discrepa de quienes creen que el documental agoniza en el certamen: "Vive su mejor tiempo. Las películas son cada vez más baratas".

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Su entusiasmo se apoya en la tecnología digital. "Con estas cámaras se puede hacer un buen trabajo; no hay focos ni grandes aparatos que intimidan a los protagonistas del documental", explicó Gibbs. "En el plazo de tres años, todos los festivales contarán con películas hechas con tecnología digital que después se pasa a película de 35 milímetros". Gibbs, de 33 años, estaba decepcionado por la fórmula de exhibición en Bilbao. "Yo estaba en la sala y nadie supo que era el autor; me habría gustado responder a las preguntas de los espectadores". Al menos, pudo cumplir con el motivo real que le desvió a Bilbao en su viaje a Amsterdam: "Para ser honesto, vine a conocer el Museo Guggenheim".

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