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Martirio enseña la jonda emoción de su voz en 12 clásicos latinos

La artista cree que "el Atlántico nos une mucho y nos enriquece más"

Se titula Flor de piel y se subtitula Cantes de la otra orilla. Es el disco número 6 de Martirio, o sea, de Maribel Quiñones de León Gutiérrez (Huelva, 1954). Son 12 clásicos latinos, un puñado de canciones metidas en la memoria y el corazón de millones de hispanos. Las han cantado Chavela, Bola de Nieve, Discépolo, Gardel, Chano Lobato, Vinicius o Jobim. Martirio cree que "el Atlántico nos une y nos enriquece", y las hace suyas con su voz jonda y emocionante, y abrigada por la cálida guitarra de Raúl Rodríguez, su hijo.

Son títulos que echarían patrás a cualquiera. Júrame, Volver, Lo que tenía que ser, Quisiera amarte menos... Pero "la cantaora del blues", según la definió hace poco Kiko Veneno, se atreve con todos, los mete en su estilo inimitable y los devuelve nuevos, esenciales, frescos. "El disco hace llorar mucho a la gente. Pero no lloran de tristeza", dice ella, "sino de limpieza".Es Maribel la que habla y parece una poeta en vaqueros en esta soleada casa madrileña que mira al sur. Piazzola, Morente, su amigo Compay, su amiga Marta Valdés y su amiga Chavela están en la estantería, y por ahí asoma Martirio, la "tonadillera rockera posmoderna" que creó hace 15 años y que ha sido actriz, corista, presentadora, coplista, consultora sentimental, periodista de prensa y radio, nueva flamenca, cantante de sevillanas, escritora...

Como sin querer, pero pensándolo todo mucho, Martirio ha renovado géneros, y ahora canta boleros feeling y tangos, y también los renueva, renovando de paso el cuplé flamenco: sigue siendo ella misma. "Es hermoso ir por la calle y que no te conozcan; es bonito hacerte el guión, el vestuario... Estamos cada vez más cerca: como si hubiera elegido la obra de Martirio para ser mi mejor Maribel".

El disco surgió en agosto, en la terraza de este piso y con Marta Valdés, la gran compositora y cantante cubana: "Ella le fue traduciendo el bolero feeling a Raúl, y él convirtió en falsetas flamencas su manera de decirlo". El criterio de selección de las canciones fue la ida, la vuelta, la memoria y el futuro: "Porque tenemos que ir con los hombros cargados de estrellas mirando hacia delante, con alegría y juventud, como si la vida fuera nueva". Se quedó fuera Compay ("ése es otro disco, de lírica campesina; éste era más una cosa entre Frida Kahlo y el miriñaque"). Entró Chavela ("el mejor exponente de allí de lo que es partir y partirse de dolor con una sonrisa como los flamencos") y entró Bola de Nieve, "un Chavela lleno de humor, neuronas, teatro y verdad".

Ahora, Martirio se siente "un grano de arena en medio de un todo maravilloso". "Quién sabe, quizá es la edad, esta edad puente que tengo ahora, que me deja aprender de los viejos y engolfarme con los niños de la edad de mi niño y no torcerme de mis vereditas".

Su niño, que ya no lo es tanto, es guitarrista flamenco. "Es muy rockero y popero, pero muere en Morón de la Frontera", dice su madre. Allí hay un toque único, lleno de música que no se ve. El disco está atravesado de arriba abajo por el compás de soleá por bulerías de Raúl. Es como un cuchillo de azúcar, flamenquísimo, y crea un clima de intimidad, de fiesta, de homenaje a los maestros. "Los maestros, en su sitio. Que hay que tener mucha conciencia de las raíces para poder echar ramas".

Tal vez por eso aquí está esa nueva forma de cantar, serena y cargada de memoria, que Martirio empezó a enseñar en su último disco-libro, Coplas de la madrugá. "Me hace muy feliz cantar así. Antes quería contar, ahora quiero cantar. Con las mismas ganas de provocar. Si no escribes, cantas más suelta y te emparanoias menos; puedes dedicarte por completo a la melodía, a buscar la tensión de la emoción. Estas canciones son emocionantes, pero no tristes. Son como ese pelo que hay que recoger rápido con una horquilla antes de que venga él". ¿Él? "El amor, que en estos tiempos tan ligeros, tan globales y tan llenos de datos (y de ansias locas que nos mandan al psicólogo), es casi el único asunto individual que nos dejan". Sólo queda esperar que Flor de piel dé muchas vueltas, y que la gente tenga tiempo de pararse a escuchar. Y a distinguir "lo que es bueno pal espíritu de lo que es jujana".

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